Intelectual orgiástico

Siempre partiendo de Gramsci encarcelado, el orgánico es el animal-intelectual funcional incrustado en el poder o que puede llegar a conquistarlo. Por otro lado, el tradicional es quien, llamándose independiente, no acepta o no se percata de su definitiva identidad con el stablishment al cual, a final de cuentas, sirve. El intelectual orgiástico –mi propuesta para definir la categoría mexicana, es decir, tropical; animal intelectual orgiástico tropical-, es quien, cómplice o complaciente, se entrega al placer sexenal y después, pasada la cruda de whisky, vinos, cámaras, entrevistas, patrocinios y comilonas, vive la negación, toma aparente distancia y, auxiliado de un cinismo rocoso o, concedamos, de una ingenuidad singular, retorna a la objetividad y a la crítica. Como si el pasado no existiera o como si en el discurrir del tiempo se hubiera abandonado a raptos de embriaguez y ensueño que después olvida y son sólo eso, sueño; no existen. Pero ni todos los sueños son paradisiacos, ni la pesadilla está lejos de acecharlos, perseverante.

El texto anterior fue publicado originalmente en SDPnoticias alrededor de 2010-11 y posteriormente recogido en el bestiario Animales y otros bichos raros (Praxis; 2013). Está inspirado en dos personajes de renombre dentro del pequeño círculo intelectual mexicano, Enrique Krauze Kleinbort y Héctor Aguilar Camín, que tienen algunos productos con cierto reconocimiento; sobre todo el segundo.

En 2010 y 2011 Carlos Salinas de Gortari había publicado dos extensos libros para justificar su régimen y justificarse a sí. En ellos acusa a estos dos personajes de ser intelectuales orgánicos, de vivir del presupuesto del Estado. Ofendidos, respondieron. Aguilar, desde las páginas de Milenio, buscando deslindarse del desprestigiado expresidente. Krauze, desde El Reforma y Letras Libres, acusando a Salinas, a su vez, de ser el intelectual orgánico del PRI. Se trató de un pleito entre intelectuales orgánicos.

Salinas tenía razón, pues el deslinde de estos señores provino desde el cobijo-presupuesto del nuevo encargado del ejecutivo, el protagonista de otro fraude electoral, el de 2006, Felipe Calderón. Atrás quedaban los momentos paradisiacos de raptos de ensueño y embriaguez que Krauze y Camín habían vivido durante el salinato. Salinas había patrocinado sus revistas, Nexos y Letras Libres, así como sus diversas empresas editoriales y mediáticas. Entonces, Krauze era llamado para consultas privadas a la oficina de Salinas a Los Pinos, tal como el escritor revela en el artículo “Los idus de marzo”, sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Por su parte, Aguilar (junto con Ricardo Rocha) entrevistaba al expresidente para la televisión ensalzando sus virtudes, la maravilla de “Príncipe” que había sido como gobernante.

Hoy, ambos encabezan golpismo virtual o en redes sociales contra el gobierno democrático electo de manera abrumadora. Llaman a terminar con el supuesto poder autoritario del presidente López Obrador a través de la unificación de fuerzas de la oposición que, naturalmente, no puede ser otra que la formada por los restos del PAN, PRI, Movimiento Ciudadano y otros satélites, así como la violenta e ignorante manipulación del FRENA y el misterioso BOA, del cual ellos mismos forman parte.

Es decir, buscan urgidos una vuelta al pasado, al imperio del paraíso de la corrupción del PRIAN cuando estos intelectuales tuvieron no sólo patrocinios, también el acceso al poder, el derecho de picaporte, a la confidencia con el poder presidencial. Aunque preservan algunos privilegios y patrocinios a nivel de los gobiernos de los Estados y algunas dependencias públicas, la verdad es que no se sienten cómodos, se encuentran solos, abandonados, huérfanos, pues el nuevo gobierno ha cortado drásticamente sus privilegios.

López Obrador les ha contestado magistralmente, elogiando lo pertinente de que se hayan quitado la máscara de hipocresía y concluyendo que será el pueblo quien decida el futuro del país. Como hizo en 2018, lo hará en 2021 con la elección del Congreso y de gubernaturas, con la revocación del mandato en 2022 y en 2024, la nueva elección presidencial.

Estos intelectuales y otros satelitales como Roger Bartra, Jorge Castañeda Gutman, Ángeles Mastreta (la esposa de Aguilar), Isabel Turrent (la esposa de Krauze), Soledad Loaeza, Gabriel Zaid, Javier Sicilia, José Woldenberg, Beatriz Pagés, Enrique Serna, Guillermo Sheridan, etcétera, han firmado el manifiesto “Contra la Deriva Autoritaria y por la Defensa de la Democracia” (sólo faltó la firma de algunos finos intelectos como el de los dos Lozano, Javier y Gilberto, y el maestro de la lengua, Carlos Alazraki; una fichitas).

Mientras tanto, si no desesperan, estos intelectuales bien podrían ser independientes por vez primera en su vida (cómo se han burlado de ellos Ricardo Piglia y Vargas Llosa, y Roderic A. Camp los ha tomado como objeto de estudio) y alcanzar al éxito comercial con alguna obra que alcance el triunfo editorial y la venta masiva.

Aquí mi videocolumna para SDPnoticias sobre el tema, “Intelectuales Orgiásticos”: