La idea de este escrito comenzó el día de ayer en la noche que, al salir de mi departamento al escuchar maullidos de un gato, eran maullidos de auxilio, maullidos de desesperación. Llamé a la persona con la que iba a cenar que no podría ir debido a que tenía que encontrar a ese gato que me llamaba. El estacionamiento de los departamentos está lleno de ramas, plantas y obvio vehículos que lo complicaban todo.

Después de buscarlo e intentar cogerlo por casi treinta minutos lo conseguí sobornándola con un trozo de jamón. Es una gata pequeña de menos aproximadamente un mes de nacida con mucha hambre y mucha sed que tuve que dosificárselo para que no le cayera mal y la cobijé para que descansara.

Realmente me parece que como humanos creemos tener el derecho de pasar por encima de todas las especies de animales sin importar sus propios derechos. ¿Quién es tan cruel como para dejar a una gata de un mes abandonada? Realmente no les importaba si vivía o moría ya que aún es incapaz de cazar y de vivir por sí misma. Si no querían gatos ¿por qué no castrar al padre y esterilizar a la madre?

Aquí en Culiacán no hay pretextos ya que casi todo el año hay jornadas de esterilización gratuitas, sí, gratuitas no cobran ni un peso y con eso se previene el aumento de animales en las calles, así como animales abandonados y un largo etcétera.

Creo que es responsabilidad de aquellos que tenemos mascotas el educar a la gente que piensa adoptar o comprar una ya que requiere de responsabilidad, cariño y muchos cuidados. No es solo vacunarlos sino también contar con un presupuesto por si se llega a enfermar o le pasa cualquier cosa para poder costear el tratamiento.

¿Qué nos dan a cambio? Nos dan alegría, nos hacen compañía en momentos de tristeza y felicidad, están allí cuando más necesitamos un abrazo o un apapacho. Todos los animales sienten y todos los animales tienen derecho a una vida que cubra sus necesidades tanto alimenticias, médicas y afectivas. No hablo solo de perros y gatos sino también de caballos, pollos, hurones, ratones, etcétera.

Desde hace algún tiempo se ha lanzado una campaña donde un hombre o una mujer con un perro o un gato o cualquier animal ya son una familia y por supuesto que estoy de acuerdo. Mi familia está compuesta por un perro, un gato y desde ayer de una gatita. No creo en las coincidencias y creo que el haberla encontrado significa que ambos nos necesitamos por x o y motivo. Podrán tacharme de loco o supersticioso, pero eso es lo que creo y pienso.

Los invito a pensar en el mundo que quieren para vivir, el mundo que quieren dejar a las siguientes generaciones. Basta ya de tener que crear o ampliar los zoológicos de animales en peligro de extinción, basta ya de pretender ser ajenos a lo que sucede a nuestro alrededor, al cambio climático, a la caza furtiva.

Un mundo mejor es posible.

Les agradezco la lectura de mi columna y los invito a participar y enriquecerla con sus comentarios.