Es indispensable distinguir y tratar con el método adecuado lo urgente y lo importante.

Ante las condiciones de emergencia grave que se persisten y reaparecen en diversas regiones y localidades del país en temas de inseguridad, crimen y violencia; corrupción; economía, migración transnacional y desequilibrios sociales, la claridad en objetivos y acciones es clave.

Lo urgente en México es recuperar el poder y la autoridad del gobierno presidencial y reorientar la ruta del Estado y sus instituciones frente a las redes de intereses fácticos que las han capturado y exprimido. Para ello, el estilo hiperactivo de acción-comunicación del Presidente es  necesario aunque no suficiente.

Lo urgente es enviar mensajes justificados y cumplirlos de que el diagnóstico sobre los problemas nacionales es correcto y que vía reformas legislativas y actividad administrativa en sectores político, económico y social comienzan a avanzar soluciones coherentes.

Lo urgente es atajar y remediar los intentos de desbordar la conducción presidencial en un sistema constitucional de gobierno que es presidencial y cuenta con un mandato poderoso depositado en las urnas hace menos de un año, sin perjuicio de las garantías --las no manipuladas-- del pluralismo.

Lo urgente es que gobernadores y otros líderes políticos estén bien coordinados y que sean leales a la República, la cual debe ser defendida y reconstruida para que sus salvaguardas institucionales y sociales funcionen de manera eficaz y eficiente.

Lo urgente es la corresponsabilidad de los actores sociales y mediáticos modernos y posmodernos con la integridad de la nación y el Estado que debe ser, en reciprocidad, su primer garante.

Lo urgente es dejar atrás lo urgente y hacerse cargo cada vez más de lo más importante.

Lo importante es que se fijen con solidez los pilares de la acción sexenal y quizás transexenal de gobierno a través del sistema de planeación del desarrollo.

Lo importante es pasar del Derecho en las leyes al Derecho en acción pues al contacto con la realidad las normas se convierten en complejos fenómenos jurídicos que hay que comprender, interpretar y modelar en la coyuntura y la incertidumbre sin traicionar principios.

Lo importante es avanzar de forma mensurable en el goce y ejercicio de derechos individuales y colectivos mínimos con mayor igualdad, equidad y justicia para el mayor número de habitantes del país, a la vez que los deberes y la solidaridad entre estos últimos con sentido comunitario también operen sus virtudes.

Lo importante es que se preserven los equilibrios macroeconómicos a que obliga la norma constitucional para no dañar más a los que tienen menos, pero sin que esa premisa se convierta en bloqueo a la inclusión social y agrave la desigualdad y pobreza intolerables y contra-sinérgicas para la paz y la normalidad en el día a día, en particular de una mayoría joven, mujeres, ancianos y discapacitados deprimida pero rescatable y nutrida.

Lo importante es propiciar que el conjunto de las estrategias, políticas y acciones entre gobierno y sociedad fortalezcan al pueblo mexicano en su conjunto en medio del cambio de época histórica cargada de nubes tormentosas y de sus propios legados viciosos cuyos disparadores habrá que desactivar.

Lo importante es asegurar la continuidad y florecimiento de las culturas del país y su identidad compartida.

Si lo urgente es importante lo importante es urgente. No es juego de palabras.

El proyecto de nación explícito e implícito en la 4T es el cambio profundo para garantizar lo histórico y esencial: progreso, democracia y justicia con identidad, integridad y equidad.

Ninguna transformación histórica del país y de ningún país fue completa y carente de debilidades y contradicciones.Pero una vez que dejaron atrás las urgencias naturales y artificiales que las embargaron y estabilizaron mecanismos para normalizarlas, entonces pudieron sembrar y cultivar lo importante que forjó el futuro.