No tendría por qué no politizarse en un país en el que el día a día se vive en medio de un entorno politizado y polarizado, en que basta con que una de las partes diga algo, sea correcto o incorrecto, y sea en forma adecuada o inadecuada, para que su oponente salga con la misma enjundia a rebatir con todo ese fondo o esas formas.

Pero el hecho es que si algo nos debe quedar claro a todos, es que combatir la desigualdad debe ser una de las mayores prioridades en todas las vertientes que definen el entorno nacional.

Y combatir la desigualdad no es tema de igualdad... Sino de equidad...

Es tema de entender que de muy poco servirá hablar de incentivos iguales, cuando aún entre los más pobres hay quienes parten de un contexto mucho más difícil que otros.

No. La verdad es que no suena mal eso de privilegiar a los indígenas, que, como supongo todos sabemos, han sido marginados del desarrollo y si no de los programas sociales, sí del fondo de los objetivos que dan sentido a ellos y del alcance de los diferentes programas que responden a tal fin.

No se trata, por ejemplo, que un mismo apoyo para vivienda puede servir a una familia de bajos ingresos que vive en una zona rural, que a una que habita en una zona urbana... O a una familia pobre cuyos ingresos vienen de un empleo formal, que a otra que sobrevive desde la informalidad.

Ese apoyo puede ser muy bueno para unos, pero alejado e insuficiente para otros.

La triste realidad es que aun entre los pobres hay unos más pobres que otros, y por ello pretender combatir esa desigualdad exige apoyos diferenciados que puedan compensar las diferencias de que cada quien parte para su desarrollo...

Poner piso parejo no es dar lo mismo a todos... Y eso se debe ver reflejado antes que nada en una visión del país, compartida por gobiernos y ciudadanía, pero también en programas de gobierno y de iniciativa privada.

Ni modo. Se podrá criticar la forma en que el presidente Andrés Manuel López Obrador habló del tema... Pero no del fondo...

Por supuesto; porque aún entre los pobres hay unos más pobres que otros, y eso implica, entre otras cosas que habrán de resultar de un correcto análisis de las estructuras de la pobreza, que hay que compensar esas debilidades dando prioridad a los indígenas y demás grupos sociales que históricamente han ido discriminados y marginados del desarrollo, y esto se logra incluyéndolos en todo programa, y haciéndolo bajo condiciones que en verdad compensen el suelo tan disparejo del que inician su camino.

Ojalá nos dejáramos de politiquerías y coincidamos todos en el fondo y empecemos a construir juntos las formas, porque lo que es un hecho es que este país no irá a ninguna parte si seguimos manteniendo estos groseros niveles de desigualdad y, lo que es peor, los aún más groseros principios que han hecho que esto se genere y agudice.

Por supuesto que es justo compensar las desigualdades con medidas como hacer que la jubilación sea a menor edad en los grupos más vulnerables, entre los que evidentemente destacan los indígenas.

Por supuesto que suena sensato destinar recursos públicos para generar subsidios y cuanto apoyo sea posible para estos grupos socialmente olvidados y económicamente vulnerables.

Claro que hacen falta subsidios para cosas como la vivienda, subsidios correctamente dirigidos a la zona cero del problema, creando productos financieramente muy bien diseñados, que incorporen financiamiento y subsidios, que les permitan construir, ampliar o comprar viviendas nuevas.

Es evidente que el Presupuesto de Egresos de la Federación del próximo año es austero... Pero si partimos de la base de que el objetivo central es dirigirlo a atender las necesidades de los que menos tienen, qué mejor forma que hacerlo con instrumentos tan eficientes y productivos como pueden ser los esquemas de vivienda que mezclan crédito y subsidio.

¿Es justo y conveniente dar los mayores beneficios posibles a los grupos marginados? Por supuesto; esa es la esencia del subsidio, compensar desigualdades, y desde ese punto de partida, crear condiciones que en verdad permitan el desarrollo de los diferentes grupos sociales.

Claro que hace sentido reducir la edad de jubilación de los grupos más vulnerables...

Claro que hace sentido crear condiciones para que tengan acceso verdadero a satisfactores tan fundamentales como alimentación, servicios médicos, jubilación o vivienda.

Se politizó lo dicho por el Presidente en cuanto a las diferentes edades para los beneficios de jubilación...

Ni modo; son tiempos políticos en los que, sin embargo, hay que mantener claridad sobre los aspectos verdaderamente relevantes de la agenda nacional; aspectos como crear instrumentos que puedan compensar las desigualdades de los grupos vulnerables para a partir de esa base poder atender sus necesidades básicas y crear una base muy sólida que en verdad nos permita aspirar a un desarrollo integral y sostenible

Horacio Urbano es presidente fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas inmobiliarios y urbanos

Correo electrónico: hurbano@centrourbano.com

Twitter: @horacio_urbano