¿Será que el Coronavirus se convierta en el detonante de nuevas formas de entender, planear y gestionar nuestras ciudades?

Hace unas semanas escribía que Wuhan tendría que ser una nueva Muralla China que protegiera al mundo de la propagación acelerada del Coronavirus...

-Una ciudad como instrumento que proteja a otras ciudades de una crisis sanitaria imposible de parar, pero sí, de atender con eficiencia suficiente para limitar su impacto en todo lo que sea posible-.

Venga, algo así como lo que hicieron los 300 espartanos de Leónidas en las Termopilas, que pelearon no para ganar, sino para detener y debilitar al enemigo, y dar tiempo para que los griegos se prepararan mejor para enfrentar a los persas.

Claro que salió el virus... Y claro que llegó ya a más de 100 países, pegando muy duro en Irán y en Corea del Sur, pero golpeando también con dureza a Europa y, muy en especial a Italia y España, cuyos gobiernos han decretado alertas y puesto en pausa la mayoría de las actividades.

Pero hay que decir que, pese a todo, la semana pasada China dejó atrás el momento crítico de expansión de la pandemia... Toca lograr que eso vaya pasando en todos los demás países y esperar minimizar los daños...

Ante esta enorme pandemia muchos países han decidido cerrar fronteras, total o parcialmente, a vuelos provenientes de países afectados.

Tal es el caso de Estados Unidos, que también se declaró en emergencia, cerrando fronteras y suspendiendo muchas actividades, cuya cercanía nos hace ser parte, queramos o no, de las estrategias con que buscan combatir en la forma más eficiente la enfermedad.

En tanto la crisis mundial continua y en México estamos en espera de un coletazo del virus, es quizá momento para hacer preguntas que en el futuro ayuden a prevenir otras pandemias y otro tipo de problemas de potencial impacto global.

Entre ellas, seguro hay muchas que tienen que ver con el papel que deben jugar las ciudades en los procesos de construir futuros sustentables y sostenibles.

Porque a fin de cuentas, mucho se ha dicho en cuanto a la forma en que la vida cotidiana puede ser caldo de cultivo propicio para una enfermedad como el coronavirus... O puede ser, por el contrario, un instrumento de salud pública.

¿Y qué puede haber que simbolice mejor lo cotidiano que las ciudades?

Una primera pregunta pudiera ser: ¿qué habría que hacer para hacer que las ciudades, además de parámetros de competitividad y eficiencia, tuvieran también otros que se reflejaran en la salud de sus habitantes?

Muchas cosas seguramente... pero en principio me voy a referir a una; acercarnos unos a otros...

-Cercanía-.

Y esto, que pudiera sonar como una obviedad, una soberbia cursilería o un absurdo, considerando que en estos momentos lo que se necesita es que nos mantengamos alejados unos de otros, no lo es tanto si reconocemos que las ciudades mexicanas han crecido territorialmente mucho más que lo que han crecido demográficamente, lo que se traduce en estructuras urbanas dispersas y de baja densidad, que además de desaprovechar valioso suelo urbano y poner duras cargas presupuestales y operativas a los gobiernos locales, se hacen ineficientes en todos los sentidos al obligar a sus habitantes a recorrer todos los días enormes distancias en busca de todo tipo de satisfactores.

Los expertos en temas urbanos dirían que debemos dar un golpe de timón para que nuestras extensas manchas urbanas se reestructuren a partir de una visión policéntrica, que recorte sensiblemente las distancias, al tomar una gran zona metropolitana y dividirla en un conjunto armónico y eficiente de zonas urbanas de mucho menor dimensión, cada una de ellas contando con todo tipo de servicios y satisfactores, reduciendo sensiblemente la necesidad de que las personas deban salir de ese nuevo centro urbano.

Ni hablar, es muy posible que tanto el Coronavirus, como muchos otros enormes problemas de estos nuevos tiempos, deban ser combatidos a partir de modelos integrales de desarrollo... Modelos que inevitablemente deberán estar cimentados en profundas reingenierías de las actuales estructuras urbanas, que sean a su vez la base de las ciudades del futuro.

Modelos que deban ser acompañados de profundos cambios de estilos de vida, que reconozcan y asuman los cambios de los paradigmas urbanos.

Se trata de concentrar gente en las ciudades para lograr la mayor eficiencia de estas últimas... Pero sin que ello se traduzca en aglomeraciones ineficientes y vulnerables...

A veces se nos olvida que las ciudades son seres vivos en constante transformación... Una transformación que debe ser causa y efecto en perfecta sintonía de las conductas y necesidades humanas.

Esta nueva pandemia nos está poniendo a prueba. Hay que prepararnos con total seriedad para superar la emergencia, para dedicarse después a entender lo que deben ser las ciudades del futuro y poner manos a la obra de construirlas.

Horacio Urbano es presidente fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas inmobiliarios y urbanos

Twitter: @horacio_urbano

hurbano@centrourbano.com