En Nuevo León están las condiciones para que una mujer sea la próxima gobernadora del estado. Inicialmente descarto a dos: Margarita Ríos-Farjat, quien no puede ser (creo que ni siquiera quiere) por su enorme responsabilidad sexenal al frente del SAT. La alcaldesa de Guadalupe, Cristina Díaz, a pesar de su profesionalismo, carga la mala marca del PRI.

Tatiana Clouthier no da para ser la candidata de Morena a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador perfila a Claudia Sheinbaum, jefa de la Ciudad de México (y, de no darse, ahí tiene a la mano a Marcelo Ebrard). Tatiana sí puede ser gobernadora de Nuevo León, a pesar de sus arrebatos, ya maduró, sobre todo sabe hacer equipo después de su experiencia en la campaña.

Los paradigmas se agotaron, la partidocracia, también. Estamos en el preámbulo del regreso no de la dictadura perfecta, frase de la cual se arrepiente Mario Vargas Llosa, sino del partido hegemónico, como describió en su momento Octavio Paz al PRI. A partir de 2021 Morena será el partido hegemónico. El PRD desaparecerá o, al menos, cambiará su nombre. El PAN no tiene manera de regresar a esa oposición valiente antes de Vicente Fox y Felipe Calderón. El PRI, para avanzar, tiene que retroceder: hacer una profunda autocrítica y reflexión. Su única salida es darle el liderazgo al “omiso” José Narro.

Bajo este contexto, Tatiana es la candidata más fuerte para obtener la gubernatura de Nuevo León. Andrés Manuel estará en el 2021 en la “otra boleta” y su efecto electoral, si no existe un desaguisado político importante, arrasará en los comicios y tendrá un efecto multiplicador que favorecerá a los candidatos de Morena.

Si Tatiana no se decide, quedan dos opciones. La delegada Judith Díaz, quien es parte del equipo de Clouthier, o la todavía priista Clara Luz Flores, quien ya obtuvo una cercanía política con la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. Judith es inteligentemente institucional, más aún, humanamente leal, fiel no sólo a sus principios, también a sus amistades políticas. Aunque ha dicho que desea ser gobernadora, se atiene a lo que dirá López Obrador a través de Morena.

La alcaldesa de Escobedo, Clara Luz Flores, sólo tiene posibilidades si se aleja del PRI. Ella y su esposo, el priista Abel Guerra, son la mejor pareja política que ha existido en la historia política de Nuevo León en los años recientes. Abel es un aventurero con cálculo y sabe bien que Clara Luz no ganará si se abandera con el PRI; Clara Luz, por su parte, es una política y funcionaria todo-terreno: tiene una empatía natural con los ciudadanos, no tiene mancha visible de corrupción y así se mantendrá en lo que resta de su alcaldía.

Hay una condición para Clara Luz, sólo podrá ser candidata de Morena, si se da el caso, si y sólo si Tatiana se va al gabinete de Andrés Manuel terminando su periodo legislativo. Para avanzar, Clara Luz tiene que estrechar sus lazos con Sánchez Cordero. Y, localmente, Clara Luz sería la candidata (recursos) del gobernador Jaime Rodríguez Calderón, la historia los une. En realidad, el Bronco no apoyará a su secretario de Gobierno, Manuel González, ni a Waldo Fernández, jefe de la Oficina Ejecutiva. La candidata del Bronco es Clara Luz.

Sea de una u otra manera, en Nuevo León ya están las condiciones para que una mujer sea la próxima gobernadora.