“El silencio es el único amigo que jamás traiciona”

Confucio

 

La finalidad de todo partido político es ganar elecciones y constituir mediante la mayor cantidad de triunfos, una fuerza política. Una vez ahí el reto es mantenerse en el poder.

Extraña sobremanera el que en pleno año prelectoral el presidente de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar cometa garrafales pifias que ponen en serio riesgo la mayoría que su partido, el partido del presidente López Obrador, tiene en las cámaras y buen número de lugares en el país.

En medio de la crisis por el coronavirus, con la certeza de que se avecina una crisis económica de grandes proporciones, ya Ramírez Cuéllar se aventó la inocentada de proponer que el Inegi midiese la concentración de riqueza para cobrarles más impuestos a los más ricos lo cual fue descartado por el propio presidente y los legisladores morenos.

Pues bien, en este momento crucial de la historia, cuando millones de mexicanos aún no salen de su encierro, cuando se han perdido trabajos, cuando estuvieron por dos meses sin cerveza, el brillante genio de Ramírez Cuéllar propone que le suban un peso a los cigarros, los refrescos, las cervezas y los vinos para que se destinen al sistema de salud pública en el país.

Afirma el dirigente de Morena que ese incremento en los precios inhibiría la compra de dichos productos, aunque sería necesario aclararle que de la misma teoría partieron antes con los refrescos embotellados y nunca decreció su consumo.

Es claro que don Alfonso tiene una gravísima confusión y piensa como si estuviese despachando en la Secretaría de Hacienda y no en la dirigencia de su partido. Su trabajo no es atender la necesidad de recursos del gobierno ni de dónde saldrán los dineros para el sector salud, sino el prepararse para mantener para el presidente y su partido la misma sólida base de la cual hoy disfruta, pero hace exactamente todo lo contrario y diese la impresión de que tiene un pacto con la oposición para perderlo todo en el 2021.

No sé si a estas alturas los militantes de Morena estén extrañando a Yeidckol Polevnsky, pero seguramente en el ejecutivo federal y las cámaras de diputados y senadores deben añorarle porque no los metía en tantos argüendes como hoy lo hace Ramírez Cuéllar.

Bien harían el presidente, los senadores y diputados del partido en el poder en regalarle a su dirigente nacional partidista un tapón con la instrucción precisa de que se lo coloque en la boca y no retire de ahí hasta que pasen las elecciones del 2021.

Lo que ese hombre diga no puede atraer votos ni conseguir adeptos y sí, como ya lo ha demostrado, meter en serios problemas a Morena en los siguientes comicios.

Un tapón sería la solución ideal para el confundido, pero sobre todo inexperto e inoportuno sujeto que hoy tiene en vilo a un partido que llegó arrasando y que gracias a las ocurrencias de su líder nacional está cayendo al vacío de manera estrepitosa y sobre todo de una rapidísima forma.

ftijerin@rtvnews.com