Queridísimo presidente López Obrador:

Realmente no sé cómo empezar esta carta. ¿La leerás? Supongo que no, tienes demasiadas ocupaciones. Como quiera que sea la escribo y la publico. Ya me dirás si estás de acuerdo conmigo, o no.

No te gustó “el modito” del acuerdo entre las más grandes empresas de nuestro país, las del Consejo Mexicano de Negocios, y el BID Invest.

Desconozco qué pasó, qué hicieron indebidamente, en lo relacionado con la forma, los señoras y las señoras del CMN.

En México, la gente muy exitosa, muy acaudalada, muy poderosa en los negocios suele ser muy arrogantita. A veces resulta imposible soportarles.

Pero, ni hablar, señor presidente AMLO, son los empresarios, son las empresarias que tenemos.

La novia realista

Después de lo que dijiste en la mañanera de hoy lunes, recordé lo que, resignada, le dijo la novia al novio que es buen tipo, pero al que educaron tan mal que tiene maneras de patán: “Tienes un modito medio pa' la verga, pero así me gustas”. Si la reeducación fuera posible, cuántos disgustos se evitarían las mujeres en sus relaciones con tantos catetos (no confundir, por favor, con los muy respetables lados del triángulo rectángulo).

A ti te caen bien los señores, las señoras del Consejo Mexicano de Negocios. Te juntas con ellos y ellas. Les invitas a comer. Aceptas acudir a sus eventos. Te cuentan buenos chistes, o no tan buenos, pero te ríes. Te llevas con ellos y ellas, aunque sabes que a tus espaldas dicen pestes de tu proyecto de gobierno. Es lógico que tal cosa ocurra: son neoliberales y no van a cambiar. Son también factores reales de poder a quienes necesariamente debes tomar en cuenta.

En honor a la verdad, creo que además de comerciantes duros son patriotas y suelen actuar con generosidad personas como Carlos Slim, Antonio del Valle, Emilio Azcárraga, María Asunción Aramburuzabala, etcétera. Coincidirás conmigo en este último juicio.

Hacienda no tiene nada que ver con el acuerdo CMN-BID Invest

Te pregunto, querido Andrés Manuel, ¿además del modito medio mamilón, o mamilón y medio, qué es lo que no te agrada del convenio del Consejo Mexicano de Negocios y el BID Invest para dar liquidez a 30 mil proveedores de las más grandes empresas de nuestra economía? La verdad, no tiene nada de reprochable ese acuerdo:

√ No es deuda pública.

√ Hacienda no avala nada.

√ La SHCP solo da el visto bueno, como una cortesía, a una operación que no le compromete en lo más mínimo.

No es el primer paso para un nuevo Fobaproa.

√ El crédito del BID Invest se da mediante un factoraje inverso, que para las empresas no es deuda financiera sujeta a intereses (su costo es el descuento del valor nominal de las facturas cedidas). Es decir, los proveedores de los socios del CMN obtienen liquidez inmediata sin endeudarse. Los deudores son las grandes compañías que solicitan los créditos para las pequeñas empresas con las que trabajan, unas 30 mil. 

√ La ventaja para el BID Invest es que el deudor es la empresa grande (la empresa que compra materiales o equipos a su proveedor), que es la que solicita el crédito para sus suministradores. BID Invest aporta el dinero sin mayor trámite porque a la pequeña empresa la avalan los balances del corporativo gigantesco. Desde luego, de esa manera el crédito es barato y se otorga con rapidez.

√ El acuerdo entre el Consejo Mexicano de Negocios y el BID Invest no necesitaba ni el aval ni la autorización de Hacienda. El organismo empresarial dirigido por Antonio del Valle solo por solidaridad y con ganas de hacer equipo —si se quiere, por grilla— fue que pidió el visto bueno a la dependencia encabezada por Arturo Herrera. Pero nada más.

√ BID Invest es el brazo privado del BID. Es decir, para todo fin práctico es un banco como cualquier otro.

√ Como curiosidad recordaré que BID Invest antes era La Corporación. Seguramente le cambiaron el nombre porque así se llamaba en una superproducción de Hollywood la terrible mafia global que iba a destruir al mundo. ¿La que inventó el coronavirus? Tal vez es lo que veremos en la segunda parte de la película.

Cartera, corazón y cabeza

Un amigo mío, Bernardo Domínguez —lo conociste hace años, Andrés, en una cena en tu casa con el poeta Javier Sicilia— tiene un perfil interesante y complejo: es financiero y actúa como tal, es decir, defiende su dinero con todo; se dedica a la edición de libros en Barcelona y México, negocio al que le ha invertido en serio por vocación cultural, y se inspira leyendo a autores católicos, sobre todo a G. K. Chesterton.

Bernardo con frecuencia dice: “la cartera, en el bolsillo de la derecha; el corazón, a la izquierda, y la cabeza al centro”.

Un día le pedí que me explicara eso y entendí lo siguiente: en temas materiales se debe pensar con pragmatismo, no hay de otra; en lo social, desde luego, siempre hay que ser izquierdistas; en caso de duda, que la cabeza gire hacia donde más convenga tanto si se trata de lograr objetivos de beneficio comunitario como si lo que se busca es la utilidad individual, personal o empresarial.

Esta pelota se juega con la derecha, Andrés Manuel, con la derecha

El Consejo Mexicano de Negocios centró facilito el balón para que el gobierno rematara a gol de chilena pegándole con la derecha. No quisiste hacerlo, presidente, pero todavía hay tiempo: la pelota sigue ahí...

Nadie es más humilde que tú, Andrés Manuel, y me consta que sabes rectificar. Creo que en la mañanera de este lunes fuiste injusto. Seguramente te informaron mal las cosas. El acuerdo mencionado es privado y no compromete ni comprometerá recursos del gobierno.  

Pienso, presidente, que más bien debes felicitar a las grandes empresas por haber encontrado mecanismos para financiar a sus proveedores. Y es que, en el capitalismo —que no es el neoliberalismo, debe quedar claro— lo más importante para los agentes productivos es la liquidez. En momentos en que no hay ventas, es una extraordinaria noticia que las enormes corporaciones mexicanas avalen a sus proveedores. ¡A 30 mil de ellos! ¿Cuántos empleos representan? Quizá rebasen el millón de trabajadores entre las grandes empresas y sus proveedores.

No hay daño de ningún tipo para el gobierno en el acuerdo entre el CMN y BID Invest. Ni la autorización de Hacienda se necesitaba. Nada de eso.

Lo que procedía, siempre pensando que la cartera se lleva en el bolsillo derecho del pantalón, lo razonable era era tomar el ejemplo y diseñar un esquema similar para facilitar liquidez a los proveedores del gobierno vía Nafinsa; a los municipios vía Banobras, y vía Bancomext a los exportadores mexicanos que por la crisis se vean obligados a financiar sus clientes en el exterior.

La perversidad del neoliberalismo

La verdadera maldad del neoliberalismo no está en que las grandes empresas sean solidarias con sus proveedores, por supuesto que no.

Bien lo sabes, Andrés Manuel, la perversidad del neoliberalismo, que llevará a una gran crisis en el contexto de la recesión global, es lo que han hecho muchísimas empresas de gran tamaño de todo el mundo que se han endeudado para recomprar sus propias acciones y darse dividendos. Eso estallará muy pronto y agravará las cosas. Los gobiernos nacionales han fallado al regularlo. En ello deben concentrarse los expertos en finanzas de tu administración, presidente.

Más Estado, la moraleja del Covid 

No sé exactamente a qué te refieres, Andrés Manuel, cuando hablas de que la pandemia representa el fin del neoliberalismo. Evidentemente no puedes estar hablando del fin del comercio, de los intercambios, de la compra y la venta de servicios, de los créditos. 

Si por fin del neoliberalismo entendemos el fin del sueño —o de la pesadilla— de cada día menos Estado interviniendo en la economía, sin duda es verdad: esa idea está muriendo. Se ven tan rebasados economistas como Hayek y Mises, políticos como Reagan y Thatcher. Nadie en la actualidad discute que el mundo debe girar a la izquierda, esto es, hacia más Estado. Ello particularmente empieza a ser una exigencia en lo relacionado con la salud, abandonada por todos los gobiernos de todas las ideologías.

Por cierto, Andrés Manuel, la construcción de más hospitales puede ser un gran proyecto de izquierda de tu gobierno que al mismo tiempo sea un gran negocio para los empresarios de derecha. Para quienes se dedican a los hospitales privados, por supuesto: con los estímulos correctos pueden desarrollar muchos más centros de salud no de lujo, pero eficientes y al alcance de más gente si se perfeccionan y abaratan —es posible hacerlo— los sistemas de seguros de gastos médicos. También, el gobierno podría abandonar algunos proyectos de obra pública que ya no parecen tener sentido —el mundo ha cambiado, hay que aceptarlo— para que las empresas constructoras mexicanas levanten numerosos hospitales públicos en todo el país. 

Matar un monstruo es un arte peligroso

Ahora bien, la muerte del más grande y terrible monstruo que la humanidad ha conocido, el neoliberalismo, si no se le hace la eutanasia con técnica y mucho cuidado, puede destruir naciones enteras. Creo que, por lo tanto, antes de que la gigantesca bestia nos caiga encima víctima de las heridas que ha sufrido, habrá que ayudarle a que se recueste en la camilla para conducirlo por las buenas a la sala del hospital en la que se le deberá ayudar a bien morir