El tipo tiene buena reputación en los ambientes académicos, al menos la tenía. Oleg Sokolov —de 63 años de edad—, profesor en el Instituto de Historia de la Universidad Estatal de San Petersburgo, es un intelectual reconocido en Rusia y premiado en otros países, como Francia, donde le dieron la Orden Nacional de la Legión de Honor, establecida por Napoleón. Seguramente recibió tal condecoración porque Oleg suele disfrazarse como el legendario personaje derrotado en la batalla de Waterloo.

Algún atractivo tendrá el desquiciado historiador ya que logró enamorar a una bella alumna suya, Anastasia Yeshenko, casi 40 años menor que él. No merecía Anastasia lo que le pasó.

Hace unos o dos meses Oleg Sokolov mató y descuartizó a Anastasia Yeshenko. Ahora, pretende escribir un libro contando su propio crimen en la clínica psiquiátrica de la prisión de Butirka, en Moscú, donde está detenido. El diario catalán La Vanguardia ha dado a conocer la nota con lujo de detalles:

√ “Uno de los crímenes más horrendos y mediáticos de los últimos tiempos en Rusia podría convertirse en todo un best-seller”.

√ Anastasia llegó a estudiar a la Universidad Estatal de San Petersburgo y se enamoró de su profesor, Oleg.

√ ¿Por qué la mató y la descuartizó? Por celos, especulan en La Vanguardia, o tal vez porque perdió la cabeza de tanto imitar a Napoleón.

√ Oleg quiere escribir la historia del crimen para “compensar el daño causado”. Ha dicho que “será una novela autobiográfica sobre la vida y el amor”.

√ ¿Vida y amor? A juzgar por lo horrendo del crimen, el historiador prefiere la muerte y el odio.

√ Oleg mató con pistola a Anastasia y después “decidió comprar una sierra, descuartizar a su amor e ir llevándola a trozos en bolsas de plástico hasta el río”.

√ “Cuando la policía dio con el asesino el pasado 9 de noviembre, a Sokolov le acababan de rescatar del río Moika, porque cuando se disponía a deshacerse de la prueba del delito iba borracho y se había caído al agua”.

√ “Tras ser rescatado y detenido con los brazos de su ex alumna y ex novia en la mochila, Oleg Sokolov, de 63 años, reconoció ser el autor del horrible crimen”.

√ “Había matado a su amante dos días antes, en la madrugada del jueves 7 al viernes 8 de noviembre”.

√ “Más tarde la policía halló la cabeza y otros restos de Anastasía Yéschenko, de 24, en el apartamento”.

√ “Los especialistas y técnicos tuvieron que vadear el río para rescatar lo que faltaba del cadáver”.

√ “Según él, quería hacerlo desaparecer antes de suicidase en público vestido de Napoleón”.

√ “Su abogado, Alexánder Pochúyev, alegará que Sokolov estaba “bajo la influencia de fuertes factores, una posible locura transitoria” para intentar rebajar el castigo”.

√ El historiador “es un aficionado a las recreaciones históricas y normalmente participa en ellas encarnando al emperador francés”.

√ “Tanto él como Anastasía Yéschenko habían participado en fiestas de época, donde él se disfrazaba del corso más famoso de la historia y ella, de su primera esposa y emperatriz, Josefina. De hecho, alumnos que los conocieron dicen que él se dirigía a su novia llamándola ‘Josefina’…”.

√ Sokolov ya había sido denunciado como agresor de mujeres.

√ "El asesinato de Anastasía Yéschenko avivó en Rusia el debate sobre la violencia contra las mujeres dentro del matrimonio y de la impunidad con la que actúan los maltratadores”.

√ “En una petición a través de la web Change.org, las activistas de los derechos de las mujeres recogieron miles de firmas. En esa iniciativa acusaban a la universidad de no haber prestado atención a la anteriores denuncias contra Sokolov”.

¿Debe permitírsele escribir un libro sobre el crimen?

Pienso que no. Si lo hiciera, animaría a más desquiciados a matar para después hacerse famosos publicando detalles de sus asesinatos. Ojalá en Rusia se imponga la cordura y, además del castigo que el historiador merece, se le niegue el acceso a papel y pluma o a una computadora.

En El Mito de Sísifo el autor, Albert Camus, menciona en una nota a pie de página a alguien que escribió una novela y se suicidó para generarle lectores: “Después de haber terminado su primer libro, se suicidó para llamar la atención sobre su obra. Llamó, en efecto, la atención, pero se juzgó malo el libro”.

No sé si resulte éticamente aceptable escribir un libro y después quitarse la vida para darle promoción. En cualquier caso, no puede evitarse que el novelista lo haga si ese es su deseo. Pero el caso de Oleg Sokolov es distinto: asesinó, descuartizó, lo arrestaron, confesó, está en la cárcel: la autoridad debe impedirle alimentar su ego con la publicación de una historia que puede tener numerosos lectores en distintas partes del mundo. Es mi opinión.