—No olvide este número: 211612.<br>—¿Qué? Pero... <br>—211612. <br>— Vale, vale... usaré mis trucos nemotécnicos... 21 caballos azules... 16 reactores… y… y 12 enanos... girando.<br>

Woody Allen

Los mexicanos hablamos con números:<br>√ “Me quedé de a 6”<br>√ “Estuvo 2-3”<br>√ “Me anda del 1”<br>√ “Ya me cayó el 20”<br>√ “Le pusieron un 4”<br>√ “No hay 5° malo”<br>√ “Como el perro de las 2 tortas”<br>√ “La 3ra es la vencida”<br>√ “Estuvo de 10”<br>√ “Ando al 100” <br>

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AMLO, jefe

No soy ingenuo. Comprendo a la perfección, entonces, que el presidente López Obrador es el que manda en lo relacionado con la conducción del país, tanto en la crisis sanitaria causada por el coronavirus como en la terrible recesión económica asociada a la pandemia.

Lo que piense Andrés Manuel que es lo mejor para México, eso es lo que se hará. Si estoy de acuerdo, o no, realmente carece de relevancia.

Aclarado lo anterior, expresaré algunos puntos de vista que podrían no coincidir con el pensamiento del presidente de México.

Lo hago de buena fe y con la esperanza de que me lea y reflexione si, desde luego, le parece interesante lo que me siento obligado a decir en este artículo.

López-Gatell, números caóticos

El fuerte del subsecretario Hugo López-Gatell evidentemente no son los números. Insiste en presentarlos y cada día se enreda más. Nadie con un mínimo de sentido común o con un conocimiento elemental de estadística lo toma en serio.

Conste, no significa que el rockstar de la epidemiología haya hecho mal su trabajo. Si lo juzgamos por los resultados, creo que en el combate a la pandemia del covid estamos mejor que casi todas las naciones del G-20, de lo que hablaré más adelante basado en una reflexión reciente de José Antonio Meade en la Universidad Panamericana.

Vamos bien en la lucha contra la pandemia, sin duda, pero los números que en público ha dado a conocer López-Gatell han sido, desde el principio, un misterio en el mejor de los casos; en el peor, una vacilada.

Nadie entiende sus estadísticas porque López-Gatell las ha explicado muy mal. Si su principal virtud es la claridad con la que se expresa (AMLO dixit), la misma nomás no aparece en materia de números.

De ahí que le hayan dado verdaderas palizas cuatro expertos:

(i) el matemático Arturo Erdely, colaborador de la revista Nexos y especializado en ciencia de Datos en la misma escuela estadounidense en la que estudió López-Gatell, la Johns Hopkins University;

(ii) el doctor José Narro, ex titular de la Secretaría de Salud (sexenio de EPN) y ex rector de la UNAM;

(iii) el doctor Julio Frenk, ex secretario de Salud (gobierno de Vicente Fox) y actual presidente de la Universidad de Miami;

(iv) el economista Salomón Chertorivski, también ex secretario de Salud (periodo de Felipe Calderón).

Nadie en el gobierno ha refutado a Erdely, Narro, Frenk y Chertorivski. Seamos precisos, nadie siquiera lo ha intentado.

Conozco al presidente López Obrador y me consta que siente un profundo respeto por los matemáticos. Seguramente colaboran con él algunos muy competentes. ¿Por qué no han salido a las redes y a los medios a debatir con los críticos de las caóticas estadísticas de López-Gatell? Quizá porque este hombre se encuentra tan fascinado jugando al epidemiólogo de clase mundial que no es capaz de prestar la pelota a nadie. No ayuda que AMLO haya desacreditado a cualquiera que se atreva a dudar de Gatell.

Cuando, en las conferencias de prensa le han cuestionado sus números, López-Gatell ha hecho dos cosas:

(i) burlarse y hasta ofender a mujeres periodistas de Milenio, El Sol de México y Reforma, sobre todo a la representante de este ultimo periódico, Diana Soto;

(ii) descalificar a Narro por priista.

¿Eso es serio? Por supuesto que no. Ignora López-Gatell que los números no tienen militancia partidista y que no se asustan cuando un funcionario como él se pone a criticar reporteras.

NYT, El País y WSJ, mienten

Además de la goleada que en el campo estadístico se ha llevado el subsecretario López-Gatell en México, hay que sumar una derrota todavía por más goles en la cancha internacional. Como ha sido incapaz de refutar a sus críticos, los grandes medios de comunicación del mundo han decidido que estos tienen la razón y que el equivocado es el subsecretario.

Hoy le dieron con todo a López-Gatell, numéricamente hablando, el New York Times y el Wall Street Journal, de Estados Unidos, y El País, de España.

Resulta más que evidente que los mencionados periódicos mienten o están muy equivocados. Digo, cae en la categoría de lo ridículo que El País estime para México un elevadísimo número de contagiados —alrededor de 700 mil, tres veces mayor que el de España, una de las naciones más castigadas por la pandemia. Pero la culpa de lo anterior no es de los colaboradores de este diario madrileño, sino de la pobre defensa que López-Gatell ha hecho de sus números, que en mi opinión son verdaderos, pero han sido pésimamente presentados.

Sheinbaum, sí sabe

El propio López-Gatell, en Radio Fórmula; en redes sociales, Jesús Ramírez, portavoz del presidente AMLO, y en declaraciones a los medios Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, salieron a desmentir al New York Times y a los otros diarios en breves apariciones ante la opinión pública. No basta con ello.

Necesita el gobierno de nuestro país enviar a dar la cara por México a matemáticas competentes en materia de estadística que entiendan y sean capaces de aclarar ante el gran público el enredo numérico de López-Gatell, quien no va a salir de la bronca burlándose de algunas reporteras y acusando de priistas o panistas a quienes le cuestionan. Los diarios citados son ligas mayores y merecen una respuesta profesional dada por profesionales. Sheinbaum con un equipo de matemáticos puede darla. Ella tiene la camiseta de la 4T mejor puesta que cualquiera. Puede sin problemas, entonces, hablar por el gobierno federal y, a la vez, por el de la Ciudad de México, que ella encabeza. Por su formación —estudió física en la UNAM, universidad en la que colabora cuando se aleja de la política—, es la persona más calificada en el equipo del presidente AMLO para encabezar un grupo de debate en un tema estadístico que se ha salido de control.

El optimismo basado en números de Meade

El pasado jueves José Antonio Meade dio una conferencia por video en la Universidad Panamericana. Su intención era motivar estudiantes a trabajar con entusiasmo en el complejo sistema económico que dejará la pandemia.

Economista del ITAM doctorado en Yale, Meade entiende de números. Para preparar su plática analizó la famosa curva epidémica que los gobiernos de todo el mundo buscan aplanar o apachurrar —domar, diría el presidente López Obrador.

Explicó que en todas partes esa gráfica se presenta como una normal, pero no necesariamente es así. Su comportamiento depende de la cultura de país de que se trate, de lo riguroso del distanciamiento social, del sistema de salud y hasta de la época del año. No hay nada natural o predeterminado en la forma de la curva.

En Estados Unidos, por ejemplo, la curva se estabilizó, pero no ha bajado. Esto es, siguen ahí con un serio problema.

Meade comparó a México con países de Europa. Pero como hay muchos Méxicos, lo que hizo fue analizar cada estado de nuestro país para compararlo con las naciones europeas.

En el estudio que hizo Meade, la verdad de las cosas es que no nos vemos tan mal. Y la comparación la hizo con sociedades que ya están controlando la pandemia.

La trayectoria de la curva en México permite modelar una reapertura gradual de la economía que, con los adecuados controles sanitarios, podría no ser tan traumática. Ello demuestra, dijo Meade en su charla, que entre nosotros la estrategia para combatir la pandemia ha sido exitosa.

Es así, a pesar de las deficientes estadísticas, que desde luego deberán mejorar rápidamente —con mediciones más adecuadas y, sobre todo, con más pruebas— para poder diagnosticar qué sectores deberán abrir antes y con qué protocolos sanitarios.

Sin muchas más pruebas que garanticen a la población un mínimo de certeza acerca de que se tendrá trato con alguien no infectado, ninguna madre, por ejemplo, se atreverá a llevar a su hijo al hospital a una consulta con el pediatra. Es decir, este médico especializado en niños tendrá que someterse a análisis frecuentes o demostrar inmunidad para ser realmente confiable.

En las fábricas, los hoteles y los restaurantes, la misma cosa. Le guste o no a López-Gatell, como se sabe en todo el mundo, se necesitan pruebas, pruebas y más pruebas, no solo para diagnosticar el virus, sino también serológicas que pueden servir para determinar cierta inmunidad.

Las pruebas son la carta de navegación que debe guiarnos en la reapertura del sistema económico y, de esa manera, minimizar el riesgo de naufragio.

Para Meade, después de haber analizado la curva de contagios y muertos, estaremos en condiciones óptimas para abrir la economía a finales de mayo.

Y, una vez de vuelta al trabajo, las principales restricciones del sistema no serán presupuestales, sino otras dos:

(i) el comportamiento de la pandemia;

(ii) la capacidad de los hospitales para atender con eficacia los casos que se presenten.

Así será hasta que surja una vacuna, que en todo el mundo se está buscando, o se encuentre un tratamiento médico eficaz.

En opinión del ex titular de Hacienda, en la reapertura de la economía todos tendremos que ser flexibles, especialmente para ajustar el marco legal para que sector por sector, inclusive empresa por empresa, se construyan protocolos sanitarios específicos.

Por ejemplo, en los hoteles de playas tal vez el gobierno deberá concesionar en forma temporal, precisamente, las playas, para que los administradores puedan controlar que solo las usen los huéspedes sin aglomeraciones. Habrá resistencias ideológicas de gente que dirá que las playas son de todos. Pero en la emergencia, para garantizar destinos covid-free a los visitantes, habrá que ser creativos. A la gente local, los gobiernos municipales tendrán que organizarla para disfrutar ciertas playas por turnos, sin amontonamientos.

Todo se puede con las medidas adecuadas. Trabajar en la planta nuclear de Laguna Verde es seguro si se hace con el cuidado y los equipos adecuados. Será seguro, entonces, trabajar después de la pandemia con protocolos diseñados en función del riesgo de cada sector o cada empresa.

¿La economía mexicana? Resistirá, en opinión de Meade. No discutió en su conferencia el plan de reactivación de AMLO ni el del Consejo Coordinador Empresarial, pero en cualquier escenario, cueste más o cueste menos salir de la recesión, en dos o tres años superaremos la crisis porque contamos con un sistema económico moderno, robusto y sofisticado.

Más allá de ideologías o de debates acerca de política económica, tendremos que realizar ajustes de gran importancia. Necesitamos ya lograr una relación más armónica con el medio ambiente. Deberá ser prioridad para el gobierno que aumenten sustancialmente los sueldos y salarios de los trabajadores de los sectores esenciales —policías, personal médico y de enfermería, trabajadores de la construcción, repartidores de comida, etcétera. También, tendremos que esforzarnos por construir un espacio más sano de convivencia familiar, en el que se agreda menos a las mujeres.

En resumidas cuentas, un neoliberal como Meade ve condiciones para que México salga de la pandemia y de la recesión fortalecido. Costará mucho dinero y más esfuerzo y, por supuesto, tomará tiempo. Pero nos hay ninguna razón para fracasar.