“Hay dos motivos para leer un libro: uno, disfrutar con él; otro, jactarse de ello”

B. Russell

En Milenio publica artículos una tipo bastante bobo que se las da de culto. Firma con su nombre (Rafael Pérez Gay) y con su alias (Gil Gamés). Dos en uno, pues.

Acomplejado, Pérez Gay piensa —y lo presume— que solo él y sus amigos han leído suficientes libros.

Lo crea o no el señor Gamés, hay en el mundo muchas otras personas que leen, y no se las echan de sabios. Menos aún buscan ofender a nadie cuestionándolo por no entregarse a la lectura.

Conozco gente que lee bastante y no alardea. Mencionaré tres casos: José Hernández, Rafael El Fisgón Barajas y Antonjo Helguera, moneros de La Jornada.

Supongo que Hernández intervino en alguno de los programas de la televisión pública relacionados con El Grito de Independencia. Lo he concluido después de leer a Gil Gamés este martes en Milenio: “Los moneros de La Jornada se dieron vuelo; oigan, Hernández, Rocha et al, corran a leer unos libritos”.

El petulante Pérez Gay, quien se presenta como un gran lector, con esa expresión (“corran a leer unos libritos”) acusa a los moneros de ser poco instruidos.

Más allá de que es falso —insisto, traté en otro tiempo a Hernández, Helguera y El Fisgón, y me consta que leen bastante—, lo lamentable es la exhibición de arrogancia de Gil Gamés.

Hace unos años se publicó en Letras Libres un artículo interesante de Cristian Vázquez, “Contra la arrogancia de los que leen”.

Los argumentos de Vázquez son interesantes:

“Entre los numerosos motivos que suelen hacer que algunas personas se sientan superiores a las demás, uno bastante frecuente es el de haber leído. Hay gente que cree que, solo por haber leído unos cuantos libros a lo largo de su vida, tiene mayor autoridad ética o moral que la gente que no lo ha hecho. No solamente minusvaloran sus ideas y opiniones, sino que además a menudo convierten a esas personas en objeto de burlas”.<br> “Es curioso, porque el efecto debería ser justo el contrario. Se atribuye a Flaubert una frase que afirma que ‘viajar te hace modesto, porque te das cuenta del pequeño lugar que ocupas en el mundo'. Pues leer debería hacerte modesto también, ya que te permite advertir lo poco que sabes cuando hay tanto por saber”.<br>

Hay que gente que lee y es muy lista. Pero muchos hombres y muchas mujeres que no leen son brillantes en sus actividades, incluidas las científicas.

Desde luego, también existe gente que no lee y es muy tonta. Como tontos sobran entre los lectores. En el caso de Rafael Pérez Gay me pregunto: ¿él es tan bobo porque así nació?, ¿tantas lecturas le echaron a perder la cabeza y por tal motivo escribe como todo un pendejazo?

La lectura puede hacer daño. Todo el mundo sabe que volvió loco a Don Quijote, aunque por ahí un psiquiatra dijo que este personaje perdió la razón —deliraba, algo característico de la psicosis— no por leer en exceso, sino porque se esforzó de más en encontrarle sentido a lo que leía.

Espero que Gil Gamés busque ayuda especializada y logre superar su permanente estado de alelamiento causado por las muchas, malas lecturas.

Si los expertos en problemas de conducta no le quitan lo tonto —no es gripe—, al menos podrán convencerle de no ser tan fantoche. Le conviene. Para que deje de hacer el ridículo cada vez que presume su vasta cultura por la vía —lamentable— de ofender a quienes según él no han leído nada.