Con ese título –“¿Reforma cucharea sus encuestas?”– el diario propiedad de la familia Junco ha publicado desde hace días, en la portada de su versión de internet, un artículo firmado por Lorena Becerra para responder a cierto comentario que hizo el presidente AMLO el pasado 10 de marzo.

Cito lo que dice el mencionado periódico:

El 10 de marzo el Presidente criticó, no por primera vez, los datos publicados en la encuesta de Grupo Reforma y los calificó como ‘cuchareados’.<br>En Reforma NUNCA se ha ‘cuchareado’ una encuesta.<br><br>

Lorena Becerra, subdirectora de Datología de Reforma

Dado que Andrés Manuel López Obrador siempre ha sido un hombre muy bien informado –lo era en la oposición, imaginemos todo lo que sabe como titular del poder ejecutivo–, de ninguna manera dudo de sus palabras.

Pero como a mí no me consta, no voy a afirmar que Reforma cucharea encuestas. Me concretaré a señalar que de eso no sé nada.

Lo que sí puedo presentar como una verdad irrefutable es que algunos de los estudios demoscópicos de Reforma los patrocina una organización de extrema derecha –Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad–, especializada en combatir, desde hace años, al proyecto político encabezado por Andrés Manuel.

Reforma no oculta el financiamiento de MCCI y hasta lo presume. Ayer jueves 11 de marzo, día de locura global por el Coronavirus, una de las notas de la primera plana de ese periódico era una encuesta pagada por Mexicanos Contra la Corrupción, que preside Claudio X. González Guajardo y dirige María Amparo Casar.

Como datos biográficos de él y ella simplemente comentaré (i) que la señora Casar tiene estudios estudios de sociología en la UNAM y en la Universidad de Cambridge, y (ii) que el otro es hijo de Claudio X. González Laporte, el hombre de negocios más cercano a Carlos Salinas de Gortari, sí, el ex presidente a quien sin exageración puede considerársele el jefe de jefes de los grupos conservadores mexicanos que buscan crear condiciones para que la oposición derrote a la 4T en las elecciones intermedias de 2021.

No sorprende que una encuesta de Reforma abiertamente pagada por la derecha presente como gran hallazgo que “cae 27 puntos aprobación de AMLO en el combate a la corrupción”.

¿2006=2021?

Uno de los pocos intelectuales realmente inteligentes de la derecha de nuestro país, Jorge G. Castañeda, con admirable sinceridad ha dicho lo siguiente en un blog de la revista Nexos, me parece que inspirado en los datos de la reciente encuesta patrocinada por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad en el diario Reforma:

√ Que, según Castañeda, los ‘poderes fácticos’ empiezan a pensar “lo que hoy solo subliman”, “a susurrar lo que hoy sólo callan”, “a decir lo que hoy solo susurran. En pocas palabras: esto no puede durar hasta el 2024”.

√ Que los poderes fácticos, tal como pasó en 2006, “se van a coaligar como lo hicieron entonces para neutralizar su acción de gobierno o de plano acotarla en su alcance y en el tiempo. En efecto, todos se aliaron contra él (AMLO) en el 2006, por muy buenas razones según la manera en que entendían sus propios intereses. Si seguimos así hoy en el 2020, no es imposible que suceda lo mismo” en el 2021.

A Castañeda le faltó poner nombres a los “poderes fácticos”. Si lo hiciera, empezaría con Carlos Salinas de Gortari y su acólito empresarial Claudio X. González Laporte.

Encuesta cara, vendida y comprada

La metodología de la encuesta de Reforma financiada por MCCI no deja lugar a dudas: se trata de un estudio caro. Entrevistar en vivienda a mil 500 personas debe tener un costo cercano a los 300 mil pesos. Desde luego, los dueños de Reforma, grandes empresarios, no solo son incapaces de regalar nada, sino que practican la religión que obliga a venderlo todo al precio más elevado posible. Estimo, por lo tanto, que doña Amparo y don Claudio X. deben haber firmado un cheque de, al menos, un millón de pesos. Ignoro si eso sea mucho o poco dinero por una publicación en el periódico dirigido por Alejandro Junco. El hecho es que la derecha más combativa paga encuestas en Reforma, lo que convierte en ocioso al debate de si ahí se cucharean o no los análisis demoscópicos.