Si no involucraran en sus canalladas a un menor, ¡de nueve años de edad!, que además es mi nieto, no respondería a periodistas cobardes, como Jorge Berry (de El Financiero), ni a chistositos fanáticos, como el monero Calderón, de Reforma.

Ha circulado una foto del mensaje presidencial del domingo en el Zócalo. Estoy en la primera fila, sí. Acompañado del mayor de mis nietos, lo que fue un honor para él y para mí.

En la misma hilera estaban otras personas que no trabajan en el gobierno: los cuatro hijos de Andrés Manuel (dos de ellos con sus parejas) y el señor José Mujica, ex presidente de Uruguay).

Los funcionarios del gabinete estaban en otras filas. Y en otras secciones los gobernadores y los empresarios que invariablemente acuden a tales eventos (entre ellos el patrón de Berry, Manuel Arroyo; en efecto, el hombre que paga el sueldito de ese calumniador).

¿Por qué estuve ahí? Porque pedí ser invitado, así de sencillo. Quise llevar al niño de mi hija. Pensé que iba a ser bueno para él escuchar el discurso de un personaje histórico. El presidente de México aceptó cuando se lo propuse y ordenó que nos sentaran ahí, en la primera fila. Por el niño, que quede claro, no por mi. Esta es la verdad. No hay otra.

Desde hace bastante tiempo he expresado en público que admiro a Andrés Manuel. Estuve en su equipo varios años y muchas veces escribí: “¡Es un honor estar con Obrador!”. He tenido el privilegio de la cercanía con los dos políticos más destacados de la historia reciente de México, el presidente López Obrador y el candidato asesinado en Tijuana en 1994, Luis Donaldo Colosio.

Considero mi obligación apoyar —hasta donde pueda hacerlo— el proyecto de Andrés. Por su honestidad y, también, por su convicción de que lo primero que debe hacer un gobernante es ayudar a los pobres, desde 2004 pienso que él es la persona más calificada para gobernar a una nación tan compleja como la mexicana.

Ya habrá tiempo, cuando se consolide la 4T, de hablar de diferencias ideológicas —que las tengo— con el presidente de México. Pero mientras las cosas se dan, prefiero no estorbar.

Eso sí, en los medios de comunicación que dirijo —SDP Noticias y El Deforma— cada colaborador puede expresar lo que se le pegue la gana sobre el actual gobierno de México.

Aprovecho para dar las gracias a Andrés Manuel. Mi nieto, a pesar de la asoleada, aprendió bastante al seguir con atención el discurso presidencial. Lo dije en otro artículo, me emocionó ver al niño cantar con toda seriedad y patriotismo el Himno Nacional.

Ha sido un privilegio para mí el hecho de que Andrés Manuel haya tenido tiempo de atender la petición que le hice para un niño. El presidente de México se sabe en la historia y, por lo tanto, piensa con cuidado todo lo que hace y dice porque entiende su enorme responsabilidad no solo como gobernante, sino como figura histórica.

Cualquier persona que hable con AMLO narrará, si vive lo suficiente, partes pequeñas o grandes de la biografía de un tabasqueño que se propuso cambiar a México, y lo está logrando.

¿Se comprende lo que digo? Andrés está obligado, por su propia relevancia, a cuidar todo lo que dice, todo lo que hace. Entonces, que se dé tiempo para hablar conmigo solo de mis nietos —algo que no añade contenido a su gesta— me parece extraordinario. Se debe a que, simplemente, hemos sido amigos y como no estoy en condiciones de aportar nada a lo que él ahora hace, las pocas veces que me ve, me pregunta por los niños —tengo cuatro nietos— y le cuento la vida de ellos.

Sé que sobran periodistas criticándome en redes y en conversaciones privadas porque estuve en el mitin del domingo en el Zócalo. Me llama la atención que no cuestionen a sus patrones: ¡los dueños de los principales medios estaban ahí! Se les convocó porque son importantes o, como yo, porque pidieron ser invitados y se les cumplió el deseo.

Pero mis amigos periodistas, tan hipócritas, solo me joden a mí, no se meten con sus jefes. Se pasan. Periodistas todos ellos, por lo demás, hoy muy criticones de un gobierno que no les hace caso ni les da dinero, pero informadores o comentócratas que no fallaban a los informes de EPN, Calderón, Fox, Zedillo, Salinas. No fallaban y sí aplaudían. Que no se les olvide.