Avión o no avión

He estado de acuerdo con muchas de las atrocidades —o de las grandes ideas, según el cristal ideológico con el que se le mire— del neoliberalismo. Pero nunca he apoyado la convicción de muchos de sus partidarios de que los jefes de Estado deben viajar en sus propios aviones.

He discutido el tema con algunos prohombres del neoliberalismo mexicano, como José Antonio Meade y Luis Videgaray. Las razones de ellos para justificar que el presidente de nuestro país viaje en su propia aeronave —es decir, dedicada a su servicio exclusivo, pero propiedad del gobierno—se sintetizan en tres tesis:

(i) El primer mandatario, que representa a toda la sociedad mexicana, debe viajar con la mayor seguridad posible, superior a la que pueden ofrecer las líneas aéreas comerciales de cualquier lugar del mundo.

(ii) El presidente de México no debe poner en riesgo ni molestar a los pasajeros que por turismo o negocios viajen en los aviones comerciales.

(iii) La agenda presidencial es tan intensa que, para cumplir con todos los compromisos, el gobernante debe usar aeronaves privadas o del gobierno pero solo dedicadas a su servicio.

Primer argumento, falso desde luego

La primera de tales tesis es horrorosa. Supone que hay terroristas muy sofisticados, esto es, capaces de derribar un avión comercial —seguramente pagados por el narcotráfico internacional, por la oposición política con oscuros nexos globales o por los poderes fácticos nacionales y extranjeros.

Ha habido en el pasado secuestros de aviones o a estos se les ha usado como bombas potentísimas, como en el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York; inclusive la mafia tiró un avión en Colombia en el que viajaba o planeaba viajar un político importante.

Mi respuesta a ese argumento siempre fue la misma: si las fuerzas del mal tienen suficiente capacidad económica como para comprar autoridades de un aeropuerto comercial, de tal forma de colocar una bomba en el avión en que va a viajar el presidente, más barato les va a salir —y lo han demostrado— corromper a los militares cercanos al presidente.

Por lo demás, ha mejorado muchísimo la vigilancia en todos los aeropuertos. Y, cuando el gobernante viaje, las medidas de seguridad pueden reforzarse sin molestar al público que viaja e inclusive sin que nadie lo note.

Segundo argumento, falso

La segunda tesis supone que el presidente de México es un hombre permanentemente amenazado por gente tan poderosa que sea capaz de montar un operativo tan costoso y complicado como el de tirar un avión comercial o realizar un atentado en las instalaciones de cualquier aeropuerto.

No me dejarán mentir, pero las veces que discutí el asunto con Meade y Videgaray les dije con toda claridad que sus razones me parecían absolutamente falsas.

Para empezar, el terrorismo internacional no amenazaba al presidente Peña Nieto —como no amenaza hoy al presidente López Obrador—; en segundo lugar, estaba convencido, y lo sigo estando, de que ante el riesgo real detectado por las agencias de inteligencia —riesgo real, conste: no solo los temores teóricos, por así llamarlos, de Meade y Videgaray, y otros— los militares honestos, que son la mayoría en México, podrían sin ningún problema y sin dar excesiva lata a otros pasajeros proteger las instalaciones aeroportuarias y el avión a usar por el primer mandatario.

Además, no solo el presidente debe ser protegido, ya que no es el único que cae en el supuesto de estar amenazado por grupos interesados en desestabilizar en México. Algunos integrantes del gabinete presidencial están en esa situación, lo mismo que dirigentes de oposición y hasta líderes de movimientos pacifistas. En los pasados dos sexenios tan importante era la seguridad de Enrique Peña Nieto y de Felipe Calderón, como la de Andrés Manuel López Obrador. De hecho, dada la relevancia que AMLO tenía como dirigente de oposición, habría desestabilizado más a México un atentado contra el tenaz López Obrador opositor que contra los gobernantes Peña Nieto y Calderón y sus principales colaboradores.

Lo que es un hecho es que, accidentes o atentados, ha habido en México lamentables tragedias aéreas recientes en las que han perdido la vida políticos de importancia..., pero ninguna en aeronaves privadas. Juan Camilo Mouriño, mano derecha de Calderón, y Rafael Moreno Valle y Martha Érika Alonso —senador y gobernadora— no murieron porque fallaron las aeronaves comerciales, sino por desperfectos o mala operación de aeronaves privadas, que según Videgaray y Meade son las más seguras. ¿Que no eran un avión y un helicóptero oficiales? Pues no, pero la flota aérea del gobierno se descompone bastante más que las de las aerolíneas comerciales.

Inclusive el avión que no tenía ni Obama falló más de una vez. En Nueva York, después de una gira, Peña Nieto tuvo que aplazar su vuelo de regreso a México, cambiar de aeropuerto y esperar que llegara otro avión presidencial.

EPN no hizo lo que después vimos con la canciller Angela Merkel, de Alemania. En noviembre del año pasado se descompuso el avión del gobierno alemán y no pudo volar a Argentina. Como solo tenía a su disposición para resolver rápidamente el problema, un avión oficial con capacidad para viajes cortos, se trasladó a Madrid, compró un boleto de Iberia e hizo el viaje a Buenos Aires como una pasajera más; los otros no se sintieron inseguros, sino bastante honrados de estar cerca de una de las dirigentes políticas más importantes del planeta.

La dirigente Alemana en vuelo comercial a Argentina... y nadie se sintió inseguro

En relación a que el aparato que rodea al presidente molesta a los pasajeros, la verdad de las cosas es que en un aeropuerto ese es el menor de los inconvenientes, sobre todo tratándose de alguien como López Obrador que no trae exceso de ayudantes y guaruras.

Tercer argumento, falso

La tercera de tales tesis tampoco se sostiene. La necesidad de cumplir con agendas complicadas es la excusa que usan no solo los presidentes para tener a su disposición aviones exclusivos para ellos; lo hacen también los candidatos en campaña. Lo curioso es que, en las contiendas electorales presidenciales en las que ha participado, sin recurrir a costosas aeronaves privadas, Andrés Manuel ha realizado muchos más mítines que sus rivales que no se bajaban de los aviones y helicópteros que utilizaban como coches particulares.

Ya en la presidencia de México, estoy seguro de que AMLO ha roto récord de giras por el país, y todas las ha hecho en aviones comerciales y en camionetas. Por cierto, ha llegado por tierra a pueblos a los que no llegaban sus antecesores ni en helicóptero

 

¿Es seguro viajar en el mismo a avión que el presidente de México?

Ayer Andrés Manuel dijo en su mañanera que iba a acortar su intervención en la conferencia de prensa para poder llegar a tiempo al aeropuerto capitalino. Lo escuché en el trayecto a la terminal aérea. Yo debía tomar un vuelo a las diez y media de la mañana a Hermosillo, Sonora. Supuse que el presidente de México iba a viajar al sureste más o menos a la misma hora. Pensé que si lo veía no lo iba a poder saludar: siempre está rodeado de gente que le pide selfies. Así que, para esperar mi vuelo, me fui a las salas (ni tan) fifís del Club Premier Aeroméxico, que Andrés jamás utiliza. Ello redujo casi a cero la posibilidad de toparme con el primer mandatario.

Cuando aterricé en la capital de Sonora encendí el celular y vi la nota en SDP Noticias: un padre de familia exigió a su esposa y a sus dos hijos abandonar el avión en el que viajaba AMLO porque se sentía “inseguro”. Entiendo sus temores, pero su forma de pensar, tan parecida a la de Meade y Videgaray —y a los jefes del Estado Mayor Presidencial— lo que provocó fue: (i) gastos para él y su compañera, ya que debieron comprar nuevos boletos para viajar a Tabasco; (ii) molestias a todos los otros pasajeros, ya que por su culpa se retrasó el vuelo, y (iii) armó —seguramente sin querer queriendo— todo un debate nacional acera de si es seguro para la gente viajar en la misma aerolínea que el presidente de la república.

Personalmente pienso que es de lo más seguro viajar en el mismo avión comercial que Andrés Manuel, pero no sé qué opine el resto de la gente. Por esta razón, las empresas OPMI y SRS preparan para SDP Noticias una sencilla encuesta que publicaremos mañana acerca del tema:

En días recientes, una familia se bajó de un avión cuando se enteró que iría el presidente a bordo. El padre argumentó que no es seguro viajar con el gobernante. ¿Se sentiría usted seguro de viajar en el mismo avión que AMLO?<br>(a) Sí<br>(b) No<br>(c) No sé

 

¿El Deforma como enemigo de que AMLO viaje como cualquier persona?

Veremos mañana el resultado de la encuesta AMLOVEmetrics. Mientras escribía esto me enteré de que El Deforma es parte del complot. Qué cosas suceden, bendito Dios. Esto vi en Twitter:

Que lo hizo El Deforma, ¿broma? ¿O fue en serio y estamos ante la transmutación de todos los valores?