“Libertad no es hacer lo que se quiere, sino lo que se debe”<br>

Miele, abuso

Don Francisco Ricardo Sheffield Padilla, procurador federal del consumidor:

Me dirijo a usted, con todo respeto, para suplicarle su intervención en un problema que tengo con la empresa Miele, fabricante de cafeteras. Se descompuso la mía, me puse en contacto con el departamento de servicio de la mencionada compañía y realizarán un diagnóstico del problema.

¿Cuánto va a costar la reparación? No lo sé. ¿En cuánto tiempo la van a reparar? Si bien me va, en dos semanas. El lunes tendré respuestas más precisas. Lo denunciable es que, además de lo que me cobren por los trabajos de compostura, tendré que pagar 900 pesos por el simple diagnóstico. Demasiado, sin duda.

Me vi obligado a aceptar tal abuso porque necesito que la cafetera funcione de nuevo. Soy adicto al café, ni hablar. Mientras los técnicos de Miele terminan su trabajo, usaré una Nespresso que me ha prestado mi hija. Lo haré, pero no me gusta el café que hacen las máquinas de la trasnacional con sede en Lausanne, Suiza.

En fin, espero que la Procuraduría Federal del Consumidor analice los precios de los diagnósticos de Miele, excesivos en mi opinión. El libre mercado no autoriza a nadie a abusar del consumidor que no tiene más opciones o que batalla para encontrarlas, como ha sido mi caso.

Vicente Serrano, Aristegui y Julio

Leí a Álvaro Cueva en Milenio y supe que, hace días, Vicente Serrano renunció a La Octava, televisora de la empresa Radio Centro. Lamento no haberme enterado antes para haber expresado oportunamente mi solidaridad con el señor Serrano, una persona que a mí me cae muy bien, a pesar de que ha dedicado algunos de sus videos de YouTube a insultarme. Alguna vez, hace años, le respondí a gritos en una entrevista telefónica que me hizo desde Chicago. Pero los pleitos en el periodismo, por duros que sean, no enemistan a nadie. Inclusive, acercan a la gente cuando no interviene la vanidad.

En su momento me dio gusto que a Serrano lo invitaran a trabajar a una de las empresas de medios tradicionales más grandes de México, Radio Centro. Creo que lo hizo Julio Astillero Hernández, director editorial. Dos veces participé en el programa de Serrano en La Octava, en el que realizó excelentes trabajos, sobre todo sus pláticas con Anabel Hernández.

El pasado miércoles, si no me equivoco, Vicente dejó la compañía dirigida por Juan Aguirre Abdó. Al aire, Serrano dijo que se retiraba porque a él nadie le va a imponer agendas o líneas editoriales.

Con absoluto profesionalismo, en la misma empresa en la que colaboraba el señor Serrano, la extraordinaria periodista Carmen Aristegui no defendió ni al medio en el que ella presta sus servicios ni al periodista que renunció; ella, simplemente, dio la nota y buscó a Vicente Serrano para que este explicara quién le tiró línea o quién lo quiso censurar. Este hombre tomó la decisión de no ampliar su denuncia porque tal vez —así lo especuló Aristegui— dará a conocer los detalles de lo que pasó en el programa que tiene John M. Ackerman en TV UNAM. Lo que diga Serrano lo difundirá Carmen Aristegui, y lo mismo hará con la información que dé Radio Centro sobre el escándalo, si es que decide hacerlo.

Por su parte, el director editorial, Julio Astillero Hernández, reaccionó con comprensible molestia porque en redes sociales lo acusaron de ser chayotero por la renuncia de Serrano. No puede haber una acusación más injusta. Julio es un periodista honesto como pocos, y ha hecho un extraordinario esfuerzo por revolucionar las formas en que se presenta la información en los medios electrónicos tradicionales. Entre sus innovaciones, dignas de aplauso, estuvo la de llevar a un youtubero conocido como Serrano a la televisión abierta.

Desde luego, Julio no intentó fijarle una línea a Vicente ni lo censuró. Lo sabe este periodista que ha sido exitoso y lo seguirá siendo en las redes sociales. Creo que, por esa razón, Serrano tendría que ser más insistente en aclarar que jamás fue censurado por Astillero. Debe hacerlo porque sus seguidores en YouTube han sido muy injustos con el también colaborador de La Jornada, que es el mejor columnista de México.

En fin, suerte a Serrano, que volverá a su espacio natural, internet; suerte a Radio Centro, empresa en serios problemas económicos y técnicos que no necesitaba este alboroto. Y suerte a Julio, no solo en lo profesional, donde por trabajador poco la necesita, sino en un tema de salud relacionado con su familia que atiende en Guadalajara.

El Yellow Kid de la revista Proceso

Veamos el origen de la expresión “prensa amarillista”, según 20 Minutos:

La prensa amarilla o sensacionalista: <br>“Suele presentar la información haciendo hincapié en los aspectos negativos, magnificándolos y exagerándolos, acompañándolos de fotografías lo más llamativas y truculentas posible”.<br>

20 Minutos

En ese sentido debe ser calificada como absolutamente amarilla la portada de la edición de Proceso que ayer empezó a circular: enorme la fotografía de un niño armado para ilustrar la nota, sensacionalista en extremo, “Los niños entraron a la guerra”.

¿Cuándo nació la expresión “prensa amarilla”?

“Para encontrar el origen del  término ‘prensa amarilla’ hay que remontarse hasta finales del siglo XIX, concretamente al periodo que va entre 1895 y 1898. Por aquella época existía una pugna periodística de gran rivalidad entre dos importantes diarios neoyorquinos: el New York World  (NYW) de Joseph Pulitzer y el New York Journal (NYJ) de William Randolph Hearst (dos de los grandes magnates de la prensa). Era costumbre en ambas publicaciones el dar a sus artículos el toque sensacionalista comentado en el párrafo anterior, buscando un mayor número de ventas”.<br>

20 Minutos

En el suplemento dominical del New York World, de Pulitzer, en esa época, se publicaba la exitosa tira cómica Hogan’s Alley del caricaturista Richard F. Outcault. El personaje principal de la tira era Mickey Dugan, quien vestía una bata amarilla. Por esa razón la gente lo conocía como El chico Amarillo (The Yellow Kid).

El New York Journal, de Hearst, sacó la chequera y contrató al caricaturista. Su competidor, Pulitzer, no se dejó, recurrió a abogados y logró en instancias legales que se le permitiera contratar otro dibujante para tener en su periódico al mismo personaje, The Yellow Kid

“Durante varios años The Yellow Kid coexistió en las dos publicaciones de la mano de dos dibujantes diferentes por lo que ambas fueron conocidas como The Yellow Kid papers (los periódicos del niño amarillo) acortándose posteriormente a the yellow papers (los periódicos amarillos).<br>Muchos son los expertos que aseguran que el nacimiento de dicho término no fue algo casual, sino que fue un diario de la competencia, el New York Press, quien se encargó de acuñar y difundir el término de periodismo amarillo para referirse a la línea editorial de ambas publicaciones, llegando a publicar tiempo después el artículo We called them Yellow because they are yellow, expresión que hace un juego de palabras con dos de las acepciones de Yellow, amarillo y cobarde (Los llamamos amarillos porque son  cobardes”.<br>

20 Minutos

Proceso no es un medio de comunicación cobarde, por supuesto que no, pero sí amarillista. Pero esta vez, desgraciadamente, su afán de llamar la atención exagerando las cosas ha ido demasiado lejos. Creo que su portada de hoy, la del niño armado, daña a un proyecto decente de gobierno, el de Andrés Manuel López Obrador, que tiene demasiados enemigos de gran poder. Proceso con la portada que estoy comentando, les está proporcionando instrumentos de ataque a la 4T que van a explotar al máximo en su campaña de desprestigio contra un presidente y una administración federal decididos a cambiar tantas cosas que la corrupción echó a perder. No es casual que un vocero de la peor derecha, la de los chuchos del PRD, como Fernando Belauzarán celebre lo que hizo Proceso:

Sin dejar de hacer periodismo objetivo y profesional y sin renunciar a su libertad —pero entendiendo que la libertad exige una enorme dosis de responsabilidad—, Proceso deberá moderarse. Saben los editores de la revista fundada por Julio Scherer que a México le conviene un gobierno cuya principal misión es la de acabar con la corrupción, como el de Andrés Manuel. ¿Tiene sentido golpearlo exagerando un hecho diseñado, precisamente, buscando que la prensa lo pintara de amarillo, tal como ha ocurrido? Que contesten los chicos amarillos del histórico semanario.