El buen juicio no necesita de la violencia<br>

Tolstoi

Andrés Manuel y Morena tienen el control de prácticamente todas las instituciones del Estado porque así lo determinó la mayoría de la sociedad mexicana. Si sus rivales hubieran gobernado con cierta eficacia y con una mínima decencia; sobre todo, si no le hubieran robado las elecciones de 2006, López Obrador seguramente sería presidente de nuestro país, pero su partido no dominaría las cámaras de diputados y senadores ni estaría en la ruta —en que parece estar, según las encuestas conocidas— para ganar prácticamente todas las gubernaturas que se disputarán en 2021.

Los derrotados en 2018, los que fracasaron en las urnas por mediocres y corruptos como funcionarios —lo mismo aplica para sus voceros empresariales y mediáticos—, se quejan ahora de que no hay contrapesos. Incapaces de construirlos por los métodos democráticos que jamás han aplicado, han encontrado en la violencia ese contrapoder que creen necesitar para no ser arrasados por los cambios políticos que está imponiendo la 4T.

Ayer publiqué que la violencia, los más de diez policías asesinados en Aguililla, Michoacán, son acciones desestabilizadoras. Pensé que estaba solo en mi diagnóstico. Hoy veo que no. Lo comparten un colaborador del diario Milenio, Epigmenio Ibarra, hombre al que respeto, y un mensaje de WhatsApp de una persona bastante inteligente identificada con el sector empresarial cuyo nombre, por elemental discreción, no daré a conocer.

El mensaje es este:

“La escalada de violencia en el país es el único contrapeso a AMLO, ya que ha debilitado todos los demás. ¿Será?”.<br>

El texto de Epigmenio vale la pena citarlo con detalle:

√ “Justo a la misma hora en que en Palacio Nacional se presentaba la estrategia nacional de paz, en Aguililla, Michoacán, un convoy de la policía estatal caía en una emboscada del cártel de Jalisco Nueva Generación”.

√ “Se establecía así un duro contraste, que los medios habrían de resaltar de inmediato, entre las palabras de paz vertidas en Palacio y las acciones de guerra que se desarrollaban, justo al mismo tiempo, en Michoacán”.

√ “¿Se trató solo de una infortunada casualidad…? ¿Era, como muchos columnistas lo presentaron, la terca realidad desmintiendo —con una muy precisa sincronía, por cierto— el discurso gubernamental? Yo, honestamente, no lo creo”.

√ “En tiempos de cambio como los que vivimos, cuando el viejo régimen que se resiste a morir cuenta aún con enormes y variados recursos y la determinación de prevalecer a toda costa, las casualidades no existen. Menos todavía cuando en ese régimen capos y gobernantes corruptos llegaron a ser las dos caras de una misma moneda y cuando ambos, capos y corruptos, saben muy bien que AMLO sí es, en efecto, un peligro para ellos”.

√ “No existen las casualidades en la guerra cuando se trata de emboscadas con este nivel de éxito táctico-estratégico. Este tipo de operaciones mayores por parte del narco no se producen espontáneamente”.

√ “Tantas bajas entre los policías y el que los agresores hayan salido ilesos… nos hablan de que la operación fue cuidadosamente planeada y buscaba tener un impacto político-mediático a escala nacional”.

√ “El campo de batalla no era pues Aguililla, sino Palacio y, obviamente, las páginas de los diarios, la radio, la televisión y las redes sociales a las que la derecha conservadora ha conseguido —casi— quitarles lo que de ‘benditas’ les quedaba”.

√ “Tampoco es casual que estas acciones violentas se registraran justo en la tierra en la que Felipe Calderón inició, el 10 de diciembre de 2006, la guerra contra el narco”.

√ “Una guerra que, pese a las provocaciones, no debe reiniciarse jamás”.

Más muertos en Iguala

Un día después de la tragedia de Aguililla, en Iguala —informa SDP Noticias— “al menos 15 muertos es el saldo preliminar de un enfrentamiento entre elementos del ejército mexicano y presuntos miembros del crimen organizado”.

Aunque aquí la mayor parte de las víctimas eran delincuentes, cabe preguntar ¿quién y para qué ordenó un ataque condenado al fracaso contra militares capacitados para el combate?

Pienso que Aguililla e Iguala son parte de la misma estrategia para minar el prestigio del gobierno de López Obrador. No hay otra explicación.