Vamos a suponer que repentinamente aparecieran los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero; quienes, mediante una obra de hipnotismo, no pudieran recordar quién se los llevó, ni dónde estaban. ¿No cree usted que habría algunas dudas que aclarar?

Así como se desvía la atención del hecho de que Rosario Robles se haya robado el dinero de los pobres, hacia la falsificación de su licencia de manejo (otorgada, por su puesto, por su propia defensa), no debemos perder de vista que, independientemente de que no aparezcan los 43 estudiantes, se debe aclarar por qué los atacaron y quién dio la orden.

Si Enrique Peña Nieto es llamado a declarar, no creo que aporte demasiada información al respecto, pues él no es más que un cachorro del grupo Atlacomulco, acaudalado e inconsciente (como lo demuestra su puntada de disfrazarse para cenar con su chica en Nueva York) que fue impuesto como presidente para firmar papeles.

Peña Nieto no conoce el peligro, no conoce la política, no conoce nada, solo sabe robar. Quien planeó el ataque a los normalistas, la noche del 26 de septiembre de 2014, pudo haber sido una mente diabólica, afamada por sanguinaria y experta en truculencias.

Mientras procuradurías, fiscalías, comisiones, asociaciones, abogados, familiares, periodistas y público en general se enfrascan en discusiones jurídicas sobre la validez de una verdad histórica y se preguntan por el destino de los desaparecidos, se pasa por alto la pregunta principal: ¿Por qué lo hicieron?

El gobierno priísta y su corte de “periodistas” chayoteros y leguleyos de ocasión, insinuaron que se trató de un acto relacionado con el crimen organizado, pero el caso comenzó a adquirir tintes políticos cuando también empezaron a relacionar a los normalistas con el gobierno perredista (cuando era de izquierda), y a López Obrador con el expresidente municipal de Iguala, José Luis Abarca (dañando de paso al PRD en las elecciones para diputados, pues Abarca fue detenido en Iztapalapa, CdMx). Si la sociedad civil no se moviliza, ahorita el PRI estaría cosechando votos de la desaparición forzada, pasándole la bolita a sus adversarios.

Por lo pronto, en lo que continúan las investigaciones en el nuevo gobierno de izquierda que tenemos, vale la pena recordar que…

 

Mil millones de pesos en las arcas públicas, como en cada año de Hidalgo, cuando termina otro sexenio de derecha.

 

Mujeres vivas en el país.

 

Funcionarios del Gobierno de Peña Nieto en el país (huyendo quién sabe por qué).

 

Contingentes en las marchitas “fifís”, para sacar a López Obrador de la presidencia.

 

Grados etílicos para que Felipe Calderón te deje ciego.

 

Neuronas para que Vicente Fox articule una expresión coherente.