Después de dos días con un intenso dolor de cabeza y de garganta, y cuando descubrí que mi temperatura alcanzó los 38 grados, decidí sacar una cita con el doctor.

Además del malestar podrá imaginar usted, querido lector, la cantidad de pensamientos catastrofistas que daban vuelta en mi cabecita loca. Y es que, en verdad, enfermarse de la garganta o de las vías respiratorias en época de coronavirus no es precisamente el sueño dorado de nadie.

El médico procedió a la revisión. Me dijo que tenía una muy fuerte infección en la garganta, que había alcanzado los oídos y que me recomendaba me fuera a casa, tomar mucha agua, estar tranquila y uno que otro etcétera.

Seguí las instrucciones esperando mejorar pero ayer, cerca del mediodía y comprobando que la fiebre seguía sin ceder, un amigo me aconsejó llamar a la línea de atención del Coronavirus.

Dudé varias veces, pensando que iba a marcar y la línea estaría ocupada o, peor aún, que me encontraría con una de esas máquinas que te dicen: “si tiene fiebre marque uno, si no tiene marque dos, si conoce alguien enfermo marque tres….” y la verdad, así de mal que me sentía, no me parecía la mejor de las ideas.

Finalmente marqué. Para mi sorpresa, del otro lado atendió una voz muy amable, que fue preguntándome sobre mi estado de salud y cuál era el motivo que tenía para sentirme preocupada.

Le dije que hace una semana estuve en contacto con una persona, cuya hermana había regresado de España en fechas recientes.

Fue entonces cuando me tomó mis datos: ciudad, dirección, teléfono, edad y me preguntó si contaba con algún tipo de seguro médico o de seguridad social.

Me dijo que iba a registrar mis datos en una base, que ahí estarían a la vista de médicos especializados e infectólogos y que en caso de considerarlo necesario, vendrían a casa a hacerme una prueba.

Me quedé más tranquila aunque, sinceramente, jamás pensé que me fueran a llamar.

Dos horas después, aproximadamente, recibí una llamada de la jurisdicción sanitaria de aquí del puerto para preguntar cómo me encontraba, si presentaba más síntomas o si sabía si las personas con las que había estado en contacto se encontraban bien.

Pero ahí no acaba mi sorpresa. No fue una, fueron en total tres llamadas las que recibí en el transcurso de ayer y hoy de médicos que me han hecho saber que están muy atentos a la evolución de mis síntomas, que por fortuna ya son mucho menores, casi nulos.

Cuento todo esto, querido lector, para que las personas sepan que detrás de esta pandemia sí hay personal calificado y que sí están atendiendo las llamadas de la población.

Espero, de verdad, que mi caso no sea uno en un millón y que quien lo necesite sea atendido de la misma forma que yo, porque aunque estoy muy segura que lo mío no es Coronavirus, el saber que de estar contagiada iba a recibir la mejor atención, me tranquilizó un montón.

Comparto con usted la página donde obtuve la información y ojalá, si vive en el estado, le sea de utilidad. 

http://www.veracruz.gob.mx/2020/03/16/comunicado-diario-de-la-secretaria-de-salud-sobre-coronavirus-en-veracruz-16-03-2020/