La reforma a las pensiones que se anunció esta semana es importante, necesaria y urgente, pero de ninguna manera se puede considerar histórica porque no busca resolver los graves problemas estructurales que han impedido construir un retiro laboral digno.

Con el sistema actual de las Afore, los trabajadores que se jubilarán enfrentarán un panorama de pobreza durante su vejez debido a la estrechez de las aportaciones y a las presiones que encarna la informalidad en nuestra economía.

Por eso, hay que reconocer las ventajas de esta reforma.

La primera y más importante es que establece el compromiso del actual gobierno para no tocar el ahorro para el retiro de los trabajadores que, en segundo lugar, podrán elegir qué institución manejará sus recursos y, tercero, abre la posibilidad de que la inversión de esos fondos no esté condicionado a proyectos públicos, sino que se inviertan en los más rentables, viables y con tasas de retorno seguras, incluidos los del sector privado.

Sin embargo, y a reserva de conocer los detalles de la propuesta, lo que se ha difundido de la reforma plantea varios asuntos preocupantes:

De entrada, mantiene las restricciones de la estructura del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) que no ha sido garantía para incentivar el ahorro individual, lo que traído como consecuencia que los trabajadores dispongan de una bolsa de retiro más reducida que sus magros salarios promedio y, en esa línea, no se observan compromisos para que las Afore compitan por mejores rendimientos que contribuyan a incentivar la formalización del empleo en el territorio nacional.

Privilegia a la mano de obra que no cotizó las 1,250 semanas exigibles más los 60 años cumplidos para poder gozar de la Pensión Mínima Garantizada (PMG) que se requieren en el esquema actual. Con la reforma, bastarán 750 semanas para el retiro, lo que abre una amplia gama de negociaciones políticas que pueden desvirtuar las ventajas posibles.

Además, plantea diferencias entre los trabajadores mexicanos porque excluye a los afiliados al ISSSTE, que incluye a las universidades públicas, así como a estados y municipios.

Es muy importante considerar que la Ley del SAR no es constitucional, lo que significa que una mayoría simple en la Cámara de Diputados puede cambiar este esquema para bien o para mal y en el Congreso actual no disponemos de legisladores avezados, al contrario.

Llama la atención que, como no sea mediante algún subsidio fiscal, por la vía de precios o la contención salarial, no se ve cuál es el incentivo para que los empresarios lleven la carga más alta de las aportaciones para el retiro y que, a lo largo de 8 años, casi se triplicarán para pasar de 5.13 por ciento actual a 13.875 por ciento, sin que el gobierno haga aportaciones de manera clara o visible.

El riesgo que plantea la reforma es que se perpetúe el subregistro de salarios ante el IMSS con pagos en efectivo de la diferencia para los trabajadores, con lo que los patrones (especialmente las micro, pequeñas y medianas empresas) trasladarían a la sociedad el costo fiscal o subsidio de esta reforma pensionaria.

Tampoco se observan compromisos para favorecer la expansión del empleo formal sobre el informal que, por la vía salarial, se traduzca en una bolsa pensionaria atractiva que, al estar basada en una masa cada vez más amplia de trabajadores contractuales, garantice un retiro digno. Hasta donde se ve, prevalece la posibilidad de continuar con la doble contabilidad salarial.

Con relación a los subsidios fiscales, desde el anuncio de esta reforma se publicitó que al sumar los recursos de este plan con la pensión universal para adultos mayores (que actualmente el gobierno otorga a 8 millones de personas) permitirá disponer de un fondo de retiro excepcional, pero igual de inseguro que ahora, porque esos recursos hoy son exclusivos para quien tiene 68 años o más.

La iniciativa, por lo que se ve, se basa en subsidios fiscales que no se sabe de dónde saldrán porque a la informalidad no se le toca, quizá porque aporta muchos votos.

Hace falta mucha información para pensar en un retiro digno, que tanta falta hace.

@lusacevedop