La exgobernadora de Yucatán renunció al Partido Revolucionario Institucional, tras arremeter que hubo un desaseo en las pasadas elecciones internas para renovar la dirigencia Nacional; ¡vaya, qué sorpresa!, sí esa ha sido su esencia dominante que ha retratado el conservadurismo; empero, desde una crítica objetiva, tiene razón. El inclinado proceso, evidentemente beneficiaba a Alejandro Moreno, el ahora virtual presidente del PRI; a todas luces era claro, que la estructura del partido, ya había instrumentado un clima que favoreciera al gobernador con licencias; en términos políticos, ya se había bajado línea de los jerarcas del revolucionario institucional, que ahora tienen al partido sumido en un profundo vacío por el enorme esquema antidemocrático que por muchas décadas, prolifero en la hegemonía omnipotente de ese roble dinosaurio que perecía invencible.

Esa premisa no causó estupor. La lógica indicaba un arrastre importante de “Alito”. El doctor Narro ya lo había mencionado, el proceso estuvo lleno de inconsistencias, irregularidades e imposiciones. ¡Eso ya lo sabía hasta Ivonne Ortega!; entonces, ¿por qué no se hizo aún lado desde antes?, de menos, eso hubiera mostrado más congruencia, responsabilidad e intelecto.

Sin embargo, Ivonne Ortega fue militante durante 29 años; incluso fue gobernadora del Estado de Yucatán y ocupó varios cargos legislativos importantes; siendo así, fueron casi seis lustros que Ortega fue omisa y comparsa de ese bagaje extenso de artimañas que personificaba un partido político que en los hechos, nunca ha sabido lo que constituye la democracia. En casi treinta años como militante, hubo dedazos, imposiciones, corrupción, simulación, espuria y un sinnúmero de hechos que descubren el hilado trama, de un partido cuya voracidad ha estado plagada de irregularidades. Entonces, ¿Por qué hasta ahorita Ivonne?, si el PRI siempre se ha alimentado de ese disfraz revolucionario e institucional; ¿Por qué cuando hubo hechos irregulares no lo hizo?, ¿Por qué no le beneficio?, posiblemente porque hasta ahorita se enteró que el PRI está lleno de anomalías ¿fue eso?, en 30 años pasaron muchos hechos vergonzosos del partido, ¿Por qué no dijo nada?

Los argumentos que da la exgobernadora, constituyen un núcleo sumamente aseverativo; el PRI va en picada. Si hacemos una sinopsis pequeña, podemos descifrar que lo que cita Ortega, hace muchos años que viene padeciendo esa afección el partido; es impensable decir que Ivonne Ortega nunca se enteró de la expansiva demagogia que paulatinamente debilitaban al partido; si, la ilegalidad, las elecciones fraudulentas y la corrupción: sepultaron a este instituto político a una insostenible estructura que se empecina en reivindicar la dirección de una ruta democrática, que siempre estuvo disfrazada de una base ideológica irreal, inflexible, anacrónica y reaccionaria al viejo régimen.

Es claro, que la narrativa de la exgobernadora, es una mezcla de insensibilidad e incongruencia; el PRI claramente se hunde porque ha sido inoperante durante años; porque sinrazón alguna, centralizó el poder en el ejecutivo, como figura que direccionaba y orquestaba la toma de decisiones; porque fue el pionero de ese lastre de la corrupción, que engendraba personajes ambiciosos del poder.

El desprecio inexorable que esboza Ortega, es parte de la irritación que ensombrecieron durante años a una sociedad, que consecuentemente había manifestado el rechazo por aquel partido de Estado, que fraguó en muchas ocasiones, las prácticas más antisociales de una frágil y debilitada maquinaria que de desmoronó en las pasadas elecciones del 2018.

Ivonne Ortega tiene razón, el PRI está condenado al menosprecio de la sociedad, porque no superó el legado genético que durante años, se fue diluyendo, sin embargo, la exgobernadora celebró en muchas ocasiones elecciones, procesos, actividades, renovaciones, dirigencias y liderazgos; entonces ¿Por qué hasta ahorita?

¡Qué contradicciones!

Nos vemos pronto.