¿Hay suficientes condiciones de salud para que se cumpla el proceso electoral de este 2021? El Covid-19 impide que se lleven a cabo con normalidad los comicios, sobre todo en estados como Nuevo León.

Y no me refiero a lo casi imposible que resultará para los candidatos hacer campaña sin mítines, sin concentraciones masivas, sin eventos populares. Descarte el lector todo esto de entrada.

Piense más bien en la jornada del próximo 6 de junio. Se tendrán que insacular a los funcionarios de casilla, una buena parte de ellos, mayores de 60 años. Es obligatorio por Ley que estos funcionarios se presenten en su casilla respectiva y sean los responsables de la recepción y cómputo de votos.

Serán más de 20 funcionarios conviviendo juntos todo el día, contando a los representantes de partido, de candidatos, etcétera ¿Usted iría? ¿Se la jugaría así le garanticen todas las medidas de salud? Habrá muchos que aceptemos. Pero también habrá muchos que digan que no. Y nadie podrá acusarlos de no ser ciudadanos responsables, comprometidos con la democracia, etcétera.

En las elecciones pasadas, muchos electores formamos una larga fila para votar en nuestra casilla de más de media cuadra. ¿Qué tan largas se formarán ahora las filas para respetar la sana distancia?

Si el gobierno de Nuevo León no nos deja ir los domingos ni por un refresco a la tienda, ¿sí nos pedirá salir como deber cívico el día de la elección? ¿Cederá la pandemia de aquí a junio? ¿Habrá suficiente vacunados dentro de cinco meses? ¿No aseguraron ya a nivel global la OMS, Joe Biden y Angela Merkel que lo peor del Covid-19 apenas está por venir?

Y ya se lo que estará pensando el lector: en EUA acaban de celebrarse los comicios presidenciales. Sí, pero allá existe la modalidad del voto por correo, y lo operó un porcentaje amplio de electores (con las consabidas quejas). Pero en México esa modalidad no existe.

¿Qué electores en cambio sí saldrán a votar aunque se jueguen la vida, llueve, truene o relampaguee? No nos engañemos: los acarreados. Los que recibirán una lana; los que movilicen aquellos candidatos que más dinero tengan para el acarreo. Así como sucedió en las pasadas elecciones de Hidalgo y Coahuila.

Quizá las autoridades electorales digan: “vamos a esperar, a ver cómo evoluciona o involuciona la pandemia”. Pero es un sueño guajiro suponer que la curva se aplanará de aquí a entonces. Así que lo mejor, por el bien de todos, por la salud de la gente, es posponer el proceso electoral. O resignarnos a que impere el fraude y peor: los contagios.