En política nada es casualidad, sino todo es causalidad. Y la investigación y persecución de ex gobernadores de distintas filiaciones, es a todas luces estrategia para la causa electoral del 2018. El PRI necesita de manera urgente una transfusión de credibilidad en la antesala del proceso electoral para las próximas elecciones a la Presidencia de México.

Incluso, la renovación de imagen le es necesaria, vital, desde el proceso electoral que corre para los comicios de gobernador del Estado de México; que de perderlos sería el preludio para la derrota en el 2018.

Entonces, la detención de los ex gobernadores priistas Tomás Yárrington Ruvalcaba de Tamaulipas y Javier Duarte de Ochoa de Veracruz, son acciones contundentes que repercuten en la imagen del Gobierno Federal y en el ánimo del electorado, por supuesto.

Claro, puede ser como dijo el Presidente de México, Enrique Peña Nieto:  “Su localización, y seguimiento y captura, hay que decirlo, son resultado del intercambio de información y del trabajo coordinado de las instituciones del Gobierno mexicano con sus contrapartes internacionales”.

No obstante, subyace la causa electoral.

¿Y la captura de los ex mandatarios repercute en imagen positiva o negativa?

Pues el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, ha promovido una imagen positiva al decir: “Estas detenciones son un mensaje firme y contundente del Estado mexicano contra la impunidad":

Y es plausible la postura. Pero…¿y los mexicanos le creen? ¿Con la detención de ambos ex gobernadores los electores votaran masivamente por el PRI en las elecciones del 2017 y en las del 2018?

¿Tal captura representa que el Gobierno Federal no solapará ni a un solo gobernador más con conductas ilícitas (narcotráfico, enriquecimiento inexplicable, peculado, etc.)? Sean del partido que sean, empezando por los del PRI. O es como dice la sabia filosofía popular: “Solamente para taparle el ojo al macho (mientras pasan las elecciones más importantes que definirán el rumbo de México)”.

La detención de ambos ex mandatarios sin duda es una acción esperada por los mexicanos. Sin embargo, los emblemáticos casos dejan amargo sabor de boca, la sensación y el miedo de vivir en un país donde los gobernantes son los primeros en saquear las arcas públicas, en traficar con drogas y vidas humanas, en matar de hambre a los gobernados, en llenar fosas clandestinas de cuerpos de seres humanos, etc.

Y gobernantes de casi todos los colores, no solamente del PRI. Porque en México el sistema está podrido.

Parece como si existieran redes al interior de los partidos políticos. ¿Será por eso que se ven pleitos encarnizados entre grupos internos? ¿Entre políticos de un mismo partido o de partidos distintos? ¿Cómo si se disputaran la plaza y no el honor de servir al pueblo?

No hace mucho, el ex gobernador priista Humberto Moreira y el ex Presidente de México de extracción panista, Felipe Calderón Hinojosa, se pelearon públicamente y sacaron a relucir situaciones hasta de sospechosos silencios (¿o fueron complicidades?); Calderón dijo haber tenido conocimiento que en Coahuila anidaba la crema y nada de organizaciones criminales. Y Moreira lo acusó de haberse robado la elección presidencial. 

El panista también se habría enterado de las andanzas de Yárrintong pero hizo poco caso (http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/columna/roberto-rock/nacion/2017/04/14/yarrington-el-extrano-pacto).

Y Yárrington, acusado de delincuencia organizada, quiso ser Presidente de México, aunque solamente se quedó en anunciar sus aspiraciones. ¿Se imaginan? Nuestro país sería ahora algo así como un Colombia.

¿Cómo creer en que ahora sí va en serio la extinción de la impunidad de los ex gobernantes y mandatarios en funciones, de diputados, de senadores y de servidores públicos en general? ¿Cómo si detrás de cada uno hay toda una historia de complicidades?

Con sus excepciones, saquean las arcas públicas, trafican y asesinan, y andan como si nada, mientras las cárceles están llenas de personas pagando largas condenas por haber robado por hambre.

No basta la captura de dos ex gobernadores para creer en el combate en contra de la impunidad de la clase política; tal detención no le devolverá la credibilidad al PRI, ni al corrompido sistema.

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