A la gente no se le puede seguir engañando; por más que monte un show tras otro y se pretenda catapultar como el gran héroe de México, el canciller Marcelo Ebrard Casaubón, en su afán de protagonismo ha rebajado su moral a fincar una aspiración política -por demás legítima- en una atroz pandemia que tanto dolor y daño ha causado a los mexicanos. Y no está mal que esté pavimentando el camino a la presidencia, como se asegura es su objetivo, lo que es reprobable es que lo haga a costa de la buena fe de un país devastado y ávido de esperanza y de buenas noticias.

Lo de esta mañana ha sido vergonzoso. La presencia de un importante número de actores del gabinete de gobierno Federal para recibir el avión de DHL que transportaba las vacunas no fue lo peor que hemos visto del canciller quien gustoso posaba para la foto de primera plana en los periódicos de mañana, pues ya antes nos ha dejado otras imágenes para rememorar.

Y no hay que ir muy lejos a buscar, baste recordar el tuit del pasado domingo que colocó en redes sociales la subsecretaria de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la cancillería, Martha Delgado, con el siguiente texto:

“La semana que entra será crucial para concretar la llegada de las primeras vacunas contra la #Covid-19 a #México. Hoy, @m_ebrard desde en la cancillería afina los últimos detalles del proceso de envío e importación”.

El tuit fue acompañado de una imagen del secretario en su oficina realizando una llamada telefónica, donde al puro estilo del rockero de los 60’s, Cesar Costa, luce un suéter oscuro en su espalda dejando caer las mangas al frente.

La funcionaria, seguramente en complicidad con su jefe, intenta destacar como un tremendo logro que en día de asueto esté trabajando para coordinar los últimos detalles para la llegada a nuestro país de las primeras vacunas contra el Covid-19 de Pfizer, que por cierto, no es una función que debiera corresponder a la cancillería y sí a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

Pero no es la primera vez que vemos a Ebrard en ese mismo contexto de asumir funciones que no le corresponden y de propiciar que su figura aparezca en las portadas, solo tenemos que remontarnos al huachicoleo y recordar que fue el propio titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores quien dirigió las acciones encaminadas a la compra de 612 pipas (vehículos auto tanques) con capacidad equivalente a 144 mil barriles diarios, para distribuir los combustibles y fortalecer el combate al robo de los energéticos, por un monto total de 100 millones de dólares, es decir, 8 millones más de lo que se había presupuestado, y hubo de cambiar la ley por tratase de vehículos que violaban las normas carreteras, sin menoscabo de que se saltó el proceso de licitación correspondiente.

Fue también Ebrard Casaubón, el encargado de instalar el puente aéreo que en el marco de la pandemia se tendió con China en abril de este año para abastecer insumos médicos al personal sanitario de nuestro país en la lucha contra la enfermedad causada por el coronavirus (COVID-19).

Insumos adquiridos a China que resultaron, hay que decirlo, de muy mala calidad propiciando que no se cumpliera satisfactoriamente con el objetivo de brindar artículos de protección a los encargados de la salud quienes se vieron obligados -los que pudieron económicamente- a comprar de sus bolsillos sus propios artículos para desempeñar en mejores condiciones su trabajo.

En días pasados, Marcelo apareció en la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, y con la frase de “Misión cumplida”, fanfarroneó sobre su labor concluida en la presentación del plan de vacunación contra la Covid-19 en México, que también habrá que mencionarlo, se limitó a establecer el orden y las fechas en que los diversos sectores de la población serían inmunizados.

Esta mañana, millones de mexicanos, ilusionados con el arribo de la vacuna que ayudará a ganar la batalla contra la Covid-19, observamos un gran despliegue de funcionarios, autoridades, y medios de comunicación en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Nuevamente el canciller con su abrigo largo encabezando y supervisando las acciones.

En un acto protocolario al pie del avión que transportó las vacunas, hicieron uso de la voz diversos funcionarios.

La subsecretaria de la cancillería, Martha Delgado, desviviéndose en elogios a su jefe, destacó que México fuese el primer país latinoamericano en recibir las vacunas de Pfizer. Dijo también que se lograron donaciones por dos mil millones de pesos y habló de un “largo recorrido” para el proceso de vacunación.

El titular de la SHCP, Arturo Herrera, en breve mensaje, garantizó que se cuenta con recursos suficientes para adquirir cuantas dosis sean necesarias para vacunar a todos los mexicanos.

El costo de las vacunas (33,000 millones de pesos) es sólo una parte del gasto en el proceso de aplicación de las vacunas, mismo que será absorbido por el gobierno federal, dijo.

Marcelo Ebrard por su parte, adelantó iniciará mañana una operación muy grande de vacunación y de transporte. Subrayó asimismo el hecho de que México se encuentre entre los primeros 10 países del mundo en recibir la vacuna. Agregó, el convenio “son más de 34 millones de vacunas con Pfizer y se está platicando con otras vacunas”.

El canciller no perdió oportunidad de soltar un par de frases triunfalistas más, tales como “Hoy es el principio del fin”, y, “Vemos claramente que vamos a derrotar esos virus”.

En ese punto todo iba bien, hasta que los medios de comunicación y las redes sociales comenzaron a dar cuenta de que el embarque solo contenía 3 mil vacunas que únicamente alcanzarán para un mil 500 personas a inmunizar toda vez que hay que recordar, se requieren dobles dosis para su efectividad.

Tres mil vacunas para una población de 126 millones de habitantes. Tres mil vacunas que representan apenas el 1 por ciento de los 107 mil 500 empleados de salud en todo el país que según el presidente serán objeto de inmunización.

Es un primer embarque ciertamente, pero no es válida la burla, el show mediático, el alarde, la auto felicitación, la soberbia, la presunción.

Por ello, habrá que exigir al Gobierno de López Obrador actúe con responsabilidad y seriedad en un asunto de interés para todos los mexicanos. Si el simulacro de la llegada de las vacunas que se llevó a cabo en días pasados por las calles de la Ciudad de México resultó un show barato, no fue menos el montado este día por los integrantes del gabinete para recibir una ínfima parte de dosis que rompen con la ilusión de una eficaz y expedita inmunización para todo el país, en tanto se sigue sin la posibilidad de permitir al sector privado adquirir la vacuna, siendo que comercializarla representaría una descarga económica para el gobierno, ya sea para que empresarios vacunen a su planta productiva, o las familias que puedan y quieran invertir en su salud puedan adquirirlas.

¡La esperanza de los mexicanos para lograr la vacuna se ve mucho muy lejana!