Los Precios de Garantía es uno de los cuatro programas estratégicos que ha asignado el gobierno de la Cuarta Transformación a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y tiene como propósito fundamental la de favorecer la producción de los campesinos y pequeños productores más vulnerables por medio de los precios justos y pago inmediato de sus cosechas para cuatro granos y para la leche fresca.

Los granos básicos que se busca estimular su producción y alcanzar la autosuficiencia alimentaria con el programa son: maíz, trigo panificable, frijol y arroz.

Para algunos especialistas las reglas del programa Precios de Garantía, diseñado para pequeños productores, inhiben el crecimiento de la productividad de los cuatro granos básicos y leche, no obstante que fue lanzado para lograr la autosuficiencia alimentaria.

En mi opinión las críticas al programa no son del todo certeras ya que los estímulos no son para todos los productores solamente para los más pobres y estos se vuelven más productivos si tienen mejores precios por sus cosechas.

Es necesario conocer bien lo que se busca con el plan para que los campesinos más pobres tengan ingresos más justos por sus cosechas y que no sean los intermediarios los más favorecidos en detrimento del productor primario.

Los Precios de Garantía están son operados por el organismo descentralizado, Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), que dirige Ignacio Ovalle y hasta octubre de este año el programa ha beneficiado a más de un millón 900 mil productores, a quienes paga en promedio 30 por ciento más por sus cosechas de arroz, frijol y trigo; en el caso del maíz, hasta el 40 por ciento.

El programa establece estímulos que no son generalizados para todos los productores del país de granos básicos solo serán beneficiados los agricultores más pobres y en las reglas se establecen ciclos agrícolas en que se aplica, límites de superficie y volumen máximo de compra para cada productor.

En el caso de maíz, se compra la cosecha a los productores, que tienen hasta cinco hectáreas de temporal, y con un límite de compra de 20 toneladas. Según los funcionarios de la Secretaria de Agricultura, con la compra de estas cosechas a un precio justo se garantiza llegar al 100 por ciento de los campesinos más olvidados del país.

En la actualidad Segalmex cuenta con 553 centros de acopio distribuidos en todo el territorio nacional, lo que facilita la compra directa de los granos y la leche sin altos costos para el transporte.

Los granos básicos comprados a los agricultores pobres del país se comercializan en las mismas comunidades marginadas a través de los organismos federales Diconsa y Liconsa pero a precios menores que los de garantía, con lo que se da un subsidio para los habitantes de esas regiones marginadas.

Para este año el programa cuenta con una inversión de 15 mil 200 millones de pesos, de los cuales se han ejercido 6 mil millones de pesos y están pendientes 9 mil 200 millones de pesos que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público tendría que asignar. Para el 2020, el gasto estimado será de 10 mil millones de pesos.

La autosuficiencia alimentaria es necesaria , ya que al no tener una independencia en los productos alimenticios y tener una excesiva dependencia del exterior como sucede actualmente en México es riesgoso, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el país compra del extranjero 43 por ciento de los comestibles que consume y es el segundo importador de alimentos per cápita después de Japón. Una nación debería producir 75 por ciento de los alimentos que consume para no sufrir dependencia alimentaria, señala la FAO.

Ningún país del mundo tiene soberanía alimentaria, ninguna nación produce todos los alimentos que consume, todos los países, y en eso se basa el comercio, producen algo donde una región tiene ventajas comparativas e importan otras cosas; lo que es muy importante es que el país produzca aquellos rubros que son estratégicos.

México depende mucho de las importaciones para satisfacer la demanda interna de los principales granos, oleaginosas y forrajes, los cuales han crecido en los últimos 20 años. El año pasado, 79 por ciento del arroz, 50 por ciento del trigo y 34 por ciento del maíz blanco y amarillo consumido en el país provino del exterior.

La dependencia de México no solo es de alimentos, también hay la necesidad de importar insumos para la producción de granos básicos, como es el caso principalmente de fertilizantes nitrogenados que se tuvieron que adquirir en el exterior el 64 por ciento de lo que se consumió en el país el año ante pasado, mientras que del volumen de mezclas de dos o más nutrientes fue del orden del 27.6 por ciento y potásicos 8.5 por ciento. La urea es el más importante, ya que representa 41 por ciento del volumen total importado de fertilizantes.

Políticos y analistas que están en contra del programa de Precios de Garantía que busca la autosuficiencia alimentaria, resaltan que México actualmente vende más alimentos al exterior de los que compra, y que hay regiones del país con una alta productividad y que no debemos entrar en esquemas ya superados y que “supuestamente hicieron mucho daño” a la economía .

Según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), la balanza agroalimentaria de México del primer trimestre de este año reporta un superávit de 2,931 millones de dólares (MDD).

Los productos de la balanza agroalimentaria mexicana que más se vendieron en el exterior y que aportaron más divisas al país fueron: cerveza de malta 1,010 Millones de dólares (MDD), aguacate (876 MDD), jitomate (719 MDD), pimiento (480 MDD), tequila y mezcal (346 MDD), azúcar (295 MDD), productos de panadería (288 MDD), fresas frescas (286 MDD), ganado bovino en pie (180 MDD), almendras, nueces, pistaches (175 MDD), pepino (169 MDD) y frambuesas frescas (156 MDD).

Los datos de la Sagarpa nos muestran que si bien hay un superávit agroindustrial del país, este se concentra en ciertos productos como la cerveza, que representa 34.45 por ciento del total del excedente de la balanza, además de que la producción de este producto esta monopolizado por dos grandes empresas (Grupo Modelo —que pertenece a la multinacional belga-brasileña AB InBev y Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, Heineken) y para su elaboración se importan cebada, y la que adquieren las cerveceras en el país, es a precios muy bajos.

El superávit en la balanza agroindustrial, no ha significado que haya mejores condiciones de vida para la población rural. En un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la UNAM de nombre “Situación del campo en México; pobreza, marginación, explotación y exclusión”, se señala que apenas 3 millones 954 mil personas del sector rural pueden llevar alimento a sus hogares; otras 27 millones 480 mil personas no tienen acceso a una canasta básica.

La alta producción que tienen varias zonas agroindustriales del país, se debe a que se ha invertido en tecnología y que cuentan con la colaboración de los jornaleros que son contratados con muy bajos salarios, con las mínimas condiciones de seguridad social y son explotados casi como esclavos.

El desigual desarrollo económico del país, provoca que muchos trabajadores de las zonas rurales marginadas emigren a los lugares donde hay trabajo y, lo hacen acompañados de sus familiares, quienes en muchos casos también son contratados para las labores agrícolas, no importando que sean niños, mujeres embarazadas o ancianos.

Los Precios de Garantía en mi opinión no es un programa descabellada, ya que por un lado hay que procurar que haya más producción de granos básicos y que los productores del campo que están en condiciones de pobreza obtengan por sus cosechas precios más altos y que no sean explotados por la cadena de distribución de los acaparadores y especuladores del campo.

La mayoría de los países subsidian la producción de granos básicos, y ejemplo de esto lo tenemos con Estados Unidos que su Congreso aprobó en 2015 subsidios por 956 mil millones de dólares para el agro norteamericano. La Ley Agrícola, más conocida como Farm Bill, destinó en promedio 97 mil millones de dólares anuales en subsidios a los agricultores, recursos que financiarán programas como precios de sustentación, seguros de cosechas y subsidios.

Francia destina más del 60 por ciento a las grandes explotaciones agrícolas y este país se ha opuesto a que la Comisión Europea (CE) intercambie ofertas con el Mercosur para las negociaciones de libre comercio, porque rechaza la apertura del mercado agrícola regional para las exportaciones sudamericanas.

El pugnar por una mayor independencia agroalimentaria del exterior y que los productores rurales de ingresos más bajos tengan mejores precios por sus productos no son medidas populistas, ni tampoco significaría mayores distorsiones para el mercado, lo que distorsiona el mercado son las empresas monopólicas del campo y la cadena especulativa de distribución.