El subsecretario para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Jesús Seade, informó que recibió este lunes 16 de diciembre una carta por parte del representante comercial del gobierno norteamericano, Robert Ligthizer, donde aclara que no habrá inspectores laborales en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

En la misiva enviada al funcionario mexicano, se asegura que las verificaciones serán realizadas exclusivamente por panelistas independientes, como se acordó en el protocolo modificatorio del T-MEC.

El que no haya inspectores estadounidenses en México, no significa que las empresas exportadoras que están en territorio nacional no estén en peligro de ya no poder vender sus productos al mercado del país vecino al no respetar las condiciones laborales y una de las que más riesgo tienen son las agroindustrias que tienen como base la explotación de los trabajadores agrícolas.

El año pasado las exportaciones mexicanas de productos agroalimentarios sumaron un valor de aduana de 35 mil millones de dólares, con lo que el país se calificó en el top 10 de las naciones con mayores ventas en los mercados internacionales de esos productos.

Las exportaciones de productos agroalimentarios de México no han dejado de crecer este año y el sector ratifica su posición como el tercero más importante entre los exportadores, sólo superado por las industrias manufacturera y automotriz.

La venta en los mercados internacionales de alimentos naturales y procesados de México aumentó a tasa interanual 5.9 por ciento durante la primera mitad del 2019, al sumar 19 mil 453 millones de dólares, se espera que se termine el año con exportaciones con un valor de 38 mil millones de dólares.

El sector agroalimentario de México pasó de registrar un déficit comercial estructural con Estados Unidos y Canadá en 1993 a un superávit creciente, que en el 2018 se ubicó en 7,300 millones de dólares (de 8,100 millones de dólares que México obtuvo de saldo positivo en ese mismo año en su comercio global).

El gran éxito de las agroindustrias mexicanas que exportan sus productos principalmente en el mercado estadounidense se debe a los bajos salarios que pagan a sus trabajadores y a los casi nulos derechos laborales.

Los jornaleros agrícolas en México son trabajadores temporales del campo que se encargan de la siembra, cosecha, recolección y la preparación de los productos agropecuarios, siendo su labor de gran importancia para el desarrollo de las prósperas empresas agroindustriales del país; pero desgraciadamente estas personas son víctimas de explotación y malas condiciones laborales, que casi los tienen como esclavos.

El desigual desarrollo económico del país, provoca que muchos trabajadores de las zonas rurales marginadas emigren a los lugares donde hay trabajo y, lo hacen acompañados de sus familiares, quienes en muchos casos también son contratados para las labores agrícolas, no importando que sean niños, mujeres embarazadas o ancianos.

La población de jornaleros agrícolas se estimaba el año pasado en casi 3 millones trabajando directamente en los campos, incluyendo a su familia hay asociados a los jornaleros 9 millones de personas.

Entre la población de jornaleros agrícolas sobresale la prevalencia de habitantes de lengua indígena, la cual es de 18 por ciento, lo que representa casi el triple respecto a la población nacional total que es de 6.6 por ciento, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Los datos aportados por Inegi nos dan cuenta de la importante participación de los pueblos indígenas en la actividad del campo bajo el esquema de jornaleros. Destaca también que las labores agrícolas han sido hasta ahora desarrolladas en su mayoría por hombres, representando 81 por ciento de los jornaleros. Así mismo, 5.5 por ciento de quienes laboran como jornaleros agrícolas mayores de 60 años, y de ellos, menos de 20 por ciento están afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) o goza de algún seguro para el retiro, lo cual los convierte a estos trabajadores adultos mayores en uno de los grupos más vulnerables dentro de la población jornalera.

Los hijos e hijas de los jornaleros agrícolas mexicanos son un grupo especialmente vulnerables. Un 44 por ciento de los hogares de jornaleros agrícolas contaban con al menos un niño o niña trabajador, y sus ingresos se acercaban al 41 por ciento de los del total familiar.

Las malas condiciones laborales de los jornaleros agrícolas que trabajan en las agroindustrias de México podría ser motivo para que empresas de Estados Unidos pidan dentro del marco del T-MEC un panel de controversias y que este determine que se están violando derechos laborales con lo que se pondría un freno a las exportaciones mexicanas de productos agrícolas en el mercado estadounidense y de Canadá.

El gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador así como los gobiernos estatales, deben ser más enérgicos para erradicar estas prácticas laborales que favorecen la explotación de los trabajadores agrícolas y los tienen a éstos en condiciones casi de esclavos en pleno siglo XXI; también tienen que ser más estrictos en las sanciones para los empresarios agroindustriales que llevan estas prácticas de trabajo y sancionar a los supuestos líderes sindicales que firman a espaldas de sus agremiados contratos que en nada ayudan a los trabajadores.