El Congreso de España eligió el pasado ocho de enero a Pedro Sánchez como Presidente de gobierno a la cabeza de una coalición de izquierdas, poniendo fin a un estancamiento político de casi un año para la cuarta economía más grande de la eurozona y la decimotercera a nivel mundial en términos nominales.

La parálisis política de España por la falta de un acuerdo para nombrar al Presidente del gobierno no impidió que la economía de ese país siguiera avanzando. En el tercer trimestre de 2019 el Producto Interno Bruto (PIB) español creció un 2 por ciento.

La llegada al poder de Sánchez del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) por medio de una coalición con el partido Unidas Podemos, como socio menor, está causando preocupación en algunos sectores debido a la posibilidad de cambios profundos en las políticas económicas del país hispano dado el radicalismo del partido de Pablo Iglesias que ve en el modelo venezolano de Hugo Chávez una opción para poderlo aplicar.

Las políticas económicas en España han sido homogéneas desde hace más de cuarenta años, no importando que el poder lo tengan el Partido Popular (PP), que es de derecha, o el PSOE de izquierda.

Fueron dos acontecimientos los que marcaron la transición económica del país hispano; uno fue el los Pactos de la Moncloa de 1977 en donde confluyeron todos los sectores políticos y económicos de la nación europea y llegaron acuerdos sobre un programa de saneamiento y reforma de la economía, mientras que el otro fue un pacto de actuación jurídica y política, que llevó al país a iniciar el camino de la modernización que la llevaría a integrarse en la Unión Europea en 1985, con lo que se llegó a los periodos más largos de prosperidad de su historia.

Según un informe de The Economist del año 2005, España era el 10º país del mundo con mayor calidad de vida. Como en la economía de todos los países europeos, el sector terciario o sector servicios es el que tiene un mayor peso. La moneda de España es, desde 2002, el euro.

Desde el final de la crisis de principios de los años 1990, la economía española tuvo más de una década expansiva de crecimiento macroeconómico, por encima de la media del resto de la Unión Europea. Sin embargo, entre 2008 y 2013 sufrió una fuerte recesión debido a una crisis hipotecaria.. En 2014 el producto interior bruto volvió de nuevo a crecer, a un 1,4 por ciento. El número de desempleados alcanzó un máximo de 5.77 millones en febrero de 2014 y disminuyó el resto del año en 446 000 personas.

La economía española no se ha recuperado del todo de la crisis hipotecaria, por lo que ha tenido un bajo crecimiento en los últimos años. La deuda se ha triplicado y ya está cercana al 100 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), lo que ha ocasionado que el gobierno se haya visto en la necesidad de subir los impuestos y reducir el gasto público, hechos que afectan directamente el bienestar de la población, además de que el envejecimiento de ésta contribuye a presiones fiscales y problemas para los fondos de pensiones.

Los gobiernos tanto del PSOE como el derechista PP llevaron una política de privatizaciones de empresas estatales como la eléctrica y telefónica y llevaron programas sociales y fiscales muy similares, pero ahora con Pablo Iglesias como vicepresidente las cosas pueden cambiar.

Los distintos gobiernos españoles apoyaron a empresas de origen hispano para que hicieran negocios en países de América Latina, de una forma muy agresiva y depredadora.

La inversión española en México ha tenido muchas facilidades que están fuera de la ley del país latinoamericano con la complacencia de los gobiernos del PRI y el PAN y estas empresas de origen hispano dominan ciertos sectores de la economía como la banca, la construcción, energía, entre otras.

En México la política económica que está llevando la administración de Andrés Manuel López Obrador es más parecida a la “izquierda moderna” del PSEO y está muy lejos de un modelo como el chavismo de Venezuela, pero aun así los inversionistas españoles están temerosos de que haya cambios que perjudiquen sus inversiones.

La llegada del nuevo gobierno español, puede que haga que las relaciones comerciales y de inversión con México con ese país cambien positivamente.