Contemos algunas historias acerca de los expresidentes mexicanos Luis Echeverría Álvarez, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa.

No voy a hablar de sus privilegios. Este tema lo han documentado muy bien los investigadores Hilda Nucci y Ernesto Villanueva en su libro Los parásitos del poder, de Ediciones Proceso, que recomiendo ampliamente.

Solo diré que esa obra demuestra que los expresidentes de México tienen privilegios superiores a los exgobernantes de los países más ricos del mundo.

Echeverría

De Luis Echeverría poco hay que decir. Salió de la Presidencia de México hace cuatro décadas. Es decir, ha vivido 40 años sin trabajar.

La mayoría de los mexicanos no habían nacido cuando Echeverría dejó de gobernar. Si leen un poco sabrán que como presidente fue muy malo, y como expresidente, también.

Está a punto de cumplir 100  años de edad, es decir, pronto morirá. Cuando se vaya de este mundo se le realizarán pocos homenajes verdaderos y, sin duda, se volverán a contar todas esas historias terribles acerca de lo que pasó en su gobierno.

Carlos Salinas

Echeverría sería el expresidente más repudiado si no fuera por Salinas.

El señor Salinas lo ha intentado todo para limpiar su imagen, pero no lo ha conseguido. Le sobran dinero y complicidades con las personas económica y políticamente más poderosas de México, y las ha usado para que le publiquen libros y para dar conferencias, como la de hace un par de días en Acapulco.

Cada cierto tiempo vuelve a la carga con alguna estrategia distinta para vender una imagen decente de sí mismo. Tristemente para él, ha fracasado cada vez que lo ha intentado.

Salinas personifica la peor corrupción en México, de ahí que se le desprecie.

Durante algunos años fue muy buen presidente, pero al final de su sexenio todo lo echó a perder. Como expresidente ha sido un desastre.

Ernesto Zedillo

Gobernó muy bien. Recogió el tiradero que dejó Salinas y se dedicó a trabajar con seriedad y eficacia.

Ha sido un expresidente lejano que no ha beneficiado con la buena imagen que tiene a su partido, el PRI.

Si viviera en México, paseara por sus calles, comiera en sus restaurantes y acudiera a sus centros comerciales, recordaría a diario a la población que hay priistas que valen la pena.

Pero a Zedillo no le gusta su país. Vive en el extranjero y no quiere saber nada de México.

Zedillo da la impresión de que no ama a México, que por eso ha decidido residir en Estados Unidos.

Me parece un tipo egoísta que seguramente piensa: “Hice bien mi trabajo, pero el país que goberné es sucio y feo; como tengo la oportunidad de vivir en lugares mejor organizados y más bellos, pues lo hago”.

Vicente Fox

Gobernó mal porque se enamoró. No recuerdo quién dijo que hay hombres que no se enamoran como unos locos, sino como unos tontos. Es el caso de Fox.

A Fox lo embobó Marta Sahagún, una mujer espantosa, no por su físico, sino por sus actitudes, su ambición y por la forma en que apoyó la corrupción de sus hijos.

El primer presidente panista quiso dejar a su señora en la presidencia de México. No pudo. Marta Sahagún no tenía los tamaños que se necesitan para gobernar, es decir, no es como Margarita Zavala.

Me atrevo a pensar que, envidiosa por el éxito político de la esposa de Felipe Calderón, Marta Sahagún le dijo a Fox: “Vicente, tienes que impedir que Calderoncita sea candidata del PAN”. 

Y Fox, obediente, se lanzó a vomitar sobre Calderón y su mujer. No recuerdo declaraciones más estúpidas que las de Fox contra Felipe y Margarita.

Vicente Fox llegó soltero a Los Pinos. Iba a cambiar a México después de haber logrado la hazaña de derrotar al PRI. Pero se enamoró como un tonto y así gobernó.

Si fue un presidente tonto, como expresidente es todavía más tonto.

Felipe Calderón

No ganó las elecciones. Echó a perder completamente su biografía por haber aceptado el fraude electoral contra Andrés Manuel López Obrador.

Gobernó muy mal, sobre todo porque inventó una guerra absurda para conseguir la legitimidad que no le dieron las urnas de votación. Lo único que logró fue ensangrentar al país.

Calderón, igual que Fox, tuvo la responsabilidad de administrar una nación con los ingresos más altos de su historia; en los sexenios panistas la renta petrolera fue elevadísima tanto por el auge en la producción como por el precio del barril. Pero Felipe Calderón no hizo nada bueno con esa riqueza; Vicente Fox, tampoco. La derrocharon.

Ahora bien, ha sido muy bueno el papel de Calderón como expresidente, a pesar de algunos excesos propios de su personalidad de adolescente perpetuo.

Ayer, en El Universal, Carlos Loret de Mola describió con justicia la expresidencia de Calderón::

 √ “Acude frecuentemente a restaurantes donde lo reciben con palmas y hay fila para invitarle la cuenta”. Me consta que es cierto. Alguna vez lo vi, de lejos.

√ “Va al supermercado a comprar para que lo apapachen cajeras y amas de casa”.

√ “Camina frecuentemente por algunas calles de la Ciudad de México y otras del paìs que va visitando donde se le acercan para tomarse una foto con el celular”.

√ “La imagen que Calderón y Margarita han proyectado es la de una familia de nivel socieconómico alto que pasó por el gobierno sin enriquecerse y salió de Los Pinos para vivir en su casa de siempre”.

Nadie ha acusado a Calderón de corrupción. Por eso, vive una buena expresidencia. La mejor, sin duda.

El innegable avance de Margarita Zavala como aspirante a la Presidencia de México debe atribuirse al hecho de que su marido pueda pasearse sin mayor escándalo, esto es, como cualquier persona, por las ciudades mexicanas.