El domingo por la noche fue la entrega de los Premios Emmy a lo mejor de la televisión norteamericana, durante los cuales, “Saturday Live Night”, por milésima vez, volvió a ganar el premio al mejor programa de variedades.

La comediante Sara Silverman (nominada por “I Love You America Whit Sarah Silverman”) fingió que se dormía cuando anunciaron a los ganadores (por cierto, parece que allá también les llegó la austeridad republicana, pues en vez de contratar una orquesta, los presentadores salían con música sacada de Radio Universal).

La primera vez que escuché que alguien hacía esa grosería, fue cuando el caricaturista político Rafael Barajas “el Fisgón”, me contó cómo abandonó las filas del Partido de la Revolución Democrática (antaño de izquierda, actualmente abiertamente de derecha): En una reunión, se quejó con su líder moral, Cuauhtémoc Cárdenas, por las corruptelas que estaba observando al interior del Partido; Cárdenas fingió que se dormía, “el Fisgón”, pensando que realmente tenía sueño, le hablaba cada vez más fuerte, pero Cárdenas seguía cerrando sus ojitos, descansando sus prominentes cachetes sobre una mano, dejando bien claro que le importaban un pepino las acusaciones.

Sobre la comediante judía, aplaudo su actitud irreverente (a pesar de que soy fan de SNL), pues hizo evidente algo que todos hemos pensado cuando vemos una entrega de premios: ¿Por qué los perdedores le aplauden a los ganadores, si los carcome la envidia?

El otro día conversaba con mi amigo Fernando Rivera Calderón, titular del programa de variedades “Me Canso Ganso”, que pasa por el Canal 22, en vivo todos los jueves a las nueve y media de la noche, con repetición los sábados a la medianoche (incluyendo un bonus de media hora grabada) y que posteriormente se archiva en YouTube; programa donde tengo una participación con mi personaje Don Tafilito (un hombre atrapado en una televisión en blanco y negro del pasado).

Fernando me dijo algo que yo ya había pensado (y quizás más personas): es mucha casualidad que SNL haya salido del aire de Sony Channel Latinoamérica, justo desde que Donald Trump asumió la presidencia de los Estados Unidos.

Es como cuando Carlos Ahumada fue detenido en Cuba y casualmente desapareció el ron cubano Havana 3 de las vinaterías mexicanas (un ron muy vendido por bueno y económico). Tal vez no tenía nada qué ver una cosa con la otra, pero me pareció una casualidad bastante casual.

Es conocida la animadversión de Donald Trump hacia el programa de televisión (donde por cierto, alguna vez estuvo de invitado como candidato, pues aunque se burlaron de él hasta el cansancio, Trump no desperdiciaba oportunidad para hacerse propaganda). El presidente, con su estilo brusco, ataca a SNL por las excelentes imitaciones que hace Alec Baldwin de su persona.

El PRI siempre fue un perro faldero del gobierno de los Estados Unidos, y al parecer, la 4T mantiene una relación con pinzas con el vecino del norte, por temor a represalias comerciales.

No quisiera creer que la ausencia de SNL en México se debiera a razones políticas, pero no tiene excusa su ausencia (¿falta de rating? ¡Por favor! ¡Era uno de los programas más vistos por cable! Sencillamente, se ha transmitido ininterrumpidamente en vivo desde 1975 y por algo siempre gana los Emmys).

Ojalá Alec Baldwin fuera a una mañanera del “Peje”, para solicitar que Sony Latinoamérica vuelva a pasar SNL, a ver si así nos hacen caso a los que extrañamos a uno de los mejores programas cómicos del mundo.