En un mundo de tantos conflictos puede parecer frívolo y no apto para primeras planas el que la revista Playboy anuncie que dejará de usar desnudos en su publicación. La mercadotecnia que tiene competidores serios en las nuevas tecnologías, obliga a la revista creada en 1953, a renunciar a lo que era su sustratum y que para muchos representó una apertura al oscurantismo que ha caracterizado a un amplio sector de la sociedad estadounidense. Para la época, el que su creador Hugh Hefner lanzara la desnudez femenina como una rebeldía al conservadurismo faccioso de las clases medias y altas, era un escándalo, pero para entonces las grandes divas ya daban lecciones con su lengua procaz y sus grandes senos y Marilyn Monroe movía ostentosa sus caderas individualizando lo que la publicación hacía colectivo. Fue una rebeldía en efecto pero que tenía desde un principio un sello mercantil, la mujer como objeto sexual, vista como algo pecaminoso, que se descubre cuando anuncian sus editores, que ?ahora será más limpia y moderna? O sea que antes, ellos mismos la consideraban sucia. Contradictoriamente el anuncio circunscribe el cambio a una caída estrepitosa de ventas de los productos creados por la empresa y no a cuestiones morales. El uso a destajo de los cuerpos femeninos, como lo hace el ultraderechista Donald Trump en su concurso de Miss Universo, no plantea una cuestión innovadora porque si bien cada quien puede hacer de su cuerpo lo que quiera y el desnudo es voluntario y hermoso, todos esos alardes de una aparente apertura, en realidad solo están usufructuando para sus fines comerciales la belleza humana. Sin que por otra parte ? en el caso de Playboy-, sus años de existencia hayan significado un aporte a la verdadera liberación femenina. Terence Moix, el escritor catalán fallecido en 2003, escribió El sexo de los ángeles en 1992 (Planeta Bolsillo 1996), esa si como una verdadera rebeldía a los esquemas manidos de los años sesenta, en los que la cultura .-contaminada por el franquismo-, se exhibía en su flamante indecencia. Un personaje clave, Lieonard Pier. joven efebo que estremece al medio intelectual de Barcelona, muere en un extraño accidente que para algunos fue un suicidio y desata las más apasionadas polémicas en torno a su belleza y su talento literario. Hay mucho en esa obra de la vida de Moix, reconocido homosexual que peleó permanentemente a favor del respeto a las preferencias sexuales. Un final sorpresivo lleva al narrador a confesar su participación en aquella muerte, más bien un crimen inducido, ante el descubrimiento de que Lieonard, era en realidad un verdadero genio. Moix escribió alrededor de cuarenta obras, entre novelas, teatro y ensayo y fue multipremiado. Pero El sexo de los ángeles es considerada su gran novela, ?una de las principales novelas de toda la literatura catalana moderna?, al decir del poeta y miembro de la Real Academia Pere Gimferrer. En la lucha de Terence ? nombre que se puso en honor a Terencio- por darle sentido a la belleza y al derecho de utilizar el cuerpo libremente, algo ha quedado en su obra. Y la novela inicia con un prólogo bizantino sobre el cuestionado sexo de los ángeles, el mismo día que murió Marilyn.