¿Es Fox la figura más dominante de oposición?, ¿Será capaz Chente de jalar ese éxodo de resistencia de la 4T?, la respuesta inmediata es negativa.

Vicente Fox apareció en un evento que hizo antesala al 80 aniversario del Partido Acción Nacional; actuó a su estilo: desvainado y patético. No olvidemos que esa narrativa lo llevó a ser presidente de la República en el año 2000, cuando elaboró un clima que personificaba un hombre “bravucón”, soez, con cinturón piteado y un léxico manipulador que tomaría forma para convencer a la sociedad a través de las emociones y la irritación que había cosechado el PRI durante 70 años.

La estrategia de Fox fue centrada en esa lingüística a manera de un producto comunicativo estereotipado, creando una atmósfera de esperanza de ese personaje cuyo compromiso era: “sacar” de los pinos al partido revolucionario institucional a como diera lugar; el plan funcionó, pero la realidad aterrizó en una mezcla del continuismo tradicional del PRI y, un comportamiento penoso, artero, falaz y corrupto, que han sido trasladados a capítulos vergonzosos que en la actualidad, han ido aumentando en un suministro acrítico, inflexible, bufón, y que únicamente describen la imagen amorfa y desdibujada de una expresión sin liderazgo.

El discurso propagandístico de Fox sigue siendo el mismo, sin embargo, ya no penetra, ni tiene efecto y, solo causa ineficiencia similar a una telenovela de entretenimiento banal. Vicente no solo ha perdido credibilidad; su poder de convocatoria es de menor envergadura. En más de una ocasión, ha ejercido una retórica lanzada por una interesada acción instrumentada de una cosmovisión virtual del “Foxismo”, un retrato de 1999 que fue su principal fuente propagandística para convencer aún electorado que alimentaba el ansia de un cambio sustancial.

La consecuencia de esta transición partidista, políticamente significó un profundo fracaso.

Hoy en día que es tendencia hacer bloques de contrapeso para “equilibrar la democracia”, con el precedente de la aplanadora del 2018, y el fenómeno político de Andrés Manuel López Obrador, lo menos que atañe es si fueron corruptos, mentirosos, espurios, chantajistas, chapulines. Ahora se esfuerzan es ser prácticos, no importa si eres de “izquierda o de derecha”, el esquema ideológico pasa a segundo término; el único requisito es construir una metodología estratégica que influya en primera instancia en las elecciones del 2021.

Ya apareció Ricardo Anaya; están los Chuchos que se venden al mejor postor; detrás de ellos empuja “Chente”, y ¿por qué no suman de una vez a Felipe?, que viene fracasando con “México Libre”, ya que no logra ni consolidar las asambleas distritales. Nada lo imposibilita; lo puede emprender abiertamente desde otro escenario. Para allá van todos los que no simpatizan con la 4T; su impulso ambicioso por el poder los lleva a tomar ese tipo de decisiones; y más cuando se trata de la imagen antagónica que representa AMLO.

Sin embargo hay dos matices de persuasión política que juegan encontrar de este bloque:

  • Fox, Calderón, Mancera, “Alito”, los chuchos, Anaya y todo el panismo, reducen notablemente el fortalecimiento de un bloque de contrapeso, porque políticamente su imagen ha apuntado a una debilidad moral y desesperada de una oposición; su sintomatología refleja un clima frustrado, por un pasado que destaca un descontrol ideológico, corrupto, pragmático, que tiende a producir cinismo por la voracidad de algunas figuras. Esa pequeña explicación muestra que no se trata de arrebatar el dominante papel de AMLO, sino el control excesivo que brinda el poder; históricamente nos han demostrado que es más trascendental satisfacer sus necesidades que las del pueblo; se dirigen por las frivolidades, no por las clases; son impopulares, por tanto que ha acrecentado la investidura de la traición y la mentira; todos cargan una losa muy pesada que paradójicamente ahora pretenden defender: la espuria.

  • El desenlace augura un ambiente fallido y se agudiza con “liderazgos” como los Chuchos y el “Foxismo” que no captan la atención de nadie, porque han roto todos los proyectos; tienen un desprestigio que fueron entregando al sistema, que derivó de un impulso ambicioso. Precisamente el mensaje que mandó Fox en el aniversario del PAN, muestra la evidencia de desesperación que inquieta la legitimidad del presidente. El producto que lanzarán políticamente está debilitado; para acceder al escenario ¡hay que construir, no destruir Fox! ¡Tu idea desgastada de la imagen malhablada y despotricada produce abiertamente más riza que elocuencia!; ¡no te favorece, es obsoleta! El llamado a “Darle en la madre a la 4T” será la teleserie desinteresada de aquella remembranza tan indigna que vivimos en el 2000.

Notas finales: Gómez Morín tuvo muchos aciertos al constituir una oposición para contrarrestar la hegemonía dominante del PRI; se fundó con una ideología con valores, pero incluso receptora de las causas justas de la democracia. Sin embargo, ha perdido credibilidad, desubicación, terreno, estructura, dirección, liderazgos; se ha vuelto simplista, corrupta, deshonesta, tramposa, fraudulenta, traicionera y chantajista. Sus perfiles tienen un narcisismo de superioridad por encima de los demás, al menos así se percibe a todas luces; hay imágenes que aunque generen confianza, terminarán por ser parte del proyecto decadente de Marko Cortés en el 2021. Cortés es la emulación de Anaya, acabará fragmentado al partido que actualmente no encuentra la brújula, porque ni siquiera figuran como verdadera fuerza antagónica. La imagen de Marko se apaga, se desinfla, no tiene luz y esboza: una mala apuesta con Vicente Fox, un perfil que no destaca, más que por sus grotescos comentarios. ¡Para allá va futuro 21!, otro bloque que también navega con cartuchos quemados. Asimismo el PRD, que hoy por hoy está en la antesala de desaparecer. Esa es la apuesta: todos contra AMLO. ¿Lo lograrán?, lo dudo, el presidente crece cada vez, y la sociedad despierta de la ignominia que perpetraron PAN, PRI y PRD.