No, no ganó. Sin embargo las encuestas, comentarios, análisis y entrevistas, en su mayoría, coinciden en que la señora Hillary salió con la mano en alto y recuperó buena parte del camino que había perdido. De igual modo coinciden en que la señora es un una candidata bien preparada para asumir el cargo de Presidente de los Estados Unidos aunque no proyecta una imagen fuerte y convincente. A Trump lo evaluaron sin preparación, nervioso y arrogante. En general los analistas se explayaron en la parte negativa que carga cada uno de los candidatos, como que Trump es un empresario transa que no paga impuestos, que se ha declarado en quiebra ocho veces, que no le paga a sus trabajadores lo convenido, que es racista y que se expresa de manera vulgar sobre las mujeres como el caso de Alicia Machado. A Hillary le volvieron a sacar el tema de los correos electrónicos, sus mentiras como Secretaria de Estado, sus condiciones de salud y su hipocresía en las relaciones con Obama cuando candidato y luego como Presidente. En esta confrontación personal Hillary salió mejor librada pero de ninguna manera tal circunstancia la hace ganadora y favorita electoral del pueblo, por más que a muchos es lo que nos gustaría que ocurriera. Más bien al respetable electorado le tiene sin cuidado la forma de ser  de cada uno de los candidatos, pero no de los aspectos que inciden específicamente en su nivel de vida como el salario, los impuestos, la salud, la seguridad, etc. Para efectos de conseguir votos, estos temas son los verdaderamente importantes y en este terreno, ganó Trump.

Veamos, Hillary propuso que en su gobierno crearía nuevos empleos en campos como la energía limpia, que serían financiados con un aumento de impuestos a los más ricos y a las grandes empresas. Que construiría puentes en vez de muros. Que en el escenario internacional lucharía por la paz. Aquí se aprecia la búsqueda del voto popular mayoritaria y que está dispuesta a pagar el costo que implica enfrentarse al poder económico de la gran empresa. Pero si de populismo hablamos, Trump se tiró a fondo y de cabeza ofreciendo cosas que no va a cumplir. Nada más pero nada menos, aseguró que va aumentar el salario y por ahí busca el voto del pueblo. También afirmó que bajará los impuestos del 35 al 15%, medida que obviamente será bien vista por el empresariado. Y por si fuera poco, propone que creará nuevos empleos trayendo de vuelta a las empresas a los Estados Unidos. ¿Cómo lo hará? Pues entre otras cosas dijo que el torpe Tratado  de Libre Comercio con México se va acabar. Dice: nuestros productos exportados a México se gravan con el 16%, pero los importados desde ese país están exentos. Así, un empresario que fabrica aparatos de aire acondicionado monta su empresa en México, deja sin empleo a los nuestros y da empleo allá e importa sus aparatos sin pagar impuestos. Eso, aseguró, se va a acabar. ¡Aguas!

Por supuesto que son mentiras de campaña, pero le mueven el piso a los electores. No podrá bajar los impuestos el 35 al 15%, sería tanto como decir que el presupuesto de ingresos de los Estados Unidos disminuya un 50% sin dejar de atender las obras de infraestructura, educación, y salud, entre otras. El TLC tiene otros alcances y consecuencias y por ello no es fácil modificarlo.  Así las cosas, dadas las características de los candidatos, las estrategias de campaña de cada partido buscarán dominar el Congreso a modo de equilibrar el gobierno, gane quien gane. Ya  se está viendo.

RENDIJAS

 

Turquía ha empezado a construir un muro de 900 km. en su frontera con Siria para detener la inmigración masiva. El mal ejemplo cunde. ¡Qué nos pasa!