En Puebla, los buenos periodistas son los que en este momento sermonean que lo mejor que la ha pasado a la entidad es que Morena haya postulado a Miguel Barbosa Huerta para el puesto de gobernador.

Los malos periodistas son los inconformes, los que se empeñan en encontrar las zonas grises sobre el blanco inmaculado, los enfadados que ven más de lo mismo, los que afirman que a Morena le falta legitimidad en sus decisiones como partido en el poder.

Los buenos periodistas son los que ayer enaltecieron a rabiar las acciones del finado Rafael Moreno Valle y, a una señal, fustigaron la candidatura de Miguel Barbosa Huerta, hasta llevarlo primero a la derrota en el terreno de la opinión, y después en las urnas y tribunales.

Los malos periodistas son aquellos que, con la ceja pronunciada, dicen no cuando el director del Comunicación Social del gobierno del estado, les pone en frente el sobre color amarillo con 250 billetes de cien pesos, acompañado de las palabras “te lo manda tu amigo, el señor gobernador, en agradecimiento por todo tu apoyo”.

Los buenos periodistas son los que ayer endiosaron a Rafael Moreno Valle y  ahora intentan hacer lo mismo con Miguel Barbosa Huerta.

Hay que decir lo que ya sabemos. Sin periodismo libre no hay libertad ni prosperidad de nada; no hay equilibrio ni división de poderes, bases de la república; el periodismo “malo” alumbra los rincones más oscuros y siniestros del poder político y económico, razón por la que se le niega, persigue y en ocasiones se le mata.

El ex gobernador Rafael Moreno Valle que nunca ocultó sus  impulsos fascistas, era de la opinión que para el caso de Puebla debería de haber un solo periódico, y lo mencionó por su nombre, El sol de Puebla; y a lo mucho un noticiario de radio. El (des)concierto de todos dañaba la buena marcha del gobierno y confundía a la población.

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El pleito entre la presidenta municipal de la ciudad de Puebla y Miguel Barbosa Huerta no es de ahora. Se puede rastrear durante los meses y semanas previas a la definición de la candidatura de Morena.

Se podría decir incluso que nadie ha torpedeado tanto los anhelos del candidato por segunda ocasión que la mandamás capitalina.

Nadie tiene mayor capacidad financiera y operativa para, de darse el caso, descarrilar una candidatura que ella.

La señora Rivera, sin ninguna experiencia política y nada relevante que ofrecer para la ciudad más compleja de Puebla, no estuvo en el ánimo de nadie importante en Morena previo a la designación de candidaturas.

Además de que en ese partido daban por perdida la capital, ante la eventual candidatura de Eduardo Rivera, el núcleo duro del PAN, y la intervención de Rafael Moreno Valle.

En esas condiciones, y después de haber explorado varias figuras con trayectoria política y capacidad de enfrentar al panismo, los de Morena determinaron que podría ser candidato cualquiera, hasta Claudia Rivera.

Fue así cómo se hizo de la candidatura y, sin proponérselo, se enganchó de manera natural al tsunami de López Obrador.

Sin embargo, al poco andar de la campaña (finales de mayor) aparecieron evidencias y sospechas de que para entonces la candidata había pactado con Moreno Valle varios apoyos a cambio de poco o casi nada.

Una de ellas. No aparecer en la capital al lado de Miguel Barbosa, haciendo proselitismo. Como en efecto ocurrió en el curso de toda la campaña.

En las primeras semanas de Julio, y no obstante haber ganado la presidencia y el Congreso, y la mayoría de las gubernaturas, dos temas nublaban los ánimos de Yeidckol Polevnsky. Morelos y Puebla. El gobernador electo de aquella entidad se reveló contra López Obrador y contra ella misma, con el argumento de que no les debía nada. El otro asunto era Puebla.

Por encima de la opinión del partido, el Congreso y de Barbosa, y en una decisión a todas luces arbitraria e innecesaria, se reunió con el gobernador panista, omitió el conflicto poselectoral, sin tener las potestades para hacerlo, se fue a Nueva York a una sospechosa reunión con altos ejecutivos del Banco Mundial, y asistió a la toma de posesión de Martha Erika Alonso, en un claro desafío a su partido y a Miguel Barbosa.

¡Quién lo dijera! Ahora ha sufrido su primer jalón de orejas de manos del propio Barbosa. No sólo no irá a China como había anunciado, sino que muchas de sus acciones quedarán supeditas a su determinación. En su momento dijimos que la principal damnificada política con la muerta de los Morenovalle fue la alcaldesa capitalina, y ahora decimos que el principal derrotado con la elección de Barbosa no son Alejandro Armenta y Nancy de la Sierra. Se trata de la señora Claudia Rivera Vivanco.