En sus columnas post-debate, Ciro Gómez Leyva y Julio Hernández han elogiado una suerte de virtud ofensiva en Peña Nieto. No sorprende el planteamiento del primero, pues vio al Peña que ha visto desde siempre, a quien ya, emocionado, imagina sentado en la presidencia. Julio no sé si confundió los tiempos debido a la simultaneidad del partido de futbol de Ricardo Salinas. El caso es que para ambos, Peña estuvo cerca de ser un coloso del ring (aun Federico Arreola se llama sorprendido por cierta elocuencia del priista; se le ha acusado de ignorante e inculto, no de ser retrasado mental y si toda su vida, con todo y su ignorancia, ha sido un burócrata y funcionario rodeado de asesores, al menos algo se le ha de quedar).

Gómez Leyva escribe: “Enrique Peña Nieto saltó al World Trade Center con una estrategia ofensiva. Cada disparo a Andrés Manuel López Obrador o Josefina Vázquez Mota los forzó a replegarse, los sacó de la zona de peligro, los enredó.”. ¡¡¡!!!

Julio Hernández escribe: “(Peña)…no se refugió en su condición de puntero, según las encuestas convenidas, ni rehuyó la confrontación. Momentos hubo en que fue él quien tomó la iniciativa y enderezó críticas y descalificaciones para Josefina Vázquez Mota y para Andrés Manuel López Obrador... resultó novedosa su actitud de no evadir temas e incluso de ser él quien lanzara ataques.”. Añade, “López Obrador prefirió el mantenimiento de su nueva imagen de serenidad amorosa, sólo interrumpida en ciertos pasajes para contestar las arremetidas (quién lo dijera) de Peña Nieto.”. ¿¿¿???

Independientemente de la apreciación sobre el vencedor de la reyerta entre Peña y Obrador, hay una equivocación de principio: Cronológicamente, quien llevó a esa confrontación fue la estrategia de AMLO. Se originó a raíz de que el candidato de la izquierda dijera quién es Peña: un producto de mercadotecnia que pretende ser impuesto por los poderes mediáticos. Hasta allí, Peña Nieto estaba en su guión y apenas respondía a Josefina quien había lanzado el primer ataque. Y tuvo que responderle a Obrador. Ese era ya un primer avance, pues a partir de allí inició la reyerta, a causa del primer golpe.

La estrategia de López Obrador se cumplió. Sabiendo que, a tono con la campaña, Peña y Josefina procurarían anularlo, ignorarlo, se fue en contra el priista y lo metió a su debate. Al grado de que por un buen trecho, del caso de los 700 millones pagados por Peña a Televisa al caso de corrupción de Montiel (incluida esa joya sutil pero firme del mejor AMLO de los tiempos menos serenos, la reacción inmediata y contundente ante un ataque: “Ponce lleva 8 años en la cárcel, Bejarano lo estuvo, usted fue secretario de administración de Montiel y está aquí”; si ese no es un buen madrazo, no sé cómo le llamaran Ciro y Julio), Josefina desapareciera de la escena. Este trecho fue totalmente de AMLO, la apreciación tanto de Ciro y Julio en el desarrollo del mismo, es también equivocada (ver detalles en mi anterior columna o en video del debate).

Efectivamente, como el propio Hernández, Arreola y otros han señalado, a López Obrador le faltó “noquear” cuando tuvo a su merced a Peña. Sin embargo, AMLO a partir de haber establecido la correlación con Peña, volvió a los planteamientos propositivos teniendo, desde esta perspectiva, un cierre brillante. Por ello he considerado que fue el ganador del debate; asimismo, María de las Heras y el sondeo post de El Universal,  entre otros medios: http://sdpnoticias.com/columna/8619/Considerando_las_expectativas_AMLO_gana_el_primer_debate

Ciro y Julio deberán ver la repetición del debate, para registrar propiamente la cronología y, a partir de allí, corregir y precisar sus columnas de hoy.