La batalla contra el Covid-19 ha sido por semanas y meses la lucha por la consecución de los ventiladores o respiradores artificiales. Casi todos los países del mundo han estado involucrados en este fenómeno. Y es que el virus ataca al sistema respiratorio de las personas, a los pulmones; en un momento determinado el paciente es sedado e intubado, que es el término usado para quien se somete a un ventilador. En México ha habido críticos dentro del periodismo que, en el rango de la “tercera edad”, han establecido una lucha contra el gobierno por no garantizarles un respirador mecánico en caso de que llegaran a contagiarse del virus. La oposición ha hecho lo mismo, ha acusado al gobierno de no estar preparado para la pandemia. El gobierno ha respondido que las décadas de neoliberalismo abusivo y corrupto llevaron al olvido del sistema de salud pública y a su privatización; lo que menos le importó fue la población.

Un poco atrás en la línea progresiva de tiempo del despliegue mundial del Covid-19, la experiencia de otros países y la carencia local ha llevado al gobierno mexicano a contabilizar sus ventiladores, reparar los posibles y a solicitar su compra a Estados Unidos –que había cerrado su venta al exterior- y a China. Trump ha accedido a vender de entrada mil, pues ha declarado en conferencia de prensa vespertina reciente que ya ha acordado la fabricación de miles y miles de hermosos y maravillosos ventiladores, que ayudará a otros países como México o Italia; y de hecho, ha establecido que de pronto el de los respiradores artificiales dejó de ser tema de ataque de parte de los “demócratas”. Por su parte el presidente de China, Xi Jinping, ha accedido también a vender más ventiladores a México.

Y sí, de pronto, mientras que Latinoamérica se prepara para el embate mayor del virus, en Estados Unidos, el epicentro actual de la epidemia, pareciera ya haber bajado la urgencia de ventiladores, pero no necesariamente porque ya hayan superado la crisis. ¿Entonces?

Me ha llamado mucho la atención un artículo publicado en The New York Times el pasado 16 de abril por Jim Dwyer, y del cual no he encontrado eco en México, “Lo que los médicos en el frente de batalla desearían haber sabido hace un mes”; aunque deseo que la autoridad sanitaria nacional tenga conocimiento de él.

En síntesis, el articulista presenta el testimonio de médicos de Nueva York (más de 250 mil casos confirmados y cerca de 20 mil muertos) a los cuales pregunta, “Doctores, si pudieran regresar en el tiempo, ¿qué se dirían a ustedes mismos a principios de marzo?”. Y concluyen que no habrían intubado en etapa tan temprana a los pacientes; los habrían mantenido conscientes. Porque este procedimiento tiene un alto grado de letalidad por su dramatismo traumático para el cuerpo, sobre todo, el complicado no sólo por el virus sino por daños adyacentes ya conocidos: obesidad, diabetes, edad avanzada, embarazo, sida, etcétera. Quien es intubado es sedado y tiene que estar en esa condición traumática por días, semanas y el cuerpo difícilmente lo supera. Por otro lado, este procedimiento de manera masiva limita el accionar y la atención adecuada por parte del personal, lleva a la saturación y la improvisación, y por consecuencia también a la muerte.

Ahora bien, los médicos neoyorquinos han revertido la intubación temprana hasta en un 75% (¿de ahí que ya sobren ventiladores?). ¿Por qué? La respuesta está en el momento de la decisión del procedimiento mecánico. Al inicio de la pandemia y del vertiginoso ascenso de la curva famosa, cuando un paciente llegaba con serios problemas de respiración, disminuida su capacidad entre un 60 y un 80% cuando lo normal es 95%, se procedía a sedarlo e intubarlo de manera inmediata. Error trágico, según relatan los médicos en su testimonio.

La necesidad de la práctica médica cotidiana de encontrar soluciones condujo, acaso por accidente, por intuición u observación a la pronación del paciente. Es decir, colocarlo de lado y de plano boca abajo. Y de inmediato la respuesta se expresaba con el regreso de la capacidad respiratoria del paciente prácticamente a la normalidad. De lo que se trata es de ensanchar el espacio en los pulmones, evitar la posición boca arriba que lo reduce y en un momento determinado, asfixia. Esto obviamente no cura el virus, pero da tiempo tanto al paciente como a los médicos para proceder; sobre todo, para no someterlo al drama casi final de la intubación de manera prematura. ¿Que sigue siendo necesario el ventilador? Cierto, pero ya no se anticipa su empleo, se retarda y se aplica sólo en caso de que la pronación no funcione en el paciente.

La referencia a este trabajo de Dwyer la escuché ayer domingo 19-04-20 en el programa de un youtubero peruano bastante veraz, que ofrece información amplia sobre los variados temas que trata, Juan José del Castillo, El Jota.

Y me llamó la atención tanto por el hecho de que no he leído en los medios mexicanos acerca de este grave tema, este testimonio esencial de los médicos neoyorquinos, como por una experiencia personal. Así que busqué de inmediato el artículo de The New York Times y decidí compartir y difundir lo antes posible la información. Acaso la experiencia traumática de Nueva York pueda contribuir a enfrentar la amenaza que acecha a México para las próximas semanas; tanto a la autoridad sanitaria como a los médicos.

La experiencia personal es que, como algunos saben, he sido cantante por más de 20 años y uno de los elementos esenciales del canto es la respiración. Cuando se adquiere una enfermedad respiratoria simple o aguda (gripe o bronquitis, por ejemplo), se sufre. He pasado varios años en Nueva York y las etapas de transición de primavera y de otoño son terribles por las alergias y por el desarrollo de enfermedades respiratorias. Tratando de evitar el uso de antiestamínicos encontré, en muchas ocasiones ante el congestionamiento respiratorio y de manera intuitiva, la solución de descansar y aun dormir boca abajo; la pronación. Y siempre funcionó; se abren los pulmones y el ducto nasal hacia ellos. Sólo así he logrado respirar y descansar en muchas ocasiones.

Al parecer, la pronación es un importante auxiliar que están aplicando los médicos de Nueva York hasta en un 75% de los casos graves respiratorios. Aquí está el enlace a los testimonios registrados por Dwyer: https://www.nytimes.com/es/2020/04/16/espanol/ciencia-y-tecnologia/practicas-medicas-coronavirus.html Esperemos que en verdad sea un importante auxiliar en la batalla contra el Covid-19, para evitar sufrimiento y muerte, y que las autoridades sanitarias de México estén lo suficientemente alertas para registrar los cambios que se van dando en el “día a día” de la pandemia. Otro ejemplo, ya andan circulando testimonios italianos de que el diagnóstico del mal podría haber sido errado, que acaso el Covid-19 no sea un tipo de neumonía sino que se trate de una “coagulación intravascular diseminada”; lo que significaría un tipo distinto de tratamiento al utilizado hasta ahora.

P.d. Con lo anterior, acaso Sergio Aguayo y Diego Fernández de Cevallos hayan asegurado el ventilador que tanto han exigido al gobierno. Y si tan preocupados, demandantes y acusadores como están ya mandaron a comprar uno personal a China o Estados Unidos, tal vez no lo necesiten; bien podrían venderlo, aunque más barato.