Si bien es cierto que en ciudades con tan profusa cantidad de habitantes como son Ciudad de México y Guadalajara resulta una tarea titánica abatir el grave problema de movilidad de pasajeros, también es verdad que ha habido estancamiento en administraciones principalmente panistas que poco o nada hicieron para aminorar el problema. Todavía no sabemos si por falta de visión, compromiso o simplemente por el capricho de no dar continuidad a lo realizado por gobiernos de diferente color al suyo, la realidad es que tenemos que hablar de que hubo sexenios incluso con cero crecimiento en líneas del Metro o Tren Ligero en el caso de Guadalajara, y esa paralización provocó que en la capital del país en 50 años de existencia el metro cuente apenas con 12 líneas y en 30 años el Tren Eléctrico tapatío tenga en ciernes aún la polémica Línea Tres.

El sistema de metro en el mundo nació como una necesidad de movilizar el mayor número de personas en distancias cortas a mayor velocidad y en el menor tiempo posible con un uso mínimo de suelo. Su eficacia es indiscutible. No por nada son el principal medio de transporte en ciudades del primer mundo.

Pero en nuestro país ha existido un cierto aletargamiento en este tema. A partir del 4 de septiembre de 1969 en que el expresidente, Gustavo Díaz Ordaz y Alfonso Corona del Rosal, Regente del Distrito Federal de 1966 a 1970, inauguraron formalmente el servicio del Metro de la Ciudad de México, solo tiene en su haber 12 líneas. Mientras que en el caso de Guadalajara que el 1 de septiembre de 1989 vio por primera vez circular su Tren Ligero, ha permitido transcurran 30 años sin que se logre poner en marcha su tercera línea.

La imponente obra del Tren Eléctrico Urbano de Guadalajara, que es el nombre con que se le bautizó, formó parte de un ambicioso y bien planeado proyecto para superar los problemas de movilidad que desde 1975 ya se padecían en la urbe a causa del déficit de transporte público masivo.

Fue en esa época, gracias al esfuerzo del Gobernador Alberto Orozco Romero y del alcalde de Guadalajara Guillermo Cosío Vidaurri, que se hizo posible la apertura de lo que es hoy la Avenida Federalismo y la realización de un túnel que permitió que por esa vía existiera paso, primero de autobuses y después de trolebuses, que brindaron un gran servicio a la ciudad. El Gobierno de Flavio Romero de Velasco mantuvo esa red y fueron ampliadas en muchos sentidos las líneas de autobuses. Bajo la administración de Enrique Álvarez del Castillo, fue que se planeó y ejecutó la Línea Uno del Sistema del Tren Eléctrico Urbano. No la pudo terminar y fue al gobernador Guillermo Cosío Vidaurri, a quien correspondió concluirla y además de ello gestionó, proyectó e impulsó la construcción de la Línea Dos dejando la Línea Tres debidamente planeada, con un proyecto aprobado que era por vía subterránea totalmente, en la misma ruta que se hizo la línea tres actual. Quedó también el proyecto de la ampliación de la línea dos del parque de la Revolución hasta la avenida Aviación.

Durante esos gobiernos se hicieron Infinidad de obras viales. Pero fue a la llegada de administraciones panistas que se dejó de avanzar. El gobernador Alberto Cárdenas Jiménez  no hizo prácticamente nada en materia de transporte urbano y movilidad. Le siguió Francisco Ramírez Acuña, quien se dedicó a ampliar el sistema de transporte colectivo de la zona metropolitana, porque se decía que tenía muchos intereses en esa operación de empresas de autobuses a través de prestanombres, -simplemente fue el vox populi-. Y durante el Gobierno de Emilio González Márquez se realizó el famoso adefesio del Macrobús que fue un copia de un modelo que funciona quizá en Bogotá donde existen avenidas demasiado anchas en sus capitales, pero que en el caso de Jalisco fue un esperpento que vino a romper toda la estructura en la vialidad de la Calzada Independencia, con estaciones horribles e inmensas, además de costosísimas e innecesarias, pero que significaron un gran negocio para funcionarios y empresarios corruptos.

El gobierno de Jorge Aristóteles Sandoval tuvo la voluntad de dar continuidad a ese plan de movilidad que había quedado estancado por gobiernos azules. Sin embargo, no le alcanzó el tiempo para entregar la obra terminada antes de dejar su encargo como primer mandatario de la entidad. La línea tres quedó entonces en manos del gobernador Enrique Alfaro, quien al recibirla de inmediato indicó que era una obra de la Federación -iniciada por Enrique Peña Nieto- y el gobierno de Jalisco no invertiría recursos para terminar la obra inconclusa.

De ahí que el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el compromiso y anunció que daría prioridad a la Línea 3 del Tren Ligero de Guadalajara que permanecía detenida desde la terminación de la administración pasada. Se comprometió para aportar los cuatro mil 500 millones de pesos que en ese momento se presumía faltaban para concluirla, y aun cuando ha ido incrementando el presupuesto, ha mantenido su promesa y nada menos a principios de este mes comprometió otro recurso a través de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).

Así pues, con todas las dificultades que ha tenido en el camino, hay proyecciones de que esta tercera línea podría terminarse este año aunque ciertamente parece difícil la tarea. Ahora bien, no podemos dejar de reprochar que a 30 años de que se puso en funcionamiento la primera línea del Tren Ligero, se dejaron pasar más de 20 años sin una nueva línea, siendo que la tercera, como ya se mencionaba, quedó debidamente proyectada y aprobada desde los tiempos del gobernador Guillermo Cosío Vidaurri. De no ser por la vileza del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, y el desinterés de los gobiernos blanquiazules, a esta fecha ya debían haberse construido al menos una línea más por cada sexenio las 4, 5 y 6 y entonces la hoy tres, sería quizá la 7.