CORRUPCION Y OLVIDO. Para no verse tan descaradamente cargado hacia el candidato presidencial de las izquierdas, dado que su correligionaria Josefina Vázquez Mota levanta las mismas pasiones que las famosas momias de Guanajuato, el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa les destapó a los perredistas un cochinero  al norte del país, a fin de demostrarle a tirios y troyanos que también en Baja California Sur hace aire… de corrupción.

El ex gobernador de BCS, Narciso Agúndez, fue detenido en el transcurso de la semana pasada por actos de corrupción. Al político caído lo acompaña en su desgracia el que fuera secretario de Gobierno, Alfredo Porras (el cual, más que Porras, se dio un reverendo Porrazo). La particularidad de ambos personajes es que el sexenio lo completaron como militantes del PRD, es decir, como unos izquierdistas de hueso colorado.

El candidato presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, de inmediato reaccionó como el priísta que lleva dentro y que se niega a morir: se deslindó de Narciso Agúndez, del que llegó al extremo de negar –no tres veces, pero casi— siquiera haberlo visto alguna vez en su vida, ya no digamos conocido, cuando abundan las fotografías en las que AMLO aparece con el corrupto ex gobernador en pleno festejo por el triunfo del que en ese entonces se ostentaba como perredista.

Ciertamente, Narciso Agúndez transitó por varios partidos políticos antes de haber sido gobernador de su entidad; sin embargo, los actos de corrupción por los que está acusado fueron en el ejercicio de su cargo de gobernador de BCS, al que llegó bajo los colores negro amarillo. Antes de ser del PRD había sido militante del PAN y más tarde del PT, reflejo paradigmático de muchos políticos que no poseen ideología definida, pequeño “defecto” que se pasa por alto en cuanto se declaran de “izquierda”.

En fin: en el PRD brincaron al mejor estilo del PRI en el caso de Narciso Agúndez, igual que los priístas lo hicieron cuando Felipe Calderón exhibió al corrupto ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington. El problema es que mientras al mesías tropical nadie de sus seguidores fundamentalistas le hace la menor crítica por su deslinde, a Enrique Peña Nieto lo tratan de forma totalmente diferente, cuando la reacción de ambos era la más lógica.

Nadie quiere, si anda en campaña, que lo relacionen con corruptos; pero como precisamente en las campañas se vale de todo, a Peña Nieto lo relacionan con los corruptos Moreira y Montiel, como si el candidato presidencial los hubiera inducido a cometer las tropelías en que incurrieron.

Realmente no creo que López Obrador tenga algo qué ver con las corruptas maniobras de Narciso Agúndez, como tampoco que Peña Nieto sea responsable de los actos por los que deberán responder otros. Podrán decir que en el PRI son más corruptos y que no tienen vergüenza; pero esa es una falacia del tamaño del Monte K: corruptos los hay en todas partes, llámese PRI, PAN, PRD y cualquier otro partido que se mencione.

La prueba de que en todos los partidos hay corruptos nos lo demuestran los casos del priísta Tomás Yarrington y del perredista Narciso Agúndez, aunque ahora esperamos que el gobierno de Felipe Calderón exhiba a uno de los suyos. Es más: columnistas destacados, como Francisco Rodríguez, ya han documentado las corruptelas de los ex gobernadores panistas de Morelos (el del helicóptero del amor) y de Baja California  (Ernesto Ruffo Appel), aunque dudo mucho que el PAN Gobierno se vaya a hacer el harakiri.

Los fundamentalistas pejistas atacan a Peña Nieto porque éste se ha deslindado de varias lacras priístas. ¿Y qué esperaban? ¿Qué dijera que va a defender a los corruptos? Pero el tabasqueñito se vio peor al asegurar que ni siquiera conocía a Narciso Agúndez, cuando existen testimonios de que eran amigazos, al menos mientras el californiano fue gobernador. ¡Ah, qué Peje tan olvidadizo!

Sería muy idiota esperar que López Obrador se pusiera a defender a un corrupto de siete suelas. Bueno, eso es lo mismo que ha hecho Peña Nieto. Ah, pero los fundamentalistas pejianos jamás van a aceptar que es exactamente la misma situación, es decir, que ni el tabasqueñito ni el mexiquense son responsables por las corruptelas de otros. Insisto: los corruptos están en todos lados; los castillos de la pureza sólo existen en algunas cabecitas de izquierdistas trasnochados.

López Obrador ha hecho de su honestidad personal todo un proyecto de gobierno, de tal suerte que hechos como los protagonizados por Narciso Agúndez le pegan directo al corazón. Pero el mesías tropical ha estado rodeado de corruptos desde hace rato. Hace bien en deslindarse (como lo hace también Peña Nieto), aunque no es muy atinado cuando llega al extremo de negar toda relación con ellos cuando son pescados con las manos en la masa.

El resumen es que estamos en una campaña en la que se vale de todo, incluso el odio contra un candidato presidencial, pero que después del primero de julio todo volverá a la normalidad. Ojalá que los fundamentalistas así lo entiendan y no quieran pasar a otro nivel: o sea, yo espero que el siguiente paso no vaya a ser el de la agresión física contra todos aquellos que no nos creemos eso de que traen a la verdad agarrada de las orejas.

 

FEDERICO RANGEL, PUNTERO. De acuerdo con una encuesta levantada por la empresa Eficaz Marketing, el candidato del PRI a presidente municipal de Colima, profesor Federico Rangel Lozano, cuenta con el 47.3 por ciento de las preferencias, en tanto que el abanderado del PAN al mismo cargo, ingeniero Pedro Peralta Rivas, se encuentra en un lejano 20.8 por ciento.

Le encuesta no menciona al candidato del PRD a la alcaldía capitalina, el diputado local Nico Contreras Cortez, por obvias razones de todos conocidas y ya comentadas aquí: el partido del sol azteca no cuenta ni con estructura ni con organización. Si me apuran tantito, el perredismo en Colima no cuenta ni siquiera con dirigencia, por lo que ese partido está huérfano y apenas logrará una regiduría para el que encabeza la planilla.

El diputado Nico Contreras va arropado bajo los colores del casi inexistente PRD. No es extraña esa actitud: al Congreso local llegó con las siglas del PRI y del Panal, pero de inmediato dio el chaquetazo y se alió con la fracción panista. Al resultar imposible su postulación por PRI y Panal o por el PAN, partidos a los que traicionó, no le quedó otro camino que el del desdibujado perredismo.

Por eso es que Nico no tiene ninguna posibilidad de triunfo, de manera que la pelea estará entre el priísta Rangel Lozano y el panista Peralta Rivas. No obstante, el mes aproximado que queda de campaña no le va a alcanzar al del PAN para siquiera despeinar al del PRI, pues los casi 27 puntos de distancia entre uno y otro no permiten que se tenga otra percepción que no sea la de un triunfo contundente por parte del ex secretario de Educación estatal.

De hecho, aun cuando en el mes que falta para la elección llegara a perder diez puntos de ventaja el profesor Rangel Lozano –lo que se duda suceda—, su contrincante Peralta Rivas aún estaría a casi 17 de distancia del puntero, lo que indica que ya ni un milagro podría obrar a favor del candidato panista.

De cualquier forma, confiarse es lo menos que debe hacer el candidato en este momento, sino consolidar la enorme ventaja que le lleva a su contrincante.