Caló duro a quienes quedó el saco de la frase emitida por AMLO en su primer informe de gobierno, “los conservadores están moralmente derrotados”. Y sí, desde luego había varios de ellos que aún derrotados estaban ahí sentados aplaudiendo con brío. No hay que olvidar, que en cuanto se refiere a los altos empresarios--y a los no tan altos-- siempre “estarán con quien esté en el poder”; son pragmáticos finalmente, con la diferencia de que antes se manejaban a conveniencia propia con el control ejercido sobre el gobierno, y ahora se manejarán a conveniencia mutua, he ahí lo que cambió. Dos entidades gobierno e IP en armonía, en justa cooperación y apoyo por México. No hay más. Espero que durante la 4T no decidan actuar con la usual opacidad e hipocresía con la que actuaron en el pasado, porque fue México unido quien los derrotó física y moralmente, no AMLO. Ah, pero qué coraje causaron estas palabras desembocando la emoción en dichos o escritos entre la minoría reaccionaria que se auto victimiza asegurando que no se siente escuchada por el presidente; o por contrario, que se siente aludida por él a cada rato con modismos que sólo ellos determinan como insultantes. La confusión creada por la soberbia les impide aceptar que el germen de sus reacciones no radica en el desacuerdo con las políticas de Estado actuales, puesto que ninguna de estas--o estos—escríbanos, sugiere o propone alguna otra solución concreta u opciones viables que reemplacen las estrategias gubernamentales rechazadas.

Lo que detona la animadversión hacia el líder democrático mexicano que a la mayoría de la nación y al resto del mundo nos enorgullece--estoy convencida-- es que simplemente les cae mal su personalidad, les cae gorda su forma de ser, y de siempre no de ahora. Como presidente de la república es natural lo sigan detestando, pues hubieran deseado que su presidente hubiese sido Meade o Anaya, y no les quedó otra más que aceptar la diaria transparente presencia e influencia de AMLO en la vida pública nacional. Pareciera no comprenden el por qué no se ha podido evitar el alto porcentaje que se obtiene al contar las preferencias y las aprobaciones que muestra la gente hacia el gobierno de la 4T. Prefieren seguir jugando a intentar imponer sus opiniones viscerales reaccionarias contra un individuo más que contra un presidente o sus políticas. Dicha ofuscación es presentada como “crítica” pero como no es constructiva sino destructiva, fracasa al deliberar su mensaje, además, luce notables grados de irracionalidad al refractarse sus opiniones en la luz del espejo propio, lo que es evidente cuando aseguran que el presidente se mostró en el informe “soberbio, opaco y divisionista”. Ni hablar, la constante tendencia humana de ver la paja en el ojo ajeno y no el tronco, en el propio.