Mónica Tovar no para. Es la expresión más acabado de lo que un sabiondo calificaría de ética del trabajo. Pero la cuestión no tiene que ver sólo con "Paranoia", su estreno de hoy en la noche en "19-40 Café". Un eslabón más de ese magno proyecto que ella ha denominado Cuentos para no Dormir. Tiene que ver cómo desde los márgenes del espacio civil se contribuye a mantener la cohesión social de la comunidad, y se remonta el charco de sangre en el que nos hayamos aprisionados. He aquí el gran mérito de Tovar. Creo que su lucha es en contra de la normalización de la civilización de la barbarie. 

Porque al final del día de eso trata lo que genéricamente se denomina con el nombre de cultura.

La domesticación de la bestia peluda que somos.

No obstante ser uno de los autores más prolíficos estadounidenses cuyas obras han llegado al cine con nombres impactantes como Carrie, El Resplandor, Apocalipsis, y en televisión han estelarizado series legendarias, me parece que es la primera vez que Stephen King es llevado al teatro.

Una apuesta altamente riesgos, por el universo identitários de su autor. Pero Tovar ha determinado asumir los riesgos. Tal vez porque lo suyo no es la taquilla sino la creación y el teatro, el Teatro. Con mayúsculas. Pero habría algo más que decir en abono suyo. 

Dentro de la animación cultural, el teatro es de los géneros más refractarios, por las razones conocidas por todos. 

En el caso de Tovar no sólo mantiene viva la flama sino que en su hacer persistente forma públicos. 

Una de las tareas más difíciles y complicadas, sobre las que ni el propio aparato de gobierno ha entregado resultados satisfactorios.

Creo que si algo busca Tovar con su teatro es revelar las zonas más oscuras y tenebrosas de la condición humana.

Por eso, y solo por eso, vale la pena darse una vuelta por Reforma 504, Centro Histórico