Vivir de a de veras el presente y proyectar nuestros actos al futuro es muy retador, porque implica grandes esfuerzos, experiencia, preparación, estudio, visión; humildad para reconocer las miserias de nuestro entendimiento; recato, pudor y decoro para accesar el conocimiento de otros, aunque no piensen igual que uno.

En cambio, es muy cómodo vivir en el pasado, porque a éste se le puede culpar de todo lo que no sale bien hoy y si algo sale mal mañana, también.

Les platico: En defensa del enfoque al pasado, hay que decir que éste nos da algo poderoso: esperanza de que se puede hacer algo: Yo estoy aquí, escribiendo, porque tengo la esperanza de terminar el artículo. Tú me estás leyendo porque tienes la esperanza de llegar al Cajón de Sastre.

Otra ventaja del pasado es que lo podemos acomodar a nuestro gusto. Como cuando nos encontramos con una foto vieja en el Gran Cañón del Colorado y aparecemos con gente que ya no gravita en nuestras vidas. Bastan unas tijeras para cortarlas y listo, ahí estamos ahora solos en la 3ª de las 7 maravillas del mundo, sin esa desagradable compañía.

Lo que acabamos de hacer es modificar nuestro pasado y acomodarlo al gusto de nuestro presente.

No se cambia todo lo que hubo en los 15 años que separan al Gran Cañón de las tijeras, pero lo que ocurre es que las fotos van cambiando y al hacerlo, cambia el pasado. Una misma foto puede contar una historia diferente. El pasado nos conviene porque cura todos los yerros.

Cuando la añoranza se vuelve un asunto político, su ejemplo más típico es la izquierda, porque ésta nunca ha podido imaginar un futuro. La izquierda tiene mutilado el futuro, porque cree más en un pasado al que vuelve siempre. El futuro es idéntico al pasado. La izquierda nunca ha sido republicana; siempre ha sido contrarrepublicana. Sus militantes son conservadores, pero no lo admiten. ¿Republicanos? los liberales, porque ellos tienen visión de futuro.

Entonces, la izquierda no es evolucionista porque siempre regresa al pasado. 

La izquierda clásica en la historia de la humanidad empieza con el comunismo primitivo y termina con el cooperativismo de los kibutz de Israel. 

Al final es una víbora que se muerde la cola. Un uróboro. Recorrieron todo el camino para regresar al principio, cuando no había propiedad privada. Esto es marca no solo de la izquierda de Marx y Engels, sino de Rousseau, quien sostuvo que la historia de la humanidad se echa a perder cuando hay propiedad privada. ¿Qué procede? pues combatir a la propiedad privada para acabar con ella.

La izquierda no visualiza el futuro. Ejemplo: Los que se oponen a la globalización, están puestos para destruirla. Imaginan un mundo sin globalización, pero ese mundo ya pasó.

AMLO, como exponente de la izquierda, es conservador, porque vive en el pasado. El presente no importa y el futuro, menos. 

Vean esto: Mientras el mundo desarrollado piensa cada vez menos en petróleo y carbón, nosotros estamos no solo pensando, sino actuando, alrededor del petróleo y ahí tienen a Bartlett comprándole al senador morenista Guadiana todo lo que producen sus minas carboníferas. ¿El primer mundo está construyendo más refinerías? No, ahora la prioridad son las energías limpias. El negocio está por otro lado. 

Y mientras eso sucede, el gobierno va a inyectarle a Pemex un billón de pesos de aquí al 2024 y ahí tienen las reacciones de los mercados mundiales. Esta es una muestra más de que el gobierno actual está viviendo en el pasado.

Los precios de garantía de Echeverría ya están aquí, y falta poco para que vuelvan los Conasupos. Los cónsules de México ahora se ocupan de “promover el comercio exterior” tras la desaparición de Pro México ordenada por Poncho Romo. 

Es decir, no hay futuro; sobra pasado, porque a pesar de que el satánico neoliberalismo es del pasado, el que más lo fustiga retrocede a pasos agigantados en el tiempo.

A los izquierdistas, la destrucción les permite construir un nuevo país. Pero es un nuevo país que no mira al presente ni al futuro, porque tratan de reconstruir el pasado. 

En la edad media ¿cuál era el futuro de los pobres? Volverse franciscanos para que comieran con la repartidera de pan y peces. En la edad media, los pobres eran buenos y por eso había qué redimirlos. Esa es la misma idea del actual régimen.

En México, la izquierda se quedó muda. Un izquierdista de los años 20 y 30 ¿cómo podría ser más come-curas que Calles y que Obregón? ¿Cómo podía ser más populista que Cárdenas? A quienes lo intentaron, los aplastaron. Les cortaron la lengua.

Y para sobrevivir, la izquierda adoptó el discurso priista. El PRI de los 40 pensó que un partido mayoritario capaz de pasar por encima de todos, podía resolverlo todo. Hasta que se acabó el dinero y se terminó la repartidera -no de pan y peces- sino de tortas y refrescos.

En el fondo -y esto es tristísimo- excepto los niños y adolescentes, todos somos priistas porque en la vida no conocimos otra cosa; bueno, la probamos con las variantes culinarias del huevo a la mexicana verde-blanco-rojo, con papas panistas, con jamón perredista, con tocino moreno, con cortadillo de carne de caballo independiente, pero al fin y al cabo es el mismo huevo.

Dejar de ser priista es muy complicado, por el riesgo que implica quitarnos de encima a un ser todopoderoso que nos va a salvar. 

Si nos atreviéramos, tendríamos que salvarnos nosotros mismos, pero eso no es negocio, porque “yo quiero una beca de postgrado-nini, mi casa, mi plaza eterna de maestro y mi derecho para heredarla a mis hijos y nietos; soy dirigente de Caintra o del CCE o de Concamin y las Canacos y quiero exenciones fiscales para mi negocio y los de los grandotes, entre otras cosas.”

Entonces, alguien tiene que salvarnos, pero el que nos salva, primero debe reafirmar nuestra condición de fregados, porque si no estamos fregados, ¿cómo nos va a salvar el todopoderoso?

Ahorita en México, estar fregado es un estado de bienestar porque por decreto es cosa moral. “Estoy jodido. Mío es el reino de los cielos. Y me va a salvar ese todopoderoso que cree en un pasado que quién sabe dónde está y quién sabe cuándo ocurrió.” 

CAJÓN DE SASTRE

Mañana…o pasado, el Benito Juárez inventado por la 4aT.

placido.garza@gmail.com

PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Forma parte de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe para prensa y TV. Maestro de distinguidos comunicadores en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras. Como montañista ha conquistado las cumbres más altas de América.