La derecha ya entendió que la comentocracia cerró su círculo, los comentócratas son una especie en extinción, como lo son los periódicos tradicionales. Las batallas ideológicas, intelectuales, incluyendo las shitstorms, se libran en las benditas o malditas redes sociales. Carlos Loret de Mola y Chumel Torres le han caído como anillo al dedo a la derecha y sus empresarios, que van a invertir muchos dólares en ellos.

En esta reciente etapa que pretende una desideologización, una lumpenización intelectual, poco pueden aportar Pablo Hiriart, Raymundo Riva Palacio, Denise Dresser, Jesús Silva-Herzog Márquez, Enrique y León Krauze, Salvador García Soto, Joaquín López-Dóriga o Pascal Beltrán del Río. Todos ellos dejaron de ser instrumentos eficaces y han sido rebasados por Loret y Chumel.

Carlos Loret de Mola tomó distancia para acercarse más. No es gratuito que se haya autoexiliado en los Estados Unidos para tener perversa distancia para indagar la vida pública del país a través de su Latinus, The Washington Post y El Universal. El equipo de reporteros de Loret seguirá investigando a los funcionarios de la 4T, a quienes no son más papistas que su Papa, por eso el primer golpe contra el impresentable Manuel Bartlett y, en una inteligente continuidad, luego contra la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, quien lo exoneró.

Loret tiene la encomienda de dinamitar la credibilidad del presidente Andrés Manuel López Obrador acerca del tema central de su gobierno, la corrupción. La 4T arropó la injustificable riqueza de Bartlett, ahora arropará a Irma Eréndira Sandoval y su cónyuge, John Ackerman, quien pidió hace años investigar las “donaciones” recibidas por el expresidente Enrique Peña Nieto y ahora es un promotor de la opacidad. ¿Quiénes están en la mira de Loret? Probablemente los funcionarios que molestan los intereses de la derecha o son vulnerables: el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell; la titular del SAT, Raquel Buenrosotro; el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto; tal vez también el director del IMSS, Zoé Robledo.

La derecha revertirá o tratará de revertir una frase del presidente: ¡Basta de simulación! Así, pondrá en entredicho los grandes temas de la corrupción y la impunidad para intentar convertir la Cuarta Transformación en Cuarta Simulación.

Inventar a Chumel Torres como adversario fue un error. Cuando las cosas van mal el malestar ciudadano crece. Chumel puede cambiar su sátira discriminatoria por una sátira verdaderamente política donde deje su clasismo y racismo para enfocarse a criticar los errores de la 4T. Cuando la muerte, la enfermedad, la inseguridad y la crisis microeconómica alcance a los ciudadanos, el bono democrático de AMLO caerá.

Acudimos no sólo a un combate por la credibilidad. En esta batalla lo que la derecha tratará de imponer es el desprestigio, acabar con reputaciones. No contra la austeridad comprobable de Andrés Manuel, sino contra la posible inmoralidad de su séquito, del Politburó (politícheskoye biuró). Otro error de cálculo: la derecha no intentará un fraude electoral en 2021, apostará porque la crisis económica y postpandémica disminuyan los votos de López Obrador. En las intermedias, el presidente ya no puede inventar otro partido; Morena no podrá mantener los 30 millones que legitimaron a AMLO.

Los instrumentos de la derecha ya están en marcha y algunos funcionarios de la 4T siguen contra las cuerdas. Es inadmisible que una secretaria de Estado califique como “sicario mediático” a un periodista; tampoco que su cónyuge, desesperado, augure cárcel para un expresidente.

Por el caso Ayotzinapa, a la Coparmex o por Genaro García Luna, López Obrador siempre llama a serenarse y afirma que el que nada debe, nada teme. Si alguno o alguna teme, es porque debe. ¿Quiénes temen del gabinete? Transparencia, rendición de cuentas, fin a la corrupción y fin a la impunidad, por eso votamos. Que la derecha investigue, cualquier democracia lo admite.