La gente de Chihuahua ha sido tomada como rehén de una disputa en la que no hay vencedor, sino peligro, inseguridad, muerte y represión.

El conflicto que inició por la extracción de agua ha llegado a la cooperación en materia de seguridad; al menos, esa es la denuncia hecha por el gobernador Javier Corral.

Si es que su acusación resulta ser cierta, estaremos ante el peligroso escenario virtual de entidades de primera con colaboración de primera y entidades de segunda con colaboración mínima. En el desacuerdo político, quienes resienten los estragos es la gente de a pie y a gusto o disgusto de sus gobernantes, tienen exactamente el mismo derecho a la protección policiaca, a la seguridad y al apoyo de los cuerpos federales.

Inclusive, la extracción de agua de las presas del estado era ya una amenaza para la población y campesinos que requieren riego para cosechar. Aunque la camisa de once varas en gran parte ha sido construida por el propio Corral, ya que en sus ánimos de ser un buen opositor, se ha confrontado hasta con los titulares de las fuerzas armadas.

Ricardo Mejía Bermeja había recibido ya descalificaciones contra la Guardia Nacional por parte del Gobernador y eso fue lo que recordó el subsecretario de Seguridad Pública federal.

Ahí radica la principal falta de consistencia de la derecha opositora a la Cuarta Transformación: confrontan la estrategia de seguridad por militarizar las calles y piden combatir al crimen sin guerra, pero cuando retiran al ejército de sus Estados, acusan abandono y falta de coordinación.

Intentan abanderar el discurso de la sociedad civil que exige seguridad sin guerra, pero no pueden controlar las ansias militaristas de control que ofrece la propia Cuarta Transformación y el cuento es de nunca acabar: Golpean al gobierno federal por su falta de sensibilidad ante feminicidios pero reprimen a las mujeres que se manifiestan hartas; combaten la política sobre el agua que castiga el consumo local pero promueven la intervención de sus empresas vinculadas para la administración de sistema hidráulico. Entre gobierno local y federal, parecería que la gente se acerca más a ser rehén que a ser sujeta de derechos. ¿No será que el conservadurismo es un virus que igual contagia a políticos de izquierda que a los de derecha? ¿Será que el poder los hace personas de alto riesgo para el contagio de ese poderoso y tentador virus?