Después de leer las declaraciones del presidente del Consejo Coordinador Empresarial al salir de una reunión con Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia, lo primero que se me vino a la cabeza fue la expresión más famosa de 2017 en redes sociales, aquella de Francisco Efraín Franciskini Romero Chaires: “¿Se va a hacer o no se va a hacer, la carnita asada?”.

Salazar Lomelí está molesto por el anuncio de que se cancelan licitaciones en el sector petrolero, en las que pretendían participar algunas empresas privadas . Así de sencillo.

¿Lo anterior qué significa? ¿Que ya no cumplirán las 60 empresas privadas mexicanas que habían prometido invertir 32 mil millones de dólares en nuestro país? ¿Que el compromiso se mantendrá bajo protesta? ¿Que ya rompió la IP con el presidente López Obrador? ¿De qué estamos hablando?

Lo único cierto es que si no se ponen de acuerdo los empresarios y el gobierno de AMLO en el tema petrolero —sector en el que a la iniciativa privada le gustaría seguir invirtiendo—, le va a ir mal a México en lo económico.

Y en lo político significará para Morena el sacrificio de dos de sus mejores prospectos —ninguno de ellos militante del partido en el poder— para las elecciones de gobernador de Nuevo León en 2021: el propio Carlos Salazar, que ha sido mencionado con insistencia por su cercanía con Andrés Manuel, y Alfonso Romo, uno de los más leales, pero por lo visto entre los menos influyentes colaboradores del presidente de México.

AMLO ganó en 2018 en Nuevo León —aunque con una de las menores diferencias respecto de la votación del panista Ricardo Anaya— en gran medida porque mis paisanos veían a Romo como un hombre decididamente influyente en la 4T, con la fuerza política que se necesitaba para impedir que el gobierno de Morena se fuera totalmente a la izquierda.

Hay que entenderlo. Los nuevoleoneses, orgullosamente neoliberales, desconfían de la izquierda. Creyeron en Andrés Manuel porque parecía que iba a hacer caso a Poncho Romo en los temas empresariales.

Pronto quedó claro que Romo, si no está de florero en el Palacio Nacional, carece de influencia para llevar al gobierno hacia posiciones más empresariales.

Para Andrés Manuel fue una gran noticia la llegada de Carlos Salazar al CCE. El apoyo de este empresario al presidente de la República logró que la 4T recuperara de alguna manera la confianza de la gente que no es de izquierda.

La gran demostración de que las cosas podían hacerse correctamente fue el pacto de inversión firmado entre los empresarios y el gobierno de AMLO. Pero… 

¿El pacto ya se rompió? ¿Ordenará Andrés Manuel que vuelvan las licitaciones petroleras en las que participe la iniciativa privada? ¿Podrá más la ideología que la necesidad de acelerar la economía?

La gubernatura de Nuevo León

En Morena saben que sin AMLO en la boleta solo podrán ganar las elecciones de gobernador de Nuevo León con un candidato de corte empresarial. 

De ahí que Morena, para competir en Nuevo León, empezara a incluir entre sus aspirantes con más posibilidades de lograr la candidatura a gobernador, a Alfonso Romo, a Tatiana Clouthier y a Carlos Salazar.

Lo que pasó ayer, la molestia de Salazar con el gobierno que firmó un acuerdo y en cuestión de horas lo incumplió, puede volver inviables las candidaturas empresariales en el partido político del presidente López Obrador.

El desacuerdo entre la 4T y el CCE es un regalo para Movimiento Ciudadano, que en 2018 ganó las elecciones en Nuevo León con Samuel García, actual senador. Con un PAN debilitado y con un PRI sin fuerza electoral en el estado, el partido de Dante Delgado podría lograr en 2021 otra gran victoria.

Movimiento Ciudadano ya tiene el gobierno de Jalisco. Si gana en Nuevo León, controlará las dos áreas metropolitanas más importantes después de la Ciudad de México. Suficientes activos para soñar con el 2024.

El daño se sentirá en el 2024

Si Andrés Manuel no quiere que se complique su propia sucesión en 2024, tendrá que hacer ajustes en sus proyectos, empezando por no rechazar la inversión privada en el sector petrolero.

Una cosa es que Pemex invierta y haga su trabajo —es notable el esfuerzo de su director, Octavio Romero, por sacar a la paraestatal del hoyo en que la dejaron—, y otra muy distinta es que se impida la participación de las empresas privadas.

No todo México es de izquierda. De hecho, probablemente la mayoría de la población no sea de izquierda. A Andrés Manuel se le apoya por trabajador, honesto y sencillo. No se le aprueba como presidente por las posiciones radicales de algunos de sus colaboradores.

Que nadie se confunda, la mayoría quiere una economía de mercado que funcione sin corrupción y en condiciones competitivas. Dejar a la IP fuera del sector petrolero atenta contra las bases de la libre competencia.