Políticas públicas que reconozcan el trabajo de todas las mujeres

Pasó otro 8 de marzo, y de nuevo con más pendientes que avances. Un día en el que incluso varios líderes de opinión, sin miramiento alguno, pretendieron desvirtuar la causa y subirse al tema con el solo propósito de sacar una ganancia político-electoral.

Del lado de gobierno, ignorando los reclamos que antes hacían suyos, poniendo barreras que antes criticaban, y descalificando las protestas. Por el otro, opositores que antes justificaban y ahora crucifican, personajes sin calidad moral como Fernando Belaunzarán que han incluso apoyado candidaturas de personajes señalados de abusos a mujeres y menores, y que hoy, solo agarran la bandera para golpear al gobierno.

Creo que el papel de los hombres debe ser el de informarse, y es que no podemos creer que podemos participar en las soluciones que se requieren, si ni siquiera en este día, podemos hacernos a un lado, callar y escuchar, para lograr entender una problemática tan compleja como añeja, y que hoy más que nunca exige solución.

Mensaje de Alicia Bárcenas 

Por eso, en este espacio, más que opinar, hoy prefiero replicar el mensaje de Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, con datos preocupantes que exhiben la dimensión de un problema que no solo es de seguridad, sino también de oportunidades.

Comparto la transcripción de parte del mensaje:

“Las mujeres son 3 de cada 4 de las personas ocupadas en el sector de la salud en nuestra región, sin embargo, sus ingresos laborales son 25% inferiores a las de los hombres que trabajan en el mismo sector.

Las mujeres representan una amplia mayoría de las personas que se desempeñan en el trabajo doméstico remunerado y en la responsabilidad de cuidar en los hogares, un trabajo tan invisibilizado hasta ahora como clave para hacer funcionar la economía, la salud y el bienestar.

La actual organización social de los cuidados es injusta. Incluso previo a la pandemia, las mujeres de la región dedicaban el triple del tiempo que los hombres a los cuidados no remunerados. Las medidas de confinamiento, distanciamiento físico y el cierre de los centros educativos y servicios del cuidado han repercutido en una sobrecarga de trabajo no remunerado que, frente a la falta de corresponsabilidad tanto dentro de los hogares como entre el Estado, el mercado y las familias, ha impactado de manera desproporcionada a las mujeres.

La actual crisis también ha generado un retroceso de más de una década en los avances logrados en materia de participación laboral de las mujeres. Por ejemplo, su tasa de participación se contrajo en 6% ubicándose en 46% frente a un 52% en 2019, y el desempleo alcanza a 1 de cada 5 mujeres.

La sobrecarga de trabajo y el agotamiento que genera la crisis del Covid-19 se suma a una situación regional que exhibe una tremenda desprotección laboral: aún 1 de cada 5 mujeres en el sector salud en la región no está afiliada o no cotiza a la seguridad social, cifra que se agudiza a 3 de cada 4 en el caso de las trabajadoras domésticas remuneradas.

Pese a que las mujeres constituyen la mayoría del personal de primera línea, paradójicamente son muy pocas las que se encuentran dirigiendo países, tomando decisiones en el ámbito público de respuestas nacionales o liderando equipos científicos y de investigación.

La frontera entre lo posible y lo necesario está siempre en disputa, pero urge aunar esfuerzos para impulsar acciones, políticas y alianzas que blinden los avances en los derechos de las mujeres alcanzados en la última década. Es imperativo evitar retrocesos y promover una recuperación transformadora, sostenible y con igualdad de género.

Hay que proponer políticas públicas que reconozcan el trabajo de todas las mujeres en su diversidad y el enorme valor que aportan. Esas medidas comienzan por acabar con la brecha salarial, incluir a todas las mujeres en la toma de decisiones centrales para la recuperación, priorizar a las trabajadoras domésticas y cuidadoras en los planes de vacunación; garantizar un salario de emergencia para las 118 millones de mujeres que viven en hogares por debajo de la línea de la pobreza en nuestra región, y lograr la inclusión digital de 4 de cada 10 mujeres de nuestra región.

Es un cambio urgente y civilizatorio, porque cuando una mujer avanza y transforma, avanzamos todas, porque cuando avanzan las mujeres, progresa nuestra sociedad. El mundo y las mujeres no podemos esperar más. El tiempo es ahora.”

Alicia Bárcena / Secretaria Ejecutiva de la CEPAL