Aquí en tierras de Nuevo León acabó, como muchas veces en la historia de los huracanes y las tormentas tropicales, la depresión Fernand, la cual dejó más bendiciones que daños a la atribulada tierra del cabrito, el machacado y la cerveza.

Es cierto, hubo, como en toda tormenta inundados, atrapados, incomunicados y pocos muy pocos daños, que en comparación de las bendiciones que deja el agua, que ya escaseaba, ni qué contar.

El aplauso se lo llevan, como siempre, las autoridades como los miembros de las corporaciones municipales de Protección Civil, Cruz Roja, Cruz Verde, el Ejército y ahora la Guardia Nacional, así como la Policía Federal, aún activa, por su pronta reacción y prevención de que el desastre hubiera sido mayor.

Pero fuera de los deslaves en las áreas de montaña, y del cierre de la Carretera Nacional por la caída de un árbol, que duró muy poco atravesado, los daños, como digo, son lo menos.

Gobierno del Estado y la iniciativa privada reaccionaron bien, al igual que las instituciones de educación superior que pararon actividades ayer y hoy.

El beneficio que deja Fernand en Nuevo León se va a ver en la cantidad de agua acopiada en nuestras presas, como la de La Boca, que tuvo que ser abierta a media noche para evitar su desborde, porque llegó al 82 por ciento de su capacidad.

La gran presa de Cerro Prieto en Linares, que estaba al borde de la sequía total, alcanzó hasta esta mañana un 33 por ciento de su capacidad, mientras que la más grande, la de El Cuchillo, llegó a un 68 por ciento, por lo que el tema del agua puede despolitizarse por un rato.

DE ‘CHAPULINES’

Daniel Butruille escribe esta mañana en Monitor Político que dirige Angel Quintanilla: “Yo creo que se debe modificar la ley electoral para prohibir a quienes hayan sido electos bajo una etiqueta política, cambiar dicha etiqueta durante el periodo legislativo para el cual fueron electos. Junto con Marco González, son otros tantos diputados apostatas que merecen la misma condena…” González saltó del PRI a Morena.

Yo creo que el análisis de Butruille es excelente, pero se queda corto: son chapulines y chaqueteros los políticos y políticas que cambian de partido como cambiar de calcetines, y debería haber una ley que lo prohibiera, al menos durante el ejercicio del puesto para el que fueron elegidos.

Para quien no crea que este fenómeno es exagerado, reproduzco un texto de ABC, que dirige Anonio Martínez: “La legislatura comenzó el 1 de septiembre del año pasado y estaba conformada por ocho bancadas el PAN tenía 15 diputados, el PRI con ocho, Morena tenía siete, el PT se conformaba por cinco diputados, Movimiento Ciudadano tenía cuatro, mientras que PV, Nueva Alianza y PES contaban con uno, respectivamente. En septiembre de 2018, Delfina Beatriz de los Santos dejó el PT para sumarse al PES, luego en noviembre se unió a Morena. El segundo en saltar a otra bancada fue Juan Carlos Leal, tras ser expulsado de Morena, decidió unirse al PES en junio de 2019. Las sorpresas continuaron cuando el 12 de agosto los diputados Tabita Ortiz, del PES y Arturo Bonifacio de la Garza, de Morena, dejaron sus respectivas bancadas para formar parte de Movimiento Ciudadano…”

Si un político no le es leal no a su partido, ¿cómo vamos a esperar que le sea leal a pueblo?