Los críticos de AMLO nos dividimos en dos bandos. Por un lado, está el bando que lo acusa de autoritario, represivo y dictador en ciernes. Por otro lado, está el bando que critica a AMLO por no cumplir con lo prometido. Yo me sumo al segundo bando. El primero me parece muy exagerado. 

No creo que AMLO pretenda llevarnos a una dictadura. Esas pruebas no las veo por ninguna parte. Sí creo que el Presidente es medio desbaratado. Tiene la casa muy desordenada. No es aficionado a la precisión. Su gabinete es un caos. Desde luego, existe el caos creativo. Pero no es el caso. ¿Puede corregirse? No sé. Para eso se aprovechan las crisis de gabinete (que las sufren de vez en cuando, todos los mandatarios, listos y tontos por igual). Pero AMLO puso al frente de los dineros públicos a una astilla del mismo palo. Y así no se puede. Sólo reacomodó sus fichas como quien dice, fue un cambio cosmético. 

Veamos algunas cosas que prometió AMLO y no ha cumplido. En primer lugar, acabar con la mafia del poder. Lozoya se le escurre como pez enjabonado. Juan Collado no es la mafia, es el abogado de la mafia, que es distinto. En un operativo aparatoso, lo detuvieron en el Morton’s pero dejaron ir, tan campante, a Romero Deschamps. Surrealismo puro. Sólo en México pasa.

En segundo lugar, AMLO prometió acabar con la inseguridad pública. Y en esto vamos de mal en peor. A uno francamente le daba igual que AMLO sacara a los militares a las calles, que inventara la Guardia Nacional, que amnistiara delincuentes, que metiera en cintura a tanto efectivo federal rejego. Si así pensaba combatir al crimen organizado, adelante. Pero las estrategias no han dado resultado. Ninguna.

En tercer lugar, AMLO prometió mejorar nuestra calidad de vida. La de los pobres pero también la de las clases medias. Y eso se consigue haciendo que el país crezca, con una expansión del PIB de al menos 3%, invirtiendo en proyectos sociales y productivos. Pero AMLO se ha dedicado a promover obras suntuosas: el Tren Maya, Dos Bocas, etcétera. Definitivamente no va por ahí.

Finalmente, la migración ilegal de centroamericanos. Esto no lo prometió AMLO pero también era parte del reclamo popular en las grandes ciudades de México, aunque decirlo sea políticamente incorrecto. Es un negocio de traficantes de personas donde sólo el crimen organizado gana. Y donde los demás perdemos: tanto los migrantes que exponen sus vidas como los mexicanos que no tenemos medios para recibirlos, así sea transitoriamente. Pero AMLO tuvo que ser presionado por Trump para poner un alto a este tráfico humano. Ahora el gobierno federal lo hace a medias, con el rabo entre las piernas, y pidiendo perdón por militarizar el Suchiate.

La mayoría de los críticos de AMLO están en el primer bando: la de quienes creen (o cobran por hacer creer a sus lectores) que AMLO nos llevará a la dictadura. Casi nadie está en el segundo bando, la de quienes suponemos que AMLO nos lleva a ninguna parte. Veamos cuál de los dos bandos tiene la razón. Por el bien de México, espero que ninguno.