En los primeros seis meses del nuevo Gobierno Federal, presidido por el tabasqueño más popular del mundo, nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, se han suscitado contextos tan extraños que los más expertos y conocedores prefieren aguardar hasta que cumpla el primer año la Cuarta Transformación, para así emitir una opinión con fundamento y predecir algunas otras cosas.

Así, mientras transcurre el tiempo de la 4T, me he encontrado con mayor frecuencia el auto pronunciamiento de “AMLOFÓBICO”, por parte de algunas amistades, ¡no inventes! -les respondo- , pero firmes, contundentes y sin caer en bromas me responden, por lo general lo siguiente: 

“Le tengo miedo. Tengo miedo porque mis ahorros no llegan a los tres dígitos, (la mayoría son Millenials), no sabré nunca lo que es una pensión y están comprometiendo mi futuro en deudas para financiar caprichos”.

Casi me gritan, “señales de senectud”, y continúan: 

“Tengo miedo porque lo más probable es que pronto mi café sobrevalorado del Starbucks sea aún más caro, porque seguramente andar en Uber será un privilegio fifí al que le clavarán más de un impuesto.”

“Tengo miedo porque mis pulmones cuando voy a la CDMX, se están ahogando en contaminación y a pesar de eso, mi presidente decidió echar abajo todos los proyectos en materia de energías renovables e invertir en carbón”.

“Tengo miedo porque si le llegara a pasar algo a mi salud, la infraestructura desmantelada del sector probablemente sea la causa de mi muerte”.

“Tengo miedo por mis hermanas, porque cada día es más peligroso para una mujer salir a la calle, lo peor es que ellas no entienden que si me enojo por la falda corta es por el miedo a que las violen y las maten y que sus victimarios gocen de impunidad”.

“Tengo miedo porque veo en nuestro gobierno una agenda que va más allá de él, para aplastar a mi país. Tengo miedo de llegar a viejo y seguir escuchando que mi patria está en crisis, que no estamos listos para ser primer mundo, que no hay remedio”.

“Tengo miedo porque soy de la clase común, la media, esa en la que mis papás pagan mi escuela para que yo tenga un mejor futuro mientras hacen recortes en el gasto del coche y los celulares”.

“Tengo miedo de que en lugar de un ‘mejor futuro’ me toque pagar un impuesto por heredar lo poco que mis padres me puedan dejar.

Tengo miedo por la gente que está conmigo, que también es clase común pero que se perciben como ‘oprimidos’, que son la audiencia del presidente, que se creen el cuento de Robin Hood. Tengo miedo porque no se dan cuenta que ellos son los fifís, no son Alfonso Romo, ni Carlos Slim, ni Salinas Pliego, el fifí es Juan que acaba de hacer un esfuerzo para comprarse la camioneta de sus sueños o Pedro que acaba de comprar un terreno y tendrá que pagar más predial por ser privilegiado, es Norma que es mamá de dos y deja de gastar en viajes para pagar colegiaturas; somos nosotros... los comunes”.

“Tengo miedo… en el sentir de unos cuantos que si bien los números no importan, son la voz de muchos, el sentir de una AMLOfobia, quizás absurda y ridícula pero existente.”