Que el presidente Andrés Manuel López Obrador le ofrezca protección a Juan Pardinas porque algunos bots de Twitter lo están amenazando, aunque sea algo bastante exagerado —los bots son como los perros que ladran y no muerden—, está bien: que lo protejan si el director de Reforma siente amenazada su integridad.

Pero cancelarle a un compadre, a un amigo que se la jugó en los tiempos duros, a un empresario que no ha cometido ninguna ilegalidad, un contrato que ganó en buena ley en una licitación transparente ofreciendo los mejores precios, eso, querido presidente López Obrador, eso no está bien. ¿Por qué tiene que pagar el señor Miguel Rincón Arredondo, por qué tiene que pagar un empresario papelero la lealtad con un político de oposición perseguido durante años? Eso no se vale.

Por lo demás, qué bueno que López Obrador demuestre con estos hechos, aunque uno de ellos sea bastante injusto, que no tiene ningún problema con el periódico fifí por excelencia. Ya estaba llegando a extremos bastante exagerados esa disputa.