Desangelado, pobre, sin carisma y de mucha flojera la conmemoración de la independencia de México a cargo de Enrique Peña Nieto, pero una suma de situaciones le han dado el color al asunto y que no precisamente son parte natural del festejo.

El miedo en el zócalo

Si no es miedo, entonces qué diablos es eso de revisar hasta a los niños y bebés para poder acceder a la conmemoración de la independencia de la que son parte ellos mismos. Es como si usted organiza a sus hijos una fiesta en su casa y para poder entrar los invitados tienen que ser cateados de pies a cabeza porque cree que pueda pasar algo. Miedo, simplemente miedo de que ocurra algo en contra del presidente y su familia seguramente. Esta indicación de extrema seguridad debe de haber salido de algún fanfarrón perteneciente a la ?inteligencia? mexicana que para quedar bien con su presidente dio la orden y no escatimó en hacer ver y sentir a los menores de edad como presuntos delincuentes o enemigos del gobierno.

Así no funciona ni debe funcionar una democracia como la nuestra, Enrique no es Obama al que todo el mundo se lo quiere ?chingar?, México no tiene políticas contra el terrorismo mundial ni se enfrenta a él de ninguna manera, por lo que un ataque de alguna fuerza extremista islámica o de algún otro lugar del planeta queda descartada, quizá con quienes pueda tener algún tipo de problema o confrontación es con grupos a los que se les han privado de sus derechos o a quienes se les ha prometido algo que nunca llegará, pero eso es una situación más personal que política.

Los acarreados y su función

Es imperdonable que en este tipo de eventos se lleven acarreados que por supuesto son pagados por el erario para asistir al zócalo capitalino, no a llenarlo por supuesto, tampoco la intención era como cuando te llevan a una fiesta aburrida de un tipo perdedor para hacerla de relleno, en realidad este acarreo fue diseñado para contrarrestar y opacar los prospectados abucheos y mentadas de madre con porras totalmente burdas e idiotas hacia el presidente como si fuera una estrella a lo Ricky Martin o Luis Miguel. Esto me preocupa porque si Peña lo sabe y estoy seguro que lo sabe muy bien, esta acción es lo suficientemente triste para no darse cuenta de la torpe operación mediática manipuladora de los que trabajaron para llevar a cabo esta maniobra tapa-bocas y aduladora.

Para qué sirven los acarreados sino es para adular y vender una idea a la gente que ve la televisión o se encuentra ahí junto a ellos, una idea equivocada y provocar confusión entre la población.

Y estos son sólo 2 grandes errores en la conmemoración más importante de todos los mexicanos.