La tarde del viernes 30 de noviembre de 2012, los autodenominados #YoSoy132 comenzaron a reunirse, quienes circulábamos en las inmediaciones de la Plaza de la República pudimos percatarnos que estaban estimulándose por algo más que tabaco y alcohol, eran motivados por  paleros que llamaban a la ocupación del Palacio Legislativo para impedir lo que consideran como “imposición”, era ostensible que los participantes en dicha concentración se preparaban para generar una ola de violencia. 

El 1 de Diciembre de 2012, en las inmediaciones de la estación del Metro San Lázaro, así como en la avenida Juárez en el Centro Histórico de la Ciudad de México, los denominados ciento treinta y dos bajo de la égida de su supuesta “protesta social”, incurrieron en actos de barbarie que no guardan ninguna relación con las garantías que consagra la Carta Magna para la libre manifestación, el actuar de los estas personas no es otra cosa sino la comisión de múltiples conductas delictivas previstas en la legislación penal local y federal. 

El bandolerismo de los ciento treinta y dos, no es algo nuevo recordemos los insultos en el campus Santa Fe de la Universidad Iberoamericana; las agresiones en contra los vehículos de la coalición Compromiso por México; la toma por asalto casetas de peaje; el bloqueo a diversas vías de comunicación; los actos vandálicos en ceremonias de la Independencia; la simulación de la desaparición de Aleph Jiménez Domínguez; y la agresión a los periodistas Carlos Marín y Adela Micha, como los ejemplos más notorios de que la mayoría de sus protestas están al margen de la ley.

 Esta violencia política tiene un origen, desde el pasado proceso electoral fue incitada por diversos actores políticos que hoy cínicamente buscan desligarse, pero afortunadamente en México existe memoria, la cual no olvida que meses atrás, los mismos que hoy afanosamente se “desvinculan” y “condenan” llamaron a manifestarse en la toma de protesta del Presidente de la República en las afueras de la Cámara de Diputados, intentaron timar la inteligencia falsificando documentos, grabaciones, sembraron la sicosis colectiva en el oriente de la Zona Metropolitana y difundieron rumores infundados desde la tribuna más alta de la Nación. 

México está indignado, hay muchos ciudadanos que quisiéramos calificar como delincuentes a todos los responsables de los acontecimientos aludidos, desafortunadamente sólo podemos hacerlo a quienes les sea dictada sentencia condenatoria firme por los delitos cometidos el primer sábado de este diciembre, mientras tanto a los hostigadores a la violencia, así como aquellos que no fueron detenidos, lamentablemente sólo podemos llamarlos vándalos, que de acuerdo a la definición de la Real Academia Española es el hombre que comete acciones propias de gente salvaje y desalmada.