Ante el tuit generoso de @FedericoArreola, invitando a publicar en su sitio lo que se nos pegue la gana, he decido escribir precisamente algo que para muchos molesta , e incluso rabia les da el pensar que miles de personas sigamos a AMLO ciega y estúpidamente.

Tengo 17 años, no pude votar ni en 2006 ni en 2012, pero eso no me impide poder expresar libremente mis ideales y principios. A la juventud siempre se le ha reclamado por su indiferencia y desinterés por los asuntos nacionales sea cual sea la índole, y ahora que hemos demostrado lo contrario, pareciera que sería mejor que no lo hubiésemos hecho nunca. Yo no soy ciento treinta y dos, en primera porque no soy ciudadano y en segunda porque yo sí tengo en claro cómo llegar a los objetivos que compartimos. Digo que no puedo ser 132 porque aún no soy ciudadano porque en este país –como todos los demás-, necesitan hombres y mujeres con ‘edad suficiente’ para poder ejercer los derechos y responsabilidades que a un ciudadano se le exige; aunque claro, ser #YoSoy132 es simbólico.

Como decía, no he podido votar, no he podido expresar mis pensamientos e ideas ante una sociedad que ve a los jóvenes como lo que podrían llegar a ser y no como lo que son actualmente; nos restan seriedad, credibilidad y por supuesto, falta de madurez para poder hablar cívicamente. Del por qué soy ‘fanático de AMLO, es un ejemplo claro de lo que he comentado.

Andrés Manuel es un personaje de gran relevancia política nacional, queramos o no. Es un hombre que ha sabido mantenerse en pie a pesar de los obstáculos que le hemos impuesto. Las falsas acusaciones, la guerra sucia de 2006 y la pasada, el continuo y masivo ataque televisivo, los mitos que giran en torno a él y lo que representa… en fin, ha sido un caudillo moderno, repito, queramos o no.

Soy fanático del AMLO que manda al diablo a las instituciones, me siento orgulloso de que ése hombre no acepte la corrupción y el favoritismo político de nuestros institutos que se han sabido acobijara bajo la manta sucia de impunidad que el PRI les ha brindado.

Soy fanático del Peje que cerró Reforma como postura pacífica, ante el inminente fraude electoral de 2006; que nos trajo consigo a un presidente espurio, una guerra contra el narcotráfico perdida, desempleo, y una avalancha de medidas erráticas ante un país que se ahoga en la corrupción y mediocridad. Para los incrédulos que opinan que esa medida fue una ocurrencia, sepan que ya había gente que esperaba el llamado de AMLO para tomar las armas y no permitir la imposición.

Soy fanático del López Obrador que está enfermo de poder. Del que no puede tolerar que un puñado de mexicanos sea el que controla a todo un país, del que es enemigo de los empresarios que no quieren que se les toquen sus negocios, de la jerarquía católica que no quiere perder sus privilegios, de los políticos corruptos que quieren seguir siendo unos vividores, de la mujer que ha secuestrado la educación convirtiéndola en un arma política, de los mexicanos mediocres y conformistas que vilmente lo comparan con Chávez para justificar su ignorancia. Soy fanático del Obrador que no le importa que existan ricos, muy ricos pero que sí le enferme ver pobres, muy pobres.

Seguramente pensarás que como todo político AMLO es un demagogo, un populista que usa las necesidades del pueblo para convencerte de sus ideas. Tal vez sientas que es un loco, un violento, un enfermo mental. No lo niego. Sé que Andrés Manuel es un hombre con más defectos que virtudes –como todos-, sé que no es ningún santo, ningún gurú, ningún mesías, ningún poseedor de la verdad absoluta. Solo sé que los mexicanos necesitamos esperanza, necesitamos creer que sí se puede cambiar el rumbo del país, que se requiere un cambio verdadero para poder redireccionar un pueblo tan desafortunado como el nuestro. Y aunque bien es cierto que el cambio empieza por uno mismo, no sirve de nada si el gobierno privilegia a quien menos hace, a quien menos trabaja y se esfuerza,  mientras que miles de mexicanos trabajan simplemente para vivir como esclavos, incluso sin darse cuenta. ¿Qué hemos hecho mal los mexicanos para tener un gobierno tan desentendido con su pueblo? Dicen que cada país tiene el gobierno que se merece, tal vez.

Y mientras vea en AMLO al único opositor a este régimen autoritario y  verdugo de su gente, seguiré siendo un fanático, un peje zombi y próximamente, un ciudadano de izquierda. Porque ser de izquierda en México es apenas compensar el enorme desequilibrio económico, político y social que ha prevalecido gracias a quien no quiere ver un pueblo pensante por sí mismo, atado a la misma cadena de siempre: nuestra mejor amiga la ignorancia… además, ¿de qué lado está tu corazón?